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Entrevista a Sr. Chinarro, que edita ‘Reality Show’

Que la vida y las personas, por no decir a menudo los personajes, que nos rodean nos hacen sentir como si el concepto de reality show, televisado o simplemente vivido, sea cada vez más definitorio del estado del mundo es justamente eso, una realidad como un templo. Hay cronistas de esos hechos que se inspiran en el devenir de los tiempos y no se anclan a una geografía emocional ni física para contar las cosas como creen que son. O más bien como las observan, tomando solo la distancia necesaria para no dejar de implicarse en su arte. En las nuevas canciones de Sr. Chinarro hay mucho de observación descreída, bañada en el sarcasmo marca de la casa, siempre basada en la veracidad de unos hechos con los que todos y todas podemos identificarnos en mayor o menor medida.

Charlar una vez más con Antonio Luque, corazón y alma de una marca prestigiosa por méritos propios, es volver a ver la vida con los pies en el suelo, y eso es algo que nunca está de más. De su nueva entrega discográfica y de las sombras y luces de una profesión que él dignifica con cada colección de canciones. Hablamos en una conversación distendida y, como es de esperar, llena de titulares a cada frase.

«Las letras las escribí en un período muy corto de tiempo, después de la pandemia, en una época un poco de mierda que parece estamos viviendo todos» 

La verdad es que después de escuchar las letras y el tono general del álbum, no podría haber un título más apropiado. La vida, y sobre todo la gente que nos rodea, nos dan para que lo de Reality Show sea el resumen perfecto de todo lo que está pasando.

De todo quizás sea mucho decir, pero de lo más cercano, de lo que tenemos más a la vista, desde luego sí. Ya hace tiempo que se vio que los teléfonos, los smartphones con las conexiones y las cámaras y demás iban a ser una parte importante de la estrategia de dominación que siempre hay alguien diseñando, pero ha alcanzado unos niveles que ni yo mismo me podía imaginar cuando tuve el iPhone 3 y demás, hace ya un montón de tiempo.

 

Al hilo de esto mismo, emplear un término que últimamente te hemos leído y oído en varias ocasiones, como es el de “subnormal” aplicado a tantas y tantas personas, de las que salen en los medios y de las que no, parece algo no solo inteligente sino necesario.

De todas maneras la normalidad ya sabemos que es un concepto estadístico, en la medida en que son mayoría ya son “la normalidad”. Igual no tenemos ya derecho a atacarlos porque nos hemos quedado al margen, arriba o abajo, y yo no sé ya dónde estoy, pero desde luego aparte.

Después de 18 discos y miles de kilómetros recorridos, ¿lo realmente importante son la voluntad y las ganas de seguir expresándose, sea cual sea la respuesta?

Hay que esperar a tener algo que decir, y en este caso claramente tenía algo que decir, porque las letras las escribí en un período muy corto de tiempo, después de la pandemia en una época un poco de mierda que parece que estamos viviendo todos. Hablando con el personal, está todo el mundo un poco así, y entonces había algo que tenía que decir. Hay veces que uno hace más un ejercicio de estilo, va componiendo, y luego en las letras voy contando mis cositas, que es lo guay, ¿sabes? No se hace un disco por la cara, pero en este caso tenía muy claro que quería decir esto y quizás por eso esté gustando más, porque hay un impulso más claro de comunicación por mi parte y porque llegué algo más lejos que el anterior, por ejemplo.

Y expresándote de forma diáfana, clarificando tu forma de escribir y hablando más claramente de temas con los que cualquiera puede identificarse, porque en estas canciones hay mucha tela que cortar. ¿Compones y escribes como observador privilegiado, tomando distancia con lo que cuentas, o te involucras hasta el punto de narrar situaciones que has vivido en primera persona? 

Cuando uno se pone a escribir toma una distancia, porque te encierras aunque sea un ratillo y dices “vamos a ver cómo pongo esto en pie”, pero claro, son cosas que he vivido o he visto cómo las vivían otras personas, que para el caso es lo mismo, a poco que tengas algo de empatía. Es verdad que en otros discos era más como lo que llaman ahora “literatura del yo” y en este me he puesto a contar cosas que le pasaban a otras personas. Luego, por mucho que llame “subnormales” a los demás, ¿quién no tiene un día tonto de vez en cuando? ¿O quién no ve a amigos o amigas haciendo tonterías? Se trata de contar, no de denunciar, sino de contar en qué nos estamos equivocando y cómo nos afecta a todos, ya sea a mí mismo o a personas que conozco o a amistades.

 

Dices que publicar disco cada dos años, que es tu regularidad habitual, es incluso poco para considerarte un artista tan prolífico. ¿Eso quiere decir que estás escribiendo o pensando en canciones nuevas constantemente y que nada más salir un álbum ya tienes la vista puesta en la siguiente grabación? 

Ya tengo una nueva pero sin la letra, tengo una música y una rueda de acordes muy chula. Pero es verdad que no toco tanto la guitarra como antes, y en particular ahora no tengo muchas ganas pero bueno, si salen conciertos con el Reality Show y una vez que tocas las canciones con la gente pues te vienen las ganas y dices “pues vamos a seguir con esto”. Al fin y al cabo no hago otra cosa. Ahora me he puesto a escribir una novela, a ver si me sale, y bueno, algo tengo que hacer, no voy a estar mano sobre mano. Más que nada por no estar sin nada que hacer, o solamente yendo al dentista, que últimamente es mi ocupación actual.

«Por mucho que llame “subnormales” a los demás, ¿quién no tiene un día tonto de vez en cuando?»

Nuevo cambio de banda, esta vez creo que para mejor, según la experiencia que has ido contando en tus redes desde la gestación del disco, y vuelta a Barcelona para trabajar in situ con los músicos con los que realmente querías trabajar. ¿Qué te ofrece esta banda y cuáles son las dificultades que puede suponer tocar con gente que tiene a su vez tantos proyectos paralelos?

Sí. Desde noviembre de 2015 hasta la pandemia estuve tocando con músicos que eran bastante buenos también, los de Granada de Pájaro Jack, pero ya grabando El Bando Bueno vimos que la cosa ya había dado todo lo que tenía que dar y aprovechando la pandemia pensé que tenía que buscar otro grupo. Hacía tiempo que hablaba con Dani Vega de Mishima de hacer la banda en Barcelona, porque yo viví por allí bastante tiempo, y finalmente me reuní con ellos y llegamos a un acuerdo. Sí que es verdad que tocan con ciento y la madre, sobre todo el bajista y el baterista, porque no hay muchos bateristas buenos en España. Buenos, buenos profesionales, no hay muchos. Tocan guay y tal pero ser profesional es otra cosa. Si salen muchos conciertos de Reality Show pues habrá que buscar sustitutos. No pasa nada, cuando tocaba con los músicos de Maga de Sevilla también había unos sustitutos oficiales, digamos casi siempre. Isra Diezma o Antonio Lomas, del Grupo de Expertos, vinieron alguna vez con Chinarro. Esto es típico en las bandas, que cada músico tenga un sustituto, porque si un grupo no triunfa es muy difícil que el bajista o el baterista vivan solo de una sola banda, entonces tienen que tocar con varias. Yo ya tengo aquí en Málaga unos posibles sustitutos para los músicos de Barcelona, y cuando coincida pues irán los sustitutos y no pasa nada si tocan las canciones. El otro día encontré, que estaba en Tidal, la versión que a mí me gusta de “Música para cuerdas, percusión y celesta”, porque es la primera que escuché, de la Academia St. Martin in the Fields dirigida por Neville Marriner, que me la pasaron en una cinta. Luego la he tenido en CD y la he escuchado en otras versiones y no era exactamente igual, pero claro, tienes que haber escuchado muchas veces esa pieza para darte cuenta de que no está tocada exactamente igual. Lo nuestro no es “Música para cuerdas, percusión y celesta”, es una cosa mucho más sencilla, son canciones de cuatro por cuatro y pum-chim-pum, al fin y al cabo cualquiera que se concentre y se las aprenda las puede tocar. Lo difícil es hacer el disco, encontrar esa implicación que encontré con estos músicos de Barcelona, con Miquel Sospedra, Xavi Molero y Dani Vega, al que ya he mencionado, y que me ayudaran a convertir las maquetas en las canciones que finalmente son en el disco. Y una vez hecho el disco, decirle a una persona “toque usted exactamente esto” no es tan complicado.

El disco es fabuloso, está lleno de arreglos preciosos y en algunos casos, como “El detector”, por ejemplo, recuperando el violoncello para introducir la melodía (obra de Antonio Fernández); o el sintetizador falsamente ochentero de “Cobarde”, algo que aporta color y variedad, que por otra parte es algo común a tus últimos trabajos. ¿El papel de estos músicos, y también incluyo a Josep Vilagut y Georgina Wolckowitz a los coros, ha sido fundamental para llegar al resultado deseado?

El sintetizador es tan ochentero que el cacharro es del año 81 (risas). Es lo que digo, si hay un ambiente muy bueno en los ensayos, de colaboración y tal, pasa algo parecido a lo que me pasó con los músicos sevillanos en El Mundo Según, que la gente quiere sumar y no se queda ahí como diciendo “dinos tú lo que vamos a tocar y ya está”. Luego obviamente se les apunta su porcentaje convenido en la SGAE y ya está, pero bueno, tenían esas ganas de trabajar. Al final es tener ganas de trabajar, tener ganas de hacer las cosas en la vida. Igualmente cuando fuimos al estudio allí estaban Georgina y Josep, que son pareja y lo regentan. Hay gente que va al estudio y dice “no, no, yo no quiero que nadie se meta en esto, dejadme solo”, pero yo no soy así, a mí me gusta que si la gente tiene ganas de sumar y yo veo que pueden sumar pues que sumen. Sería tontería contar con unos recursos que de pronto fueran insostenibles. Además Georgina tiene una voz estupenda, es de esas voces femeninas agudas y afinadas y siempre queda muy bien como contrapunto de mi voz grave. Lo hemos escuchado mil veces en la historia con todos los artistas de voz grave, meten una voz femenina para que llene más el espectro sonoro. Los graves y los agudos se suman y así sale una armonía que suena mucho mejor; y luego Josep toca muy bien la guitarra, algunas guitarras rítmicas yo las tocaba de una manera y él sugería de otro modo: “¿Y por qué no haces esto?”, y yo le decía “pues ya grábala tú, qué más me da” (risas). Yo luego intentaré en los conciertos tocar eso que grabó Josep en algunas partes, en otras canciones sí que está mi guitarra rítmica. 

 

“Luis”, “Rosa”, “Margarita”, algún que otro nombre propio que aparece a lo largo de las canciones… ¿Es una forma de personalizar esas historias, o de hacerlas más cercanas y comprensibles?

En principio fue para obligarme a no estar todo hablando del “yo”, ¿sabes?, de mis movidas autístico-místicas (risas). Me obligué a escribir de otras personas bautizando las canciones con nombres de personas. Claro, me inspiré en hechos reales pero bueno, los hechos para empezar nunca son reales y luego uno los transforma a conveniencia para que sean una historia y para que tengan una forma de ficción aceptable. La realidad es muy difícil de meter en una película o en una novela, imagínate en una canción de tres minutos.

La mayoría de dichas historias giran en torno a eso: la supremacía de las redes sociales, la precariedad no solo económica sino también sentimental del mundo actual, y sobre todo el amor, y además desde un punto de vista bastante escéptico.

Yo soy muy fan de Ilegales desde niño casi. El primer concierto de mi vida fue el de Rosendo e Ilegales y me tiré más por estos aunque también me gusta el otro, y ahí está la canción “Regreso al sexo químicamente puro” que yo creo que es justo lo que está pasando. Me gustaría que estuviese esa canción en mi disco (risas). Está un poco todo el mundo así. Esa letra habla de una modelo, ahora que las chicas quieren ser modelos de Instagram… En fin, es un camino muy peligroso.

Incidiendo un poco en el tema del amor, y según la manera de hablar de él, ¿puede decirse que tu visión del mismo tiene un punto destructivo?

Bueno, insisto en la canción, que por cierto he dicho que las chicas quieren ser modelos de Instagram… Las chicas y los chicos, que es otra de las novedades por cierto del asunto, y lo que pienso del amor es lo que dice la canción de Ilegales, que el amor se ha terminado (risas), y es un regreso al sexo químicamente puro.

 

¿Cuál es la mayor frustración de Antonio Luque, no ya de Sr. Chinarro, si es que hay alguna?

No sé, yo creo que tampoco estaba preparado para tocar delante de mil personas, no tengo valor suficiente para eso. De algún modo he ido haciendo lo que me convenía, lo que convenía a mi manera de ser, así que me parece bien lo que me ha pasado, no tengo quejas. Está bien, desde el año 2004 que salí de la fábrica de Bollycao no he hecho otra cosa que no esté relacionada con la música y me lo he pasado muy bien, y todavía me lo paso bien cuando tengo conciertos, y tengo algunos y más que saldrán. Tengo una guitarra, tengo salud, excepto alguna muela que me está dando por culo, el niño está bien… Estoy bien. Me gusta ir a ver al Betis y estar en Sevilla muchas veces, pero entonces ya no puedo volver. Ya volveré. Yo soy de Sevilla y soy del Betis, ni del Real Madrid ni del Barcelona.

Ya solo queda reencontrarse en cualquier escenario. Supongo que tocaréis a demanda en el formato que sea, y que los acústicos de Chinarro en solitario seguirán ahí cuando la ocasión lo requiera. ¿Te planteas el grueso de las próximas presentaciones apoyado en una banda?

¡Ojalá! Está el formato de los acústicos porque es que hay veces que en el escenario no cabe una banda, como esta cosa de los hoteles que está uno ahí como el pianista del hotel amenizando la velada. Son ciclos que están pensados así por cuestiones de volumen o para no molestar a la gente o a los vecinos. Hay veces que no es que uno diga que va en acústico porque no pagan más sino porque el ciclo es así, en acústico, el promotor quiere que sea así. Si lo pagan pues voy con la guitarra y enseño las canciones en esa versión, y también está guay porque se entiende mejor la letra y tal pero obviamente yo soy mucho más rockero de lo que parece y me gusta llevar una banda completa, claro, pero me gusta llevarla donde se pueda hacer un concierto con banda, porque hay veces que vas a un garito y es muy pequeño, al final no oyes la voz ni nada y lo único que oyes es el platillazo que te está dejando sordo. No es una cuestión solo económica.

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