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Entrevistamos a María Rodés

«La música es capaz de conectar corazones». Esa fue una de las frases que María Rodés me dijo nada más comenzar la entrevista. ¡Y qué razón tiene! Sentados en torno a un café, hablamos de música, de política, de cómo mejorar este mundo que cada día parece un poco más gris. Siempre me ha gustado la gente sincera, cercana y que ama lo que hace. Y María es el claro ejemplo de cómo debe haber otra forma de vivir. Y cómo, aunque suene utópico, debemos buscarla.

En su nuevo disco titulado Lilith, ha partido de una visión feminista reconfigurando la figura de la bruja como forma contestataria; mostrándonos cómo la caza de brujas no acabó en los siglos XVI Y XVII, sino que, de distintas maneras y formas, todavía sigue presente hoy en día.

Esta artista catalana se embarca, con su quinto álbum de estudio, en un viaje entre el mito y la realidad, acercando las leyendas a su origen a través de la música. Un disco que parte desde lo personal hasta llegar al colectivo. En esta entrevista hablamos de música, de los orígenes de su nuevo álbum y del poder que tienen las canciones para cambiar el mundo.

“Probablemente en el siglo XV habría sido vista como una bruja”

Es un placer hablar contigo María. Lo primero de todo, desearte que estés bien. Justamente acabas de publicar tu nuevo álbum, Lilith; y recientemente has venido de dar unos conciertos en Alemania. ¿Cómo ha sido la experiencia?

El placer es mío. Muchas gracias por todo. Pues ahora, muy ilusionada y contenta. Acaba de salir mi nuevo disco y la verdad es que está recibiendo muy buenas críticas.

Sí, tuve un directo en Regensburg hace dos semanas de hecho. Realmente fue muy guay, una experiencia increíble. Además, tenía la duda de si iba a gustar. En este disco hay canciones, pero también tiene un fuerte discurso detrás y tenía miedo de que no se entendiera. Pero al revés, la gente lo disfrutó y lo entendió. Fue muy bonito ver cómo la música, a veces, trasciende a las palabras.

Además, has tenido bastante suerte, porque hace poco han puesto limitaciones en salas de conciertos y teatros en Alemania. ¿Cómo surgió esta oportunidad?

Sí la verdad. El día que yo estuve allí ya era el último en el que la mascarilla no era obligatoria.

Se organizó dentro del festival CinEscultura, en la facultad de Filología. Tanto el público como el equipo nos recibió con amor y cuidado. Si no recuerdo mal, lo realiza un profesor vasco, que reside allí, y sus alumnos. La verdad es que yo lo flipé. Al ser un público 50% español y 50% alemán, pensaba que no iban a entender muy bien todo el mensaje. Entre canción y canción, actuaba como traductora. Y salió a la perfección. Además, en el escenario me acompañó un equipo de mujeres increíble.

Lilith es tu nuevo trabajo, un disco que va más allá de un proyecto musical. Un álbum que parte desde una visión crítica de la historia, y, va acercando las leyendas a su origen a través de la música y las historias. ¿Cuál fue el motivo por el que decidiste embarcarte en este proyecto?

Como bien dices, el disco es solo una parte del trabajo, no es una condensación. En realidad, nace de algo muy íntimo, de una experiencia personal. Un día, sin darme cuenta, empecé a investigar sobre las leyendas de las brujas del pueblo de mis padres, (que es Cabrera de Mar). En este pueblo existe un emplazamiento conocido como el Castillo de Burriac. Y era conocido porque allí se celebraban diferentes aquelarres de brujas. Un sitio en el que había estado infinidad de veces, pero no conocía toda su historia.

Fue ahí cuando me pregunté cómo habría sido vista una mujer como yo en el siglo XV. Una mujer independiente, sin pareja en ese momento, sin hijos, que no tiene una casa fija, que me he dedicado toda mi vida a la música, a una música muy personal. Probablemente habría sido vista como una bruja.

Este proyecto, cargado de connotaciones sociales, podríamos decir que nace de esa pregunta personal, ¿no?

Sí, surge de ese cuestionamiento que viene dado de una presión social. De cómo la sociedad, incluso en el siglo XXI, marca cómo tienen que ser las cosas. De esa duda de “¿estoy haciendo las cosas bien?”

Como mujeres nos hemos liberado, en muchos sentidos, de muchas ataduras, pero todavía existe esa presión interna. Una especie de presión extra de cómo es el papel de la mujer en la sociedad, una secuela de la moral en la que las mujeres deben seguir un camino marcado. Todavía queda mucho por hacer.

De ahí nace, de ese germen. Luego elijo a Lilith como símbolo y convierto las canciones, por decirlo de algún modo, en un elemento más político social, pero surge de ese cuestionamiento.

 

Además, para realizar este trabajo has realizado un profundo análisis de investigación sobre el papel de las brujas como figura contestataria. He podido leer que has utilizado diferentes libros para ir desarrollando este proyecto.

No te creas que muchos (risas). Pero es cierto que muchos de esos libros me han ayudado para ir desarrollando este proyecto. Algunos como el Calibán y la bruja de Silvia Federici, un libro que editó la Felguera y se llama W.I.T.C.H, o uno de mis favoritos, que tiene unas ilustraciones preciosas y trata sobre los diferentes aquelarres que se produjeron en la península ibérica, entre muchos otros.

Pero es común en mí que, cuando me embarco en un disco, busque diferente información. La música está ahí, llevo quince años en esto, prácticamente la música se ha convertido en mi lenguaje natural, pero cada vez tengo más necesidad de contar historias que se vayan complementando con las melodías.

Y, ¿cómo se fue desarrollando tu quinto álbum de estudio?

El germen nace, como te comentaba, de un cuestionamiento personal. Creo recordar que, a finales de 2018, subí un post a Instagram con un dolmen que hay cerca de donde viven mis padres. Un lugar en el que cuenta la leyenda que las brujas se reunían. A partir de ahí dije que mi próxima obsesión iban a ser las bruixes.

De esas casualidades, que lo vio Pepe Mompeán, director del Festival de Arte Sacro, y me dijo que si iba desarrollando el proyecto lo podría presentar en el festival. Cuando me quise dar cuenta, en marzo de 2019, estaba en el propio festival de Arte Sacro y también en la sala de las Pinturas Negras de Goya del Museo del Prado presentando el inicio de este proyecto.

Un proyecto que iba a ser solo para directo, ni siquiera me planteaba sacarlo en disco. Fueron mis propios compañeros y el público los que me dijeron que la idea les gustaba mucho y me apoyaron para seguir trabajando en él y sacarlo en el futuro. Y aquí estamos.

Un disco cargado de misticismo que destaca por multitud de sonoridades y estilos. Desde fondos musicales cinéticos a otros folclóricos. Incluso el disco empieza con un poema musicalizado de Miguel Hernández llamado “La luna venidera”.

La verdad es que muchas veces hago las cosas por intuición. Justo, ese poema veía que tenía una fuerte musicalidad en la letra, y era perfecto para iniciar el álbum. Es el inicio de la travesía, el poema funcionaba como rito de iniciación, una metáfora a la luna como elemento de fertilidad. A nivel simbólico era muy coherente, y, además, conectaba muy bien con mi anterior trabajo que es el disco titulado Eclíptica. Era pasar de la astronomía al mundo de la noche a través de la luna, una especie de puente entre ambos discos.

Actualmente, hay una religión llamada Wicca en el que hay un fuerte peso de la brujería. Cuando comienzan el ritual, se supone que la sacerdotisa jefa invoca a la luna y habla a través de ella. Me pareció muy curioso, y, justo, este poema se acercaba perfectamente.

Una de las principales canciones de este disco, donde además observamos esa mezcla de estilos, es “Seguramente fui yo”. Un puente sonoro entre el pasado y el presente, folclore tradicional, jotas aragonesas, y, todo ello, sonando de forma contemporánea.

Sí, la canción, como todo el disco, presenta una sonoridad folclórica. Intentaba representar cómo me imaginaba yo que sonarían esas reuniones de mujeres, pero llevado al presente. Cada aquelarre debería sonar a la música popular de cada zona. Siguiendo ese halo, me pregunté cómo sonarían las que se producían en Aragón y me vino la idea de hacer una especie de jota.

Esta canción, aunque está en clave de humor, es una crítica al rumor, a la mentira intencionada. Muchas de las condenas de aquellos años empezaban justamente por esas mentiras.

 

Otro de los grandes temas de este disco es “La extraña”; una canción que trata sobre María Sabina, una curandera y chamana mexicana. ¿Cómo se te ocurrió la idea?

La historia de esta mujer es increíble. Llegó a convertirse en una de las chamanas más conocidas. En sus ritos y viajes guio a gente como Adous Huxley, Alejandro Jodorowsky, e incluso, a los Beatles.

Googleando encontré un poema suyo que también funcionaba como rito iniciático que hablaba de la fuerza que pueden tener las mujeres. Me gusta entender ese poema para hablar de todo lo que podemos llegar a ser.

Este año está siendo bastante difícil en prácticamente todos los aspectos. Hemos visto la actuación de la música como una vacuna emocional para combatir el miedo y la incertidumbre. También como un arma en contra de la desigualdad y el racismo. ¿Te habías planteado que tu disco tuviera esa senda sociopolítica que tiene?

Si te soy sincera, no nació con esa intención. Solo quería encontrarme a mí misma, entender quién soy y porqué me tengo que enfrentar a una serie de condiciones que me vienen de fuera. Pero me he dado cuenta de que mis dudas, no solo son mías, sino que hay muchas mujeres que lo sienten de esta forma. Es increíble cómo la música puede conectar corazones. Espero poder contagiar a todas las mujeres que se sienten o se han sentido como yo. Espero que este disco les sirva para que no se sientan solas.

Suena triste decirlo, pero todavía sigue habiendo un cuestionamiento por parte de la sociedad si eres una mujer independiente o sino sigues lo que esperan de ti. Por eso este disco va a todas las mujeres a las que se considera bichos raros. No os preocupéis porque somos muchas.

Y, por último, y esta es la pregunta más difícil de esta entrevista, ¿qué significa para ti la música?

Justamente, en este confinamiento, he tenido una actitud muy creativa y la música me ha ayudado a poder llevarlo. Para mí, la música es un espacio en el que puedo existir de forma plena. Es mi refugio personal.

Gracias a ella me puedo expresar, soy yo misma, me libero e intento ayudar a los demás, aunque sea con mis canciones. Es importante que todos tengamos un espacio donde poder ser, y para mí es la música.

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