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Entrevista: Rufus T. Firefly

“Lo bueno de que nos haya tocado el camino largo es saber que quienes nos siguen no lo hacen por ninguna moda”

Aunque lo merecían bastante antes, lo cierto es que fue gracias a Nueve (2014) -anterior álbum de Rufus T. Firefly– y su consiguiente gira, cuando la repercusión de la banda madrileña aumentó exponencialmente de cara a prensa y público. Fue aquél un disco abiertamente ambicioso, en el que la banda resaltó peculiaridades hasta destacar dentro de la actual escena estatal.

El grupo regresa ahora con una continuación lógica como es Magnolia (2017), en la que mantienen intacta esa avidez. Contactamos con la banda para hablar del nuevo lanzamiento, y también de la forma en cómo han rematado una jugada que ha derivado en la consecución de una personalidad creativa del todo reconocible.

¿Tenéis la impresión de que gracias a Nueve (2014) alcanzasteis una repercusión definitivamente mayor con respecto a la conseguida con los anteriores discos?

A nosotros nos ha tocado el camino largo. Es algo que ya hemos asumido y nos parece guay. Tiene sus cosas malas, como la desesperación de que las cosas lleguen tan poco a poco o de a veces sentirte solo contra el mundo, pero tiene también sus cosas buenas como la de haber podido construir una base muy sólida y saber que la gente que te sigue lo hace porque le gusta de verdad, y no por ser una especie de moda o algo así.

Nueve (2014) fue un disco abiertamente ambicioso, en el que resaltabais peculiaridades hasta sonar del todo específicos dentro de la actual escena estatal… ¿Cómo llegasteis a conseguir ese efecto?

Lo conseguimos gracias al que ha sido nuestro disco más importante a nivel interno y que pasó prácticamente desapercibido, GRUNGE. En ese disco nos soltamos absolutamente de todos los lastres que teníamos, y al fin pudimos empezar a caminar con total libertad. Todo fue un experimento, pero nos abrió los ojos. Encontramos nuestro camino, por decirlo de alguna manera. A partir de ahí, las canciones fluyeron de una manera muy diferente, y ya no teníamos miedo ni prejuicios a hacer lo que nos diera la gana en cualquier momento. Ese fue el punto de inflexión. Nueve y Magnolia fueron la consecuencia de esa libertad.

En definitiva ¿Cómo percibís ese disco casi tres años después de su lanzamiento?

Lo vemos con muchísimo cariño. Todo lo que pasó en esa gira fue increíble. Las críticas, la Plaza del Trigo, el regalo que nos hizo Vetusta Morla, el fin de gira en la BUT y en el mejor concierto de nuestra carrera. Fue la primera vez que empezamos a creer que algún día quizás podríamos llegar a vivir haciendo esto. Antes de sacar Nueve, tuvimos una reunión en la que decidimos sacar el disco (más por amor propio que por otra cosa) y después dejarlo, porque la situación económica y vitalmente era insostenible. Si seguimos aquí es por el amor que recibimos en ese disco.

Os pregunto tanto por ese disco porque, en mi opinión, Magnolia (2017) es una lógica continuación de aquel disco… ¿Lo veis igual? ¿Es este un disco para seguir plasmando la ambición de Nueve (2014) y refrendar las especificidades de vuestra música?

Puede ser, pero hay un cambio de mentalidad y de mensaje muy importante. Cuando terminamos Nueve y empezábamos a trabajar en el disco nuevo, Alberto y Sara decidieron dejar el grupo y yo me hundí muchísimo personalmente. Estuve a punto de mandar todo a la mierda. Ya no éramos Rufus. El apoyo de Charly y Julia, y el milagro de la llegada Miguel y Ro ha sido lo que han hecho que estas nuevas canciones tengan esa luz. Digamos que había gente muy querida para mí esperando que hiciera grandes canciones, y sentí que no podía fallarles. Este disco es amor hacia los seres queridos. He buscado muy dentro para intentar encontrar las cosas más bonitas que han pasado por mi vida y he hecho canciones con ellas. Este disco no nace de la frustración, ni de la tragedia, ni de la penosa sociedad en la que vivimos, como los anteriores. Este disco nace del amor y del agradecimiento a toda la gente increíble que me rodea.

Además Magnolia (2017) ha vuelto a ser producido por Manuel Cabezalí ¿Por qué tomasteis esa decisión y cómo diríais que ha influido en el sonido final del disco?

Desde ya puedo decir que no habrá un disco de Rufus en el que no participe Manuel Cabezalí. Es un Rufus más, forma parte de este grupo y nuestra música no existiría sin él. Es un genio con el que hemos tenido la gran suerte de coincidir. Le debemos lo que somos, más claro, imposible.

El caso es que con Magnolia (2017) rematáis la jugada y conseguís así el (nada sencillo) logro de sonar absolutamente reconocibles… ¿Lograr esa diferenciación alejada de la alineación habitual en la escena era una de las prioridades?

Es precioso que lo veas así. Es lo mejor que le puede pasar a una banda. Que alguien te diga ‘Eso suena a Rufus’. Haber podido crear una especie de lenguaje. En la música no se puede inventar nada, nadie nace sabiendo hacer canciones. Escuchas música desde que eres un niño y vas cogiendo lo que te gusta, lo pasas por tu filtro y sale una canción. Que en ese proceso aparezca algo diferente o fresco es un milagro, es lo que ha hecho a las grandes bandas históricas. A nosotros nos queda un camino muy largo para llegar a eso y probablemente necesitaríamos unas veinte vidas para conseguirlo, pero es muy bonito que cinco chavales de Aranjuez que, si no hicieran esto probablemente estarían montando piezas para coches, empiecen a tener un sonido reconocible.

Las canciones de Magnolia (2017) se imponen como auténticos muros de sonido, en donde los elementos se confabulan hasta revelarse con orgullo. Son piezas emocionantes y estructuradas a conciencia ¿Cómo fue la forma de trabajar y cómo llegasteis a dar forma a las nuevas canciones?

Ha sido un trabajo muy minucioso, de más de un año de demos y versiones muy diferentes de cada canción. El mensaje estaba claro, pero la forma no. Todo tenía que encajar, no queríamos dejar nada en el aire, queríamos hacer una obra completa, musical, visual y conceptualmente. Si te soy sincero, no sé cómo hemos llegado. Nunca lo he sabido. Trabajas y trabajas en las canciones y cuando menos te lo esperas ahí están. A veces creo que son ellas las que nos buscan a nosotros, en lugar de nosotros a ellas.

Con frecuencia, estas canciones vienen cargadas de tintes psicodélicos y una épica que, aunque adorna, jamás se permite descuidar el sentido de la propia canción En ese sentido ¿Cómo sabéis que una canción posee el equilibrio idóneo?

No lo sabemos. Son todo sensaciones. Todo depende de cómo fluya y del momento vital que estés viviendo. Estas canciones serían muy diferentes si tuviéramos 18 años o 40. Creo que el equilibrio está donde tú quieras que esté. Lo importante es contar la verdad, ser sincero como músico y hacer lo que personalmente creas que tienes que hacer, no lo que creas que a la gente le podría gustar al escucharla. No hay que ser complaciente con el público componiendo, hay que ser complaciente con uno mismo. La gente que ama la música de verdad quiere artistas honestos, con personalidad, que le sorprendan, que le hagan viajar…no quiere hamburguesas de McRata.

Lo digo porque, a pesar de la férrea instrumentación, el motivo inexcusable de las canciones bien podrían ser esas historias latentes tras ellas ¿Qué importancia le dais a la lírica y a la narrativa y cómo la trabajáis?

Toda la importancia que se le pueda dar. Si vas a decir algo, que sea porque tienes algo que decir, si no mejor hacer canciones instrumentales (que también dicen mucho a su manera). Hay temazos que se van a la mierda simplemente porque el letrita no tiene nada que decir, o no sabe, o le da igual. Es muy difícil escribir letras y contar lo que quieres de la manera que quieres. Yo sufro mucho. Es lo que más me cuesta. Me vacía totalmente y me deja exhausto. Todavía me queda muchísimo por aprender en ese sentido. Veo la claridad y el acierto con el que lo hace gente como Drexler o Enric Montefusco y se me saltan las lágrimas.

¿Habéis presentado ya los nuevos temas en directo? ¿Qué tal están funcionando?

Ya hemos hecho tres conciertos de Magnolia y está siendo increíble. Es un disco muy difícil de tocar en directo y requiere mucho de nosotros mismos. Hay que estar súper concentrados todo el rato, porque si uno de los 5 falla un poco la canción se va a la mierda. Nos encanta que pase esto, nos encanta no aburrirnos en directo. El día que eso pase, será el fin de esta banda.

¿Cómo diríais que han evolucionado los conciertos de Rufus T. Firefly en el tiempo? ¿Cómo es actualmente el directo del grupo?

Creo que como es lógico, cada vez tocamos mejor. Cuando empezamos, éramos unos chavales que apenas sabían tocar. Aprendimos juntos. Es muy bonito eso. Creces personal y musicalmente con tus amigos. Es bueno en ese sentido que siempre hayamos sido un grupo muy inquieto y que nunca nos hayamos conformado. Si dominamos algo, pasamos a otra cosa. Eso nos ha hecho un poco llegar donde estamos. En este momento ha pasado algo muy guay a nivel interno y es que la entrada de Miguel en la banda nos está sacando los colores a todos. Es un músico increíble, muy exigente y que no perdona una. Nos mete muchísima caña con el directo. Tiene esa visión clásica de que la banda debe sonar bien sea donde sea, y no depender de efectos o watios. Estamos pillando un nivel bastante bueno, y la culpa es suya

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