Entrevistamos a Chencho Fernández

Uno de los pocos aspectos positivos del parón pandémico, además de reducir la locura contaminante de nuestra querida civilización, es tener tiempo para disfrutar del detalle, de las buenas canciones, música y palabra. Lo bueno de Chencho Fernández y sus Baladas de Plata es que seguirá seguido siendo una obra maestra fuera y dentro del año en que se publicó. Venga lo que venga está claro que en el artista sevillano confluyen todos los ingredientes necesarios para convertirse en un autor de referencia si no lo es ya, pero no quisiera hacer recaer presiones innecesarias en nadie, ni pensar que solo el oro importa, como el propio Chencho apunta en las siguientes líneas, igual la plata acaba siendo igual de valiosa. Tal vez más.

Incluido entre los mejores discos nacionales de 2020 en Muzikalia y reseñado aquí, espero que esta combinación de preguntas y respuestas lleven a más de una a disfrutar de Baladas de Plata, a que la curiosidad pique lo suficiente para sumergirse de principio a fin en once canciones irreductibles.

«Puede que en la historia ya esté todo dicho pero los ojos individuales, tus ojos, son nuevos siempre porque tú has nacido y tú tienes tu experiencia, tú tienes tu contexto, tú tienes tu sensibilidad, tú ves las cosas siempre como algo nuevo, de tal forma que también lo puedes expresar de una manera nueva aunque ya se haya dicho previamente. Esa es la riqueza del arte y del ser humano»

Empiezas con “La Fosa de Las Marianas”, rock abisal si me permites el juego de referencias. ¿A quién va dedicada?

Es una canción con un sustrato político. Me salió así, vuelco una postura política que nace un poco de una rabia, de una indignación, y se me ocurrió esa metáfora con la Fosa de Las Marianas, el lugar más profundo y más desolador como dice la letra. Profundo, oscuro y desolador donde me gustaría mandar a todos los miserables que ha habido, hay y aunque espero que no haya más me temo que sí los seguirá habiendo. A todos ellos de forma genérica pero, vamos, podría empezar a citar a todos los cínicos, egoístas, muchos de ellos producidos por el capitalismo, con los sistemas sociales, vamos, que podría dar nombres…

A mi me gusta mucho Cioran, por ejemplo, su perspectiva de la historia, aunque muchos le llaman pesimista, otros le llamarían como yo, más bien realista. Él habla mucho del devenir de la humanidad, los dolores de cabeza y migraña de la sociedad, porque siempre hay guerras, hambruna, desigualdad social, por qué unos tienen tanto y otros tan poco, todas esas cosas Cioran las trata bastante, las trata de una forma filosófica que a mí me encanta. Por ejemplo, había una imagen que él relataba metafóricamente muy bien, con toda la humanidad dirigiéndose a un precipicio, entera, como si fuera una gran manada, toda, viendo esa estampa desde cierta altura, toda la humanidad yendo a un precipicio y alguien dice “Oye, me he adelantado un poco y ahí hay un precipicio, ¿podríamos ir en otra dirección?”. Pues la humanidad, aún así, seguiría yendo a ese precipicio por inercia social, por inercias históricas y por miedos, dudas, reticencias a cambiar de dirección, en fin, todo esto lo vuelco en la letra que me ha salido bastante explícita, es condenatoria y se me ocurrió esa idea de mandarlos todos ahí. Claro, no matarlos, que desaparezcan, que desaparezca esa lacra para la humanidad que son algunas personas, algunos individuos, pero claro, desde una perspectiva humanista. Tampoco quiero que muera nadie, me gustaría que cambiaran, que dejaran de hacer daño.

En “La Fosa de Las Marianas” hay una constante que podemos ver en otras piezas del álbum. Un epílogo musical que parece apoyar una reflexión sobre lo que acabamos de oír. “Como se Odian los Amantes” también lo tiene.

Sí, es un tipo de final que me gusta especialmente, porque a la hora de concebir las canciones me paro mucho en los cierres, trato de que la música acompañe a la letra, en tono y en textura a lo que se está diciendo, de modo que se convierta en un todo. Entonces, esos finales reflexivos como dices, te hacen quedarte un poco más de tiempo dándole vueltas a lo que se acaba de expresar. Son atmósferas musicales que me gusta crear.

¿Surgen ya metidos en la producción o de antemano tienes la idea?

En este caso salió bastante en producción, tenía un poco la idea. Por ejemplo, con Jordi discuto sobre los finales, si hacer fade out, que es un recurso que a mí me gusta a veces, de hecho en Baladas de Plata creo que solo está “En Boga” con fade out. Yo, digamos que tiendo a no terminar los temas tan bruscamente con un pam, con un toc. Tiendo a dejar un final así como difuminándose. Concretamente en “Como se Odian los Amantes” y  “La Fosa de Las Marianas” salió así y salió bien. Son finales difíciles de prever, la idea se deja ahí y luego sale lo que sale. En este caso salieron como abstractos un poco, reflexivos y tal que me gustaron mucho.

“En Boga” cantas: “Nací en la sala de urgencias” , y en otras canciones das pinceladas similares de lo que parecen rasgos autobiográficos… O no, tú me dirás.

Sí, a ver, parto un poco de la experiencia propia, soy empírico en ese sentido pero no quiere decir que sea literal, tampoco me gusta ser literal en cuanto a mi subjetividad o introspección. Tampoco quiero contar literalmente “esto me pasa a mí, así lo veo yo”, no, sino que juego con ello, a veces recurriendo a metáforas y a alegorías. Trato de describir una sensación o una visión, creo que soy bastante visual o lo estoy apreciando así por lo que hago. De hecho, este disco tiene como un color cinematográfico, se ve mucho en las dos últimas canciones ‘Suicidio en Hollywood’ y ‘Noche Americana’.

Por ejemplo, esto de “Nací en la sala de urgencias / Pero me fui inmediatamente de allí”, bueno, eso es a la par una metáfora sobre una forma de ver la vida, salir de la sala de urgencias, de los dramas, es bastante significativa la frase y también tiene algo eminentemente biográfico, la verdad, si te digo, lo diré, yo nací a punto de morir porque me operaron de urgencia nada más salir, me cuentan mis tíos y mi padre, nací como con unas membranas en la nariz y estuve a punto de ahogarme, la primera en la frente que me dio la vida. Estuve a punto de morir y gracias a alguien de la sanidad, que mira, ahora, por cierto, están demostrando su heroísmo una vez más, pues a mi la sanidad también me salvó la vida, la sanidad pública tengo que decirlo también, aquí en Sevilla, la reivindico y la sigo reivindicando en un momento muy ad hoc para eso.

Porque hablar un poco en términos autobiográficos me supone una toma de tierra también, hablo de lo que conozco, de lo que percibo y a partir de ahí voy construyendo historias.

Hay otra veta importante en el disco que es la canción francesa y la italiana con un toque de dolce vita, ahondando en el universo del cine que indicas. “Te quiero sin querer” es un buen ejemplo, entremezclando el “Je T’Aime… Moi Non Plus” de Serge Gainsbourg & Jane Birkin. ¿Es una referencia para ti, la chanson  y la canzone de aquella época?

Absolutamente, absolutamente, más la francesa pero también la italiana, eso he querido expresarlo musicalmente, recoger un poco esa influencia, el Festival de San Remo, esa música mediterránea, melódica, canción ligera y romántica de esa época italiana y mucho de chanson francesa que es un estilo que está bajo mi epidermis, siempre me ha influido mucho y me procura mucha cercanía.

“Te quiero sin querer” es una canción donde digamos hago, cómo lo llamaría, reformulación artística, como fue toda aquella polémica de los collages. Es decir, a mí me parece bien, la originalidad pura y dura estudié en filología que no existe, y menos hoy en día con tanta producción artística y demás, buscar la originalidad pura y dura me parece una perdida de tiempo y una falacia incluso. El arte siempre viene de una tradición, va cogiendo de una tradición y se va haciendo. Porque a la hora de crear es posible que todo esté ya dicho, porque la esencia humana tampoco tiene tantas aristas. Puede que en la historia ya esté todo dicho pero los ojos individuales, tus ojos, son nuevos siempre porque tú has nacido y tú tienes tu experiencia, tú tienes tu contexto, tú tienes tu sensibilidad, tú ves las cosas siempre como algo nuevo, de tal forma que también lo puedes expresar de una manera nueva aunque ya se haya dicho previamente. Esa es la riqueza del arte y del ser humano.

Y el cómo se haga también.

Exacto, el cómo, la forma, el fondo puede que ya esté planteado pero el cómo siempre es nuevo porque cada individuo es nuevo en su circunstancia, en su contexto, en su generación. Entonces, concretamente en “Te Quiero sin Querer”, parto sin disimulo de ese “Je T’Aime… Moi Non Plus” que fue una boutade de Gainsbourg que a su vez cogió esa expresión de Dalí, porque Gainsbourg fue pintor antes de compositor y cantante, él quería ser pintor pero fue un pintor frustrado.

Continua, continua, ¿cuál es esa broma que conecta a Gainsbourg y Dalí?

A Gainsbourg le gustaba mucho Dalí, de hecho cuenta la leyenda que perdió la virginidad en la casa de Dalí de París, una historia fantástica que me encanta. Él estaba obsesionado con Dalí, era su pintor favorito. Y le escuchó decir eso tan famoso de “Picasso es español, yo también. Picasso es un genio, yo también. Picasso es comunista, yo tampoco”. Eso le encantó, esa broma, esa provocación le encantó a Gainsbourg porque tenía mucha afinidad con él porque también era provocador. Entonces cogió eso para “Je t’Aime… Moi Non Plus”, es decir, “Yo te quiero… Yo tampoco”, porque él decía que le costaba, le daba un poco de pudor decir “te quiero”, aunque lo sintiera, él sentía la emoción pero decirlo no tanto porque precisamente… Yo creo que lo que quería decir es que tenía tanto respeto por decirlo que no quería decirlo burdamente, banalmente, “oye, te quiero, te quiero”. Es que “te quiero” me parece una expresión sagrada como para decirlo así con tanta ligereza. Entonces, “Je T’Aime… Moi Non Plus” me parece una canción redonda en todos los sentidos, con ese teclado vaporoso así.

Habría que ver la fecha de publicación, lo digo por los vasos comunicantes de ese órgano vaporoso que bien anotas de “Je T’Aime… Moi Non Plus” y “A Whiter Sade of Pale” de Procol Harum, creo que fue anterior esta última.

Gainsbourg es uno de mis pilares, en una de sus biografías he leído que se basó como inconscientemente también en ese teclado vaporoso de “A Whiter Sade of Pale” para el “Je T’Aime… Moi Non Plus”, eso es así, lo reconoce él mismo.

La de Procol Harum es del ’67 o ’68 y como unos meses después porque está sonando mucho en la radio esa canción, sale “Je T’Aime… Moi Non Plus”. Ves, este hecho me pasa a mi también a veces y me parece muy legítimo, es decir, una cosa es un plagio, es otra intencionalidad de voy a copiar esto porque me gusta mucho y no le pones tu impronta artística ni nada, y otra cosa es el coger melodías por ahí, interiorizarlas y sacarlas de una forma personal, con una intención artística distinta, personal e intransferible que es lo que hace aquí Gainsbourg porque es una canción redonda, que no es ni muchísimo menos plagio de “A Whiter Sade of Pale”. Ese hecho me parece legítimo y que además sucede mucho en todo, en la historia de la literatura, del cine, de la música, en todo. Recoger una herencia pero luego hacerlo de una forma personal. Entonces, “Te Quiero sin Querer” parte un poco de ahí también, sí, de esa dificultad de decir “te quiero” o banalizar el amor. Un amigo mío decía que hay ciertas expresiones que a partir de un número de veces que la digas al año debería sonar un piiií, como “oye, no abuses tanto”, te quiero por aquí, te quiero por allá. No abuses de esa expresión porque es verdadera, por ahí va esa canción.

Siguiendo en esa línea, también hay teclados en Baladas de Plata evocadores de Gino Paoli, los arreglos de cuerda en “Mi Pequeña Muerte en Ti”, “La Canción de Nadia” también.

Sí, la veta italiana también la tiene, sobre todo como bien dices en esas canciones. Ya te digo, ese espíritu del Festival de San Remo y esas canciones románticas italianas sin concretar tanto y Eurovisión incluso, cuando Eurovisión molaba que decían algunos.

Ya casi no nos acordamos de cuando molaba.

Claro, no sé, en los sesenta, setenta que era interesante, luego ya pues dejó de serlo, por lo menos para mí y para muchos. Pero la música italiana me gusta, incluso la española y francesa de todas esas épocas en contraposición con un rock anglosajón que también me ha gustado siempre, de hecho es con lo que me he criado como muchos otros, me he criado con la música anglosajona, con el rock y el pop anglosajón, y luego también de forma muy cercana, a la par, con esa música europea y mediterránea que hablamos: francesa, italiana, española… Eso está en mi ADN también. En este disco he querido conciliar eso también, hermanarlo. De la música española me ocurría que me gustaba la sonoridad pero las letras de los sesenta y los setenta no me convencían en absoluto, me parecía que expresaban una forma de ver el amor en la sociedad, por ejemplo, cuyo discurso no me gustaba en las letras que empleaban, pero sí la música, esas orquestas de Augusto Algueró, de Juan Carlos Calderón  en Mediterráneo, por ejemplo, Serrat sí es alguien que además de musicalmente interesante, ya si es alguien que me convencía en la letra.

Se ve claramente en “Mi Pequeña Muerte en Ti”, donde los arreglos pueden emular esa inspiración mediterránea.

Esa es la esencia, la fuente de la que bebo en “Mi Pequeña Muerte en Ti”, va por ahí, va por el disco Mediterráneo por esas sonoridades, un disco que lo dice todo: grabado en Milán, producido por Juan Carlos Calderón, creo, y otro productor italiano, con músicos italianos, pero con la impronta de Serrat, una obra maestra.

Serrat es un pilar para mí como Gainsbourg, como Dylan o como Lou Reed. Serrat es un tío fiable cien por cien con una carrera coherente, un poeta, un recuperador o reivindicador de poetas a su vez, me parece un artista de primer orden e importantísimo y ahí sí, está en el disco también con esas riquezas musicales, digamos.

En una de tus canciones hablas de “perseguir una sombra”, algo que puede llevarnos a Antonio Vega, pero sobre todo estás en la línea de Josele, tanto en solitario como en Los Enemigos.

Efectivamente, total, das en el clavo. Mira, claro, con la música en español siempre me he puesto como a investigar y tal porque a mí lo más mainstream como que no me convencía, incluso algunas veces, convenciéndome musicalmente, pero las letras… no sé. Sin embargo, a mi el primero que me supuso un bombazo, aparte de Serrat como deciamos, luego fue Burning, cristalizando muy bien en castellano y a la idiosincrasia de aquí la influencia anglosajona, en Madrid concretamente, ese De Madrid al Cielo de una forma universal. A Toño, el primer cantante de Burning, lo tengo en mi pequeño santoral. Y Antonio Vega y Josele Santiago también son dos autores que me parece que han llevado la canción en castellano a buen puerto, y Josele lo sigue haciendo, así que sí, esas son referencias para mí.

Si tiramos de ese hilo, podemos llegar también a Carlos Chaouen, Quique González, Lapido… Si hay que sentirse identificado con una línea de artistas, ¿estos podrían ser?

Chaouen no lo he trabajado mucho, Quique me parece un tío interesante también, con ese rock así como de novela negra americana, muy interesante. Lapido me parece un crack y un referente absoluto de las canciones en castellano.

De mil amores que me sitúes ahí, pero eso más bien es algo que dirá el público y también la industria, yo llevo mi camino y es bastante iceberg, ¿no?, porque llevo muchos años macerando mi repertorio, mi voz, lo que quiero decir y cómo quiero decirlo, y los últimos años está saliendo a la luz por fin, cosa de la cual me alegro, y si se me engloba con una generación o un grupo, un hilo o una tradición de autores de canciones en castellano me parece muy bien, pero es algo que se me puede decir más que algo que yo pueda decir, aunque ya te digo que me siento muy afín con algunos de los artistas que dices, sobre todo Josele Santiago, soy fan de Los Enemigos y de Josele desde hace mucho tiempo, desde los primeros discos.

Todas las canciones que componen Balas de Plata son tuyas, ¿has dejado meter mucha mano a Jordi Gil como productor y a músicos destacados como Álvaro Suite (guitarras), Álvaro Gandul (teclados) o Javi Vega (bajo)?

Pues son cruciales en el disco, han participado hasta 23 músicos. En los primeros estadios de la producción me senté a hablar con Jordi con una cerveza y comenzaba a hablar de con qué músicos íbamos a contar y, bueno, el peso de la producción, la coordinación, ha caído absolutamente en brazos de Jordi, que me ha consultado siempre desde el primer momento y si me ha parecido bien, le he dicho que me ha parecido bien y si tenía algún matiz que dar pues se lo he dado. En este caso ha habido un grupo de músicos que han sido nucleares en la participación del disco. Álvaro Suite es mi hermano carnal, yo le llevo tres años, que además de ser mi hermano es un profesional y un artista como la copa de un pino y nos conocemos muy bien.

Jordi confeccionó una lista de participantes en el disco teniéndome muy en cuenta, y lo ha hecho con mucho acierto porque también lo ha hecho con mucho cariño, es decir, Jordi y yo nos conocemos desde hace bastante tiempo, hemos tocado juntos, nos llevamos muy bien y somos amigos, además de colaboradores. Entonces, ha realizado todo pensando como quien hace un regalo a otra persona, pensando en ella, con los músicos que estuvieran disponibles. Con Javi Vega también nos hemos criado juntos como músicos, tanto yo como mi hermano, Javi Vega es otro músico excepcional, ha tocado con Maga y tal que nos conocemos de toda la vida, del barrio y demás, otro gran profesional, me encanta su impronta, los bajos de Javi me encantan. Luego, también han sido muy importantes en la producción como músicos La Big Rabia, que es un grupo compuesto por Sebastián Orellana e Iván Molina, dos músicos que vinieron de Chile hace unos años aquí a Sevilla a buscarse un poco la vida y están cuajando, ellos fueron fundamentales aunque no los conocía tanto, obviamente, llevan en Sevilla como cuatro o cinco años y me los recomendó Jordi, me dijo “mira, creo que para tu música ellos le van a dar un toque muy bueno”, y efectivamente así ha sido, tanto Sebas como Iván me han enseñado algo que también me interesa mucho, hablábamos antes de Europa y el Mediterráneo, y hay algo que también me interesa bastante aunque le tengo mucho respeto: la música latinoamericana.

Sí, “Salvador en La Plaza del Pan” es casi un bolero.

Efectivamente, es adonde iba, Sebas es un dechado de conocimiento y de erudición sobre la música latina, es una enciclopedia, aparte de un guitarrista muy dotado, muy imaginativo también. Entonces, ellos me han enseñado mucho, así, en este disco hay vetas y pinceladas, efectivamente “Salvador en La Plaza del Pan” es una de las canciones donde las hay, incluso en “Como se Odian los Amantes”, esos rítmos así bolerísticos, incluso “Mi Pequeña Muerte en Ti” también, en “Un Hit” están ahí esas guitarras de Sebas con mucho conocimiento y mucha sabiduría en ese sentido de la herencia de la música latinoamericana y de la que hay un porcentaje en Baladas de Plata.

Además te queda muy bien ese toque, como contrapunto y tal vez como línea a seguir, que eso ya será una valoración que tendrás que realizar.

Sí, efectivamente, es uno de los motivos que me hacen estar contento del resultado final porque se han plasmado cosas que yo quería desde el principio, cuando concebía el disco, se han logrado plasmar por una serie de cosas fundamentales, la primera de ellas es que Jordi ha sabido leerme, ha sabido comprenderme, ha tenido la paciencia y el rigor suficiente como para comprender lo que yo quería expresar, y ahí es donde ha habido esa colaboración íntima, la producción para mi ha sido un éxito, me veo reflejado en mis planteamientos iniciales, han sido satisfechos y logrados, sobre todo por la ayuda de Jordi y gracias a todos los músicos con los que se ha contado con muy buen criterio.

Jordi lo ha demostrado en ocasiones anteriores, participando como productor, por ejemplo, con Sr. Chinarro y haciendo muy bien de enlace, digamos.

Efectivamente, es una de sus grandes virtudes que se comenta en los mentideros sobre Jordi, él te conoce primero, se para a ver qué quieres hacer, es una de sus grandes virtudes, lo cual es muy de agradecer. Aparte, técnicamente es muy bueno, pero vamos, logra que los discos sean efectivamente personales, plasmen la personalidad del artista que presenta.

Y en Baladas de Plata todas esas líneas están ahí entrelazadas, porque eso sí, yo de siempre tengo un concepto, pienso en términos de álbum, con eso no estoy diciendo que este sea un álbum conceptual, pero sí imagino un álbum desde primera hora, a la hora de enfocar el trabajo de un disco, no solo son canciones aisladas que también, pero a la vez voy como componiendo el álbum. Entonces, en Baladas de Plata y a modo de síntesis de lo que hablamos, está la veta del rock anglosajón en “La Fosa de las Marianas”, el rock que a mi me gusta, claro, “En Boga” también tiene algo, “Calle Imagen”, que tiene ese poco Elvis Costello quizás, un poco new wave que también me encanta, y luego está la parte más europea, “Un Hit”, “Te Quiero sin Querer”, “Mi Pequeña Muerte en Ti”, “La Canción de Nadia”, y ese “Salvador en la Plaza del Pan”, mientras “Como se Odian los Amantes” tiene ese perfume un poco más latinoamericano.

También eres dado a cierto juego de palabras y ya teniendo claro tu contexto de gustos y referencias, esto de Baladas de Plata por qué es, ¿a qué hombre lobo hay que eliminar? O el significado que le hayas querido dar, que ya vemos puede ser más de uno.

Efectivamente es un titulo polivalente, tiene varias metáforas pero esa es una de ellas, como todo el mundo sabe y dice la leyenda con plata es la única forma de matar a un hombre lobo, eso nos lleva a lo que decía Hume, aquello de que el hombre es un lobo para el hombre, creo que se ve todos los días en el telediario, la prensa… Tampoco es que me ponga sesudamente a calcular las cosas pero me vienen de alguna forma, como que aglutino cosas que me asaltan y las ordeno a mi manera. Entonces, el título me vino por varias cosas, una es para matar a ese hombre lobo que actúa en contra del propio hombre, otra era por el rollo que tiene el disco así de San Remo, de la canción melódica, pues me apetecía como reírme de mi mismo, como burlándome, como si sacara una recopilación pero no de oro como esas que te encuentras en los cajones de saldo tipo Baladas de Oro de Dyango, por ejemplo, pues al reírme de mi mismo como si llevara una carrera de veinte discos y saco ahora un recopilatorio a la vieja usanza de Mis Baladas, como si fuera un baladista así… pero de plata.

(Risas) Muy bueno, esta variante es mucho mejor, ya metidos en metales o aleaciones, el siguiente puede ser Baladas de Estaño…

… Claro, ahí dale, o de cobre o no sé qué, Baladas de Cobre sería muy bueno para decírselo a algún promotor. Precisamente la plata también, por ejemplo, me lleva a la épica del subcampeón. El oro es el triunfador pero oye, la plata está muy bien también, ya está bien de lo del triunfo absoluto, tan capitalista y tan anglosajón por otro lado. Triunfar aquí y allá, mira, la plata está bastante bien. La épica del subcampeón donde se quiera aplicar en la vida está muy bien también, no hace falta ser el número uno en todo. Ahí está la lírica del perdedor sugerida.

De igual forma, hay varias contraposiciones en simbología histórica, digamos, la plata es femenino, es la Luna en contraposición al Sol, el oro, lo masculino, ¿no? La plata es lo femenino, lo nocturno, lo oculto.

También aquí en Sevilla me ha apetecido hacer una metáfora de La Torre del Oro, famosísima, celebérrima, la conoce todo el mundo de la típica estampa de Sevilla, bueno, pues como a cincuenta o sesenta metros hay otra torre que se llama La Torre de la Plata, está metida entre dos calles, entre tres calles que nadie conoce apenas, que han puesto ahí unas oficinas y demás y casi nadie la conoce, y es tan antigua como La Torre del Oro, lo que pasa es que no pertenece a la oficialidad de Sevilla. Eso también me apetecía sugerirlo.

En algún momento estuve con alguna canción que podía titular al disco, pero luego no veía esa canción que pudiera darle ese sentido unitario sin llegar a ser conceptual. Baladas de Plata sí es un título acorde al contenido.

El diseño lo demuestra también, a la contra estás con las orejas tapadas y los títulos de las canciones al lado, una imagen igual de potente que la de portada.

Sí, no sé, me alegra que lo digas, no me había parado a pensarlo en profundidad pero sí, también, el diseño de Pablo Caravaca no es baladí, no lo hemos dejado a una casualidad, sino que está más o menos pensado, incluso el gato, que es mi gato el que sale ahí como componente felino, animal.

Queda muy Oscar Wilde.

Si, sí, bueno (risas), es como una especie de lujo exótico, con la alfombra ahí y tal y esa actitud así como de dolce far niente. Es que en realidad esas lecturas se pueden ver luego en las canciones, “Te Quiero sin Querer”, por ejemplo, tiene un sesgo y un sustrato de eso, de dolce far niente, te quiero pero no de una forma posesiva, te quiero porque estás ahí, sale el sentimiento, me encanta, pero no como algo forzado, ese dulce no hacer nada y vivir la vida amándola desde la contemplación, digamos, “Te Quiero sin Querer” tiene algo de eso.

Es un laconismo enamorado “Te Quiero sin Querer”, vaya.

Sí, sí, efectivamente, algo así, me encanta.

Y bueno, mirando un poco más la foto de portada tiene algo de la “Noche Americana”, por ejemplo, de lo que cuento en la canción se me podría ver en esa situación. En “Te Quiero sin Querer” también digo algo de una novela que eso es un poco casual, no es que me pusiera yo a posar, pero a Pablo Caravaca se le ocurrió, está hecha la foto en mi casa, me dijo “ponte por ahí, coge la silla esa, te sientas y venga, esto un poco desordenado, las flores por aquí…”, las flores que aparecen en la “Noche Americana”, el jarrón con las flores. Es un poco como la escena esa de Woody Allen, me parece que en Sueños de un Seductor, cuando llega una visita que se pone a desperdigar discos y libros por la habitación para que crea que tiene una vida intelectual muy rica y demás, pues algo así fue lo que hicimos, “venga, ponte aquí y desordena esto un poco”, y me puse como a repartir libros por el sofá, cosas y discos por ahí, no sé qué, y mientras tanto el fotógrafo sacando fotos a ver si captura algún momento interesante.

Nos salió bastante casualmente pero hay cierta simbología en esa foto y en la que dices con los oídos tapados. Hay una referencia a Lou Reed con el Coney Island Baby que sale por ahí el cd, y mi disco anterior, Dadá Estuvo Aquí, y bueno, eso, mi chaqueta blanca puede ser la plata con el clavel… Hay simbología ahí que se puede seguir en el libreto de las canciones incluso.

Por último me voy al prólogo, un “Rock and Roll Convulso” firmado por Pablo Cerezal con una magnifica frase previa: “La belleza será convulsa o no será” (André Breton).

Me apetecía pensando en el diseño del disco y demás, también un poco por acompañar a Baladas de Plata así un poco como algo que haga referencia irónica a aquellos discos de la época dorada, que solían venir con reseñas en el dorso del álbum o en el interior cuando sacabas la funda, amén de las letras solía salir la firma de un periodista que hacía una reseña y venía publicada en el mismo álbum, pues también lo sugerí y se lo comenté a Pablo Cerezal que lo conozco de hace tiempo y estamos así muy hermanados en nuestra misión (risas), nuestra misión en nuestra vida aquí, y fue un texto que me gustó mucho, lo de “Rock and Roll Convulso” creo que lo sacó un poco por “Nadja”, una novela de Breton en la que me basé un poco también para hacer ”La Canción de Nadia”.

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