Sidonie – Sierra y Canadá (Octubre/Sony Music)

Con el paso del tiempo las bandas tienden a intentar reinventarse a sí mismas, buscando nuevas vías de expresión con las que alcanzar estratos creativos inéditos. Una actitud loable en su intención de evolucionar y sortear el estancamiento, pero siempre complicada a la hora de combinarla con la propia personalidad del artista en cuestión.

Sidonie comenzaron su historia hace casi quince años, apostando por un misticismo y psicodelia que paulatinamente derivó hacia un pop más evidente, cantado en castellano y de gran aceptación popular. Su anterior trabajo, El Fluido García (2011), fue anunciado como un regreso a la esencia original del grupo, en una proclama a la postre concretada moderadamente pero, en cualquier caso, de aceptables resultados.

Tres años después, el trío apuesta por la tecnología en general -el álbum narra las andanzas de dos robots- y la electrónica en particular como argumento novedoso y palpable a incluir en su propuesta. La innovación supone una jugada arriesgada en la que los barceloneses juegan a suplantar una identidad desconocida para ellos, pagando el atrevimiento con un álbum inocuo, de difícil digestión y con frecuencia ininteligible.

El séptimo disco del combo alberga un conjunto de trece nuevas composiciones que incluye mayoría de canciones carentes de la habitual chispa, con puntuales aciertos como «El Mismo Destello», la pegadiza «Estás Aquí», «Sierra y Canadá (Historia de Amor Asincrónico»), o la delicada «Hiroshima mi Amor» cerrando el elepé. Chispazos diluidos en un conjunto caótico y capaz de desorientar al oyente, en la que resulta la obra más carente de credibilidad, carácter y pegada firmada por Marc Ross, Axel Pi y Jesús Senra hasta la fecha.

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