A.R.E. Weapons – A.R.E. Weapons (Rough Trade)

Parecen que van de gamberros, como si les hubieran dicho que para triunfar en la selva (Nueva York) hay que ser más duros que nadie o, por lo menos, aparentarlo. Y A.R.E. Weapons se lo han tomado al pie de la letra. Cada concierto, cada entrevista, es un espectáculo de provocación, irritabilidad y anarquía artística que, sin embargo, esté o no todo planificado minuciosamente, musicalmente funciona. Y planteo la duda porque en su ciudad natal visten ropa de diseñadores exclusivos, actúan en los clubes más de moda o en galerías de arte y viven en una de las zonas más caras de la Gran Manzana.

Pero dejando a un lado la vista y después de algún EP (Street Gang en 2001), el dúo formado por Matt McAuley y Brian F. McPeck han conseguido que su supuesta anarquía se convierta en un disco fresco en la vanguardia del electroclash.

En poco más de media hora y once canciones, si incluimos la escondida “New York muscle” (el título bien se lo podrían haber apuntado los Pet Shop Boys), consiguen hacernos bailar, reír y menear la cabeza al mismo tiempo que gritamos: ¡Qué locura!

Todo ello con una mezcolanza del ya citado electroclash, algo de rock, sonido y actitud punk y en ciertas fases recordatorios hip hop, casi como si Suicide o Sigue Sigue Sputnik se dieran la mano.

Precisamente emulando al hip hop más golfo y guitarrero, cercano a lo que se ha convertido Cypress Hill, comienza el CD bajo el aviso “Don’t be scared” –quizá por la impactante portada sacada de El Exorcista-, aunque yo prefiero la excitación controlada de “Strange dust” que, por cierto, me recuerda a Tricky. “Changes” mantiene alta la herencia punk, mientras que “A.R.E.” vuelve al lado más electrorock y “Headbanger face” pudiera ser una especie de balada soul sacada de un antro de Blade Runner. El disco sigue con “Fuck you pay me”, quizá la más sexy de las once, la sudorosa “Bad Newz” o “Black Mercedes”, el descanso del guerrero. Todo concluye con “Street gang” -la más bailable y cercana a Prodigy-, “Hey world”, que empieza como Expediente X y rápidamente se convierte en una locura cercana a Miss Kittin y al ya citado genio de Bristol, y la sorpresa de “New York muscle”, la más divertida del grupo.

En fin, ¡deshinibanse!

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