Weyes Blood – Titanic Rising (Sub Pop)
El nuevo disco de Natalie Mering toma su título de los recuerdos e imágenes más descarnadas de su infancia, en la que ella intentaba paliar el sufrimiento viendo la película Titanic, esa obra bigger-than-life de James Cameron que de alguna forma u otra forma ya forma parte de nuestras vidas por su autoridad icónica. Asimismo, entre llamadas al amor como potente elixir para remediar los reveses de la vida y las soflamas ecologistas, transcurre este inspirado Titanic Rising (Sub Pop, 2019), que además presenta una portada subacuática de belleza iridiscente y poso agónico que advierte nuestro futuro a largo plazo.
Weyes Blood tiene una voz portentosa, cautivadora, de aquellos timbres que parecen mecerte entre las vibraciones del aire desprendido por sus cuerdas vocales. Es como si, al escucharla, el mundo se percibiera de otra manera (sí, tenemos la redención asegurada) e incluso uno tiene la sensación de que en el manto de estas armonías se cobijan las verdades más absolutas y los secretos más inconfesables. La música tiene, aún, la capacidad de alterar los sentidos.
El rumbo de estas partituras te lleva por hermosos territorios (suntuosos arreglos de cuerda y sintetizador) en donde la memoria deviene el eje central de sus cuitas (“A Lot’s Gonna Change” adapta su tesitura a la melodía como si se tratase del fantasma de Karen Carpenter, o “Movies” con Enya en el horizonte y versos para enmarcar: “Some people feel what some people don’t/Some people watch until they explode/The meaning of life doesn’t seem to shine like that screen”).
La magia sigue: “Andromeda” sitúa a Mering en un punto intermedio entre Sharon Van Etten y un George Harrison on acid, mientras que las referencias a los Beatles cobran más sentido (y sensibilidad) en la enorme fanfarria barroca y country de “Everyday”.
Que una slide guitar es capaz de emocionar al corazón más blindado tiene un claro ejemplo en los arabescos que construye en “Something To Believe” en donde nuestra autora vuelve a remover los cimientos de su memoria al ritmo de una melodía en la que reverbera el eco de Judee Sill, mientras que el trazo nebuloso y espectral de “Mirror Forever” invoca el sonido setentero de Brian Eno. Un (gran) disco a tumba abierta.
Escucha Weyes Blood – Titanic Rising
Intenso y emocionante, los cuatro primeros temas son una hermosa maravilla. Que no pase desapercibida esta joya!