Coldplay – Plaza de toros de Las Ventas (Madrid)
Fue uno de los primeros días de sol de marzo de 2005 en Londres, así de Chris Martin se entretenía observando por la ventana de la sala de reuniones del último piso del 27 de Wrights Lane el esplendor de la primavera en Kensington Park, mientras esperaba que llegaran los dos directivos de su discográfica que le había citado.
Le habían citado muy pronto en las oficinas de EMI para hablar de la promoción de su próximo disco, pero nada más comenzar la reunión la cosa se había puesto fea. Traje oscuro y gomina, comenzó el más joven de los directivos: la Warner la está liando con Green Day y Universal va como un tiro con Black Eyed Peas y los Killers. Nosotros tenemos a Gorillaz, pero no nos fiamos de Damon porque está muy siempre disperso, tenemos que contraatacar y nuestra mejor arma sois vosotros, Coldplay. Pelo gris y ralo y traje aún más oscuro, le dió el relevo el mayor: Queremos que seáis los nuevos U2, y os vamos a ayudar. Os tenéis que ir olvidando de los dos primeros discos, en X&Y podéis seguir contando con vuestro productor de siempre (Ken Nelson), pero solo en tres o cuatro canciones porque queremos que también trabaje Danton Supple, que acaba de grabar con Pet Shop Boys y Morrissey. En el siguiente, ni rastro de Nelson, tendréis a Brian Eno.
Chris cerró los ojos, pensó en el éxito, en Bono y en todas las cosas buenas que podría hacer por la humanidad con el dinero que podría ganar y dijo con firmeza: «adelante».
Desde aquella reunión en las oficinas de EMI hasta hoy, han pasado 6 años y tres discos que han encumbrado a Colplay como uno de los grupos más globales y más aptos para toda la familia del panorama musical.
Lo demostraron con creces ayer llenado la Plaza de las Ventas, en un concierto patrocinado por una conocida marca de tarjetas de crédito, retransmitido en directo por Internet (bajo la dirección de Anton Corbjin), y para el que se podrían comprar pases VIP a 150 euros, o entradas con visibilidad reducida detrás del escenario por 30. El primer campo de batalla de Houellebecq condensado en un concierto.
Chris Martin y los suyos presentaban Mylo Xyloto (2011), un disco en el que ni los sintetizadores de Brian Eno, los samplers de viejas glorias de los ochenta o la voz de Rihanna, pueden tapar la preocupante falta de creatividad del grupo.
Sin embargo, su directo sigue siendo demoledor. Coldplay tiene asumido hace tiempo que tiene que aportar tanta música como espectáculo, así que se arma sin rubor de fuegos artificiales, serpentinas e incluso reparte pulseras con luces de colores entre el público. Con la gente entretenida moviendo los brazos como si fueran linternas, comienzan con las dos primeras del nuevo disco «Mylo Xyloto» y «Hurts Like Heaven», y a pesar de haberlo publicado hace pocos días, la canciones se celebran con alborozo, sobre todo si Chris Martin se presenta y saluda en castellano. Sin embargo no se arriesgan y a la tercera recurren a la siempre infalible «Yellow», que compensa con creces la lluvia que empieza a caer sobre Madrid.
«In My Place» abre una larga serie de medios tiempos, intensa y algo lenta, pero que resulta interesante porque suenan hasta cinco canciones («God Put A Smile Upon Your Face», «Politik» o «The Scientist») de uno de los dos discos de Coldplay que merecieron la pena, A Rush of Blood to the Head (2002). Viva la Vida or Death and All His Friends (2008), pura demagogia, mete la cabeza con «Lost!» y «Violet Hill», y el resto del tiempo se dedica a novedades algo indigestas de Mylo Xyloto (2011).
Mientras suena de forma técnicamente impecable las baladas, el público se entretiene buscando el calor de su pareja (son mayoría), o trata de llamar la atención de una cámara para salir en el vídeo que se está retransmitiendo en directo para todo el mundo. Chris Martin, eléctrico toda la noche, no para de correr, saltar y derrochar posturas que hipnotizan a unas primeras filas compuestas al 100% por adolescentes cargadas por igual de testosterona y pancartas.
Cuando el asunto parece que va a decaer por exceso de dulzura, Chris se arranca con un «Oe, oe, Oe» con la guitarra y lo enlaza con «Viva la vida», lo que hace estallar las ganas latentes en los fans de saltar y bailar. El resto es pan comido, «Life Is For Living» (Parachutes, 2000), uno de sus temas de que mejor ha envejecido, cierra el concierto, que se reanuda a todo trapo con un bis abierto por otro clásico, «Clocks».
«Fix You» sirve para que Martin homenajee a Amy Winehouse cantando «Rehab» y la apoteosis final llega con casi 25.000 personas bailando al ritmo de la noche, es decir, «Every Teardrop is a Waterfall».
Cada vez más circo y menos música, pero siempre apabullante en cuanto a resultado.
Disfruta del concierto aquí.