Scissor Sisters + Sammy Jo Dj – La Riviera (Madrid)

Scissor Sisters triunfaron en Madrid. Pero triunfaron como triunfan los músicos de verdad. Con honestidad, sin fuegos ni artificios, sin trampa ni cartón. Ayer día 28 de octubre en la sala la Riviera los Scissor Sisters dieron uno de los conciertos del 2012 en Madrid. Y el éxito se celebró tanto arriba en el escenario, con la banda completamente sobrecogida y visiblemente emocionada, como entre el público, enloquecido y positivamente enfurecido. No sabría decir el que suscribe quién disfrutó más del concierto si los neoyorquinos o los que pagaron para estar allí (y que bien pagado). Pero vayamos por partes. Cuesta poner en orden las ideas cuando se ha disfrutado tanto en tan poco tiempo, neuronas y sentimientos son un amasijo y así no hay quien escriba. Merece la pena hacer el esfuerzo de sacudirme de una vez la resaca festivalera de las casi dos horas de concierto para ofrecer al lector un adjetivo simple con el que calificar la actuación. Veamos, tal vez serviría ¿brutal? No sé, lo veo demasiado genérico y extrapolable, habría que hilar más fino ¿memorable? Sí, desde luego, si por algo fue especial la noche del domingo lo será porque no será olvidada fácilmente. Nos quedamos con Memorable.
Y es que ya desde el principio de la noche algo olía a pleno al quince. A pesar de que a los conciertos que se programan los domingos el público viene con las baterías a medio gas, por aquello del nubarrón del lunes laboral que se avecina, las cada vez más solventes e impresionantes artes de Sammy Jo ejerciendo de  DJ telonero, borraron de un plumazo todo dolor de varices, alivió las cabezas resacosas y alejó a base de buena música los nubarrones del lunes por venir. Sammy Jo se marcó una sesión entre el house más descacharrante y la indietrónica más solvente, que puso patas arriba la sala. Literalmente. Subieron los efluvios sanguíneos todavía latentes del sábado por la noche y la fiesta arrancó mucho tiempo antes de que los de Nueva York pisaran el escenario ¿Quién quería ver el plato fuerte, si ya con el aperitivo estábamos más que saciados? Claro, que nadie nos avisó, siguiendo con el símil gastronómico de que lo que se nos venía encima eran bandejas y bandejas repletas del mejor pop, de la mejor música de baile y del mejor espectáculo cabaret entendido de una manera práctica, nada de rollos artys que no sirven nada más que para quedar bien en la foto. En fin, que una vez que el ganado estaba desbocado, tuvieron que entrar a faenar los neoyorquinos ¿Sabrían controlar tanta fuerza centrífuga? Pues sí. Scissor Sisters en directo son la mejor central nuclear del mundo. Que tome nota Fukushima.
«Any Which Way» dio el pistoletazo de salida y activó las turbinas. A mi lado una incauta profana en la música de esta banda se preguntaba en voz alta ¿pero la gente se vuelve loca con este grupo, no? De remate, es la respuesta. Pero motivos hay de sobra, y es que no es sólo colorín lo que acompaña a la banda. Sus composiciones por bizarras, merecen más elogios que reprobaciones en una época donde la tristeza de una guitarra y unos vaqueros conjuntados con converse son entendidos como el súmmum de la lírica. Sus letras entre lo críptico y lo blasfemo suponen un ir y venir a lo largo de varias décadas de estilos musicales. Sobre la escena todas y cada una de las virtudes y defectos de sus discos se ven sin maquillaje, por lo que resultaba muy fácil reconocer la gran fuente de tensión disco de los setenta, ayudados por ese explosivo Jake Shears, encantador, enigmático, por momentos tímido, pero siempre excesivo. Se olía el hedonismo ilustrado de los clubes neoyorquinos de los ochenta y se oía a la perfección el mejor indie de los noventa ¡Viva el técnico de sonido que hizo que confiáramos de nuevo en la acústica de esta sala!
Scissor Sisters son la excepción que confirma la regla, se pasan el «menos es más» por el forro de sus trajes de raso y lo reconvierten en una multiplicación exponencial del «más por más».
La gran diferencia entre los conciertos previos de Scissor Sisters ha sido la restructuración interna de la banda, donde antes teníamos a Jake Shears como abanderado de la formación, ahora ha cedido todo el protagonismo a una Ana Matronic, cercana, divertida, épica y que dirigió a orquesta y público con la misma facilidad que subía y bajaba la bragueta de su compañero. No en vano no faltó «Kiss you off», relegando a Shears con las coristas, que para más INRI adquirían el nombre de Matronic Girls, una prueba más de que ahora la dominante de la relación es ella. La misma que prácticamente durante todo el concierto ejerció de portavoz. Al resto de la banda apenas les escuchamos algún tímido agradecimiento, mientras que ella robaba flashes y sonrisas: «El otro día actuamos en Bilbao, es una ciudad muy bonita, pero el público parecía más interesado en sacar fotos de nosotros que en disfrutar de la fiesta. Vosotros sí que sois un público que quiere fiesta«.  Y claro, entonces los de la fiesta se desbordaron. Y la algarabía no sólo llegó con las paradas que todos esperábamos, como en la perfecta «Invisible Light», sino también con canciones menos contundentes como «Shady Love», con una de las Matronic Girls que parecía sacada de Jersey Shore impostando la voz de Azealia Banks. El escenario casi se viene abajo con una inesperada «Fire With Fire», los tacones se le quebraron a más de una dando saltos de alegría con «I don´t feel like dancing», emociones yuxtapuestas en «Take Your Mama», y bueno, así podría seguir enumerando durante horas, todos y cada uno de los modelitos, de las poses, de los bailes, de las sonrisas y de los falsetes del encantador de serpientes de Jake Shears, que no se cortó en contonearse y simular felaciones, subirse a las barras del bar y tirarse al público para hacer «crowd-surfing», ante la mirada atenta y seria de Baby Daddy, autor de gran parte de las letras y un riguroso Del Marquis que sólo dio un paso al frente en dos ocasiones para pasear su guitarra abrumado por el clamor popular.
El momento bizarro fue ese cumpleaños feliz cantado al alimón para un miembro de su equipo de producción, que terminó regurgitando media botella de cava sobre el escenario, obligando a Matronic y a Shears a limpiarlo cual señoras de la limpieza.
Me guardo un as en la manga para el final. Cantaron «Let´s have a Kiki», esa canción que nunca fue single y que sin embargo ha arrasado en los whatssaps, en Youtube, en tu Facebook y en cualquier otro perfil. La cantaron una vez como se esperaba, con bailecito incluido.  Alguien les había explicado ya que en español «kiki» nada tiene que ver con la acepción americana de fiesta, sino que tiene un significado mucho más carnal. Pero tanta gracia y tanto desparpajo le puso Miss Matronic en contarnos el asunto, que el público no les perdonó que no hubiera un segundo bis y a gritos de KIKI! KIKI! KIKI!, obligaron a salir por tercera vez a los neoyorquinos para repetir de nuevo la canción. Mira, pensándolo bien, memorable se me queda corto. Lo de anoche fue brutal, bestial, épico. Una fiesta como Dios manda.  

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