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Thurston Moore – Spirit Counsel (Daydream Library Series)

Vamos a a ver: intentar hacer una reseña de un disco triple después de tres escuchas a lo sumo, y con la cantidad oblicuas sonoridades (en minutaje), texturas, armonías, e influencias que contiene es harto difícil. Thurston Moore es un personaje clave para entender los movimientos que se han ido dando en la música experimental más o menos mainstream. Para bien o para mal, se le odie o se le ame, Moore siempre es esa piedrecita molesta en el zapato; ese tipo de artista que, partiendo de la Velvet Underground, ha ido levantando puentes que conectaban su sonido con la libre improvisación, el hardcore, la No Wave (sus colaboraciones con Glenn Branca siempre son destacables), la estética pop, y los devaneos con la industria. Como miembro de Sonic Youth se ha labrado una leyenda de guitar hero de sonidos asonantes y abrasivos aunque su faceta pop es una de mis debilidades.

Su carrera en solitario es inmensa; difícil seguirle el rastro ya que edita en multitud de sellos independientes con tiradas muy limitadas. Asomarse a un disco del de Florida tiene sus dos componentes esenciales: por un lado su inclinación por el rock de caligrafía más clásica, y por otro lado, su vasta producción como improvisador. Un servidor cuando tiene en sus manos un disco de él siempre pienso que puede ser un tostón supremo, o un living-la-vida-loca, o lo que es lo mismo, mi forma de decir que experimentación y tradición llegan a buen puerto, y le perdono algún que otro desvarío.

Soy alérgico a los formatos clásicos de canción impuestas por la industria, esas que dictan que una melodía tiene que durar como mucho cinco minutos, porque entiendo que la manifestación artística no debe encorsetarse de esa manera tan absurda. Thurston Moore lleva al límite al oyente con este Spirit Counsel (Daydream Library Series, 2019) editado en su propio sello, y en donde se muestra libre de cualquier atadura. ¿Alguna vez las tuvo? Quizás sí, quien sabe.

Y digo que lo lleva al limite porque hay que tener mucha paciencia parece dejarse engatusar por un triple disco, con dos temas de una hora, y otro de treinta minutos. Y es que el autor del maravilloso Trees Outside The Academy (2007) entró en el estudio de grabación y le dijo a su banda que estaba muy inspirado gracias a estar escuchando a Alice Coltrane y quería que todo fluyera como los sonidos extrasensoriales de la de Detroit. Me imagino la cara de la banda, todos ojipláticos ante tal desbordamiento de inspiración.

Este es un trabajo dedicado a tres mujeres que estuvieron a la sombra de sus maridos, pero curiosamente crearon, en muchos casos, obras igual de importantes que la de sus respectivos. La sombra de Alice Coltrane, Moki Cherry (artista visual casada con Don Cherry), y la poetisa Jayne Cortez (mujer de Ornette Coleman) es la razón de ser de “Alice Moki Jane”, tema inicial de este trayecto, y en la web Popmatters dice nuestro personaje que «No matter how experimental, how jarring, how even nihilist it could be, the music still had a kind of uplifting vibe to it. I felt like that was essential to songwriting always,» Desde que tiene uso de razón el arte de estas tres mujeres han ido caligrafiando su itinerario . El tema en cuestión es como un puzzle en donde diferentes fragmentos van encajando (o no), es cuestión de atenerse a las reglas del juego que propone. Ecos de cosmic jazz a lo Pharoah Sanders o la misma Coltrane, rock saturado de pedales que puede recordar a “Diamond Sea”, guiños a los SY de Evol, minimalismo febril como unos The Stooges arties, komitche, y un largo seguido de sonidos y texturas que crean un metarrelato globalizador . Paciencia hay que tener un rato, porque con media hora menos creo que la onda expansiva de este lienzo abstracto hubiera provocado los mismos damnificados.

La siguiente, “8 Spring Street”, está dedicada a Glenn Branca cuya relación se remonta a los comienzos de Sonic Youth. Una pieza en donde hay resonancias al punk y al noise, a DNA y a los sueños sci-fi distópicos, y mucho de sadismo.

Cierra el álbum con la hora de duración de “Galaxies” grabada en el Barbican londinense, en la que vuelca su pericia con la guitarra de 12 cuerdas junto a un ensemble de doce músicos que otorga a la partitura una reverberación chamánica que me ha recordado a las performances de Charlemagne Palestine y a algunos experimentos psychokillers de Lou Reed. Un boxset para degustar moderadamente por el bien de tus pabellones auditivos.

Escucha Thurston Moore – Spirit Counsel

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