Rusos Blancos – Tiempo de Nísperos (Ernie Records)

«Pero ya es tarde para que el amor nos salve, y aun así, no paramos de buscar, no nos rendimos y al final todo arde». Todo arde, sobre todo el amor, en el segundo disco de Rusos Blancos, Tiempos de Nísperos. Un disco de indie pop muy melancólico, con cantos desesperados y juveniles al amor, a la ruptura sentimental y a la tristeza con melodías poperas que consiguen extrañamente darte esperanza a pesar de todo. Canciones que parecen encontrar, en parte, su raíz en el indie español de los 90. Pero éste no es un disco lineal, ya que también hay piezas más funk e incluso rumberas con arreglos de instrumentos de cuerda atractivos que hacen algo más que acompañar. El disco fue grabado por el mítico Paco Loco en su estudio ubicado en el Puerto de Santa María del 5 al 14 de noviembre del pasado año.

«Soy un hombre triste» cantan la rítmica y animada «Oficial y caballero» con un estilo muy planetario. De hecho, gran parte de las canciones, compuestas mayoritariamente por Manuel Rodríguez y Javier Carrasco (dos son de Iván Jávega) y con letras mayoritariamente también de Rodríguez, descubren a personas melancólicas y tristes que intentan vivir intensamente el amor y afrontar la ruptura: «Escribí «puta» en tu puerta, pero tú sabes que quería decir «te quiero». Sé que, a veces, mis palabras no aciertan. Y no, no creo que debamos darnos un tiempo. Sé que escondes un hombre en tu armario y un tercero en el balcón. Sé que cuando todos te fallan me llamas a mí y no suelo decir que no». Así lo canta Rodríguez en la rumbera «Bonito cortejo». Pero como ocurre en la mayoría de canciones la «dureza» de las letras va de la mano de melodías que pueden ser ciertamente esperanzadoras como es este caso con el ritmo de guitarras acústicas y los coros y los arreglos instrumentales.

Para destacar de las diez piezas, temas como la citada «Oficial y caballero», el arranque del disco con la serena «Dudo que el amor nos salve»; «Hogareña», con unos toques de guitarra y un estribillo frescos y unos bongos acertados; la melancólica y soñadora «La playa de los locos» con la voz oceánica de Elisa Pérez, o la rítmica «Marina» con guitarras eléctricas que saben como rascar.

Un disco que servirá para que algunos celebren lo que son y lo que están viviendo y para que otros recuerden nostálgicamente lo que fueron y sintieron en un tiempo ya lejano.

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