The Thrills – Teenager (Virgin)

Cuentan que The Thrills se desplazaron hasta Vancouver, por consejo de Michael Stipe y compañía, para grabar su tercer disco en una antigua morgue. Lo cierto es que, salvo por el temeroso y frágil hilo de voz de Conor Deasy, poco haría pensar que Teenager fue grabado en un transformado depósito de cadáveres; y hay pruebas de que Deasy ya tenía la voz así de antes. En concreto, dos: So Much For The City (2003) y Let’s Bottle Bohemia (2004).

Habían pasado, pues, tres años desde el segundo disco del quinteto de Dublín. Unos años que han refrescado el sonido de The Thrills y han servido para que la banda remate su proceso de americanización. Armónicas, mandolinas y banjos terminan de configurar un repertorio que, si bien no podría aún ser calificado de alt-country, si se maneja con bastante pericia entre el pop y el folk; cercano, y esta vez más que nunca, al sonido de sus idolatrados Beach Boys o The Byrds.

Imposible encontrar temas de la inmediatez de “Saturday night” en este disco. Teenager guía todas las canciones por ese doble filo sentimental entre la nostalgia y la felicidad para el que la voz de Deasy y los ecos del piano de Kevin Horan demuestran estar perfectamente dotados. Sembrados en las primeras cuatro canciones (“Restaurant” recuerda a unos Travis pasados de pollo en un Kentucky Fried Chicken), en adelante pecan de repetir en exceso las mismas coordenadas. Sin embargo, aún consiguen salvar los muebles con “No more empty words”, la balada que da nombre al disco y “There’s joy to be found” (en la que juegan con fuego con una pista oculta que rebosa el vaso de almíbar).

Deasy canta convencido, al comenzar el disco, que este año podría ser el suyo (“This year could be our year”). No es una mala manera de empezarlo.

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