Entrevistamos a La Bien Querida, que regresa a los escenarios
A pesar de la que aún está cayendo, Ana Fernández Villaverde, o lo que es lo mismo, La Bien Querida, afronta una jugosa tanda de conciertos en los próximos meses para presentar las canciones de Brujería, disco que pese a estar editado en 2019 ha tenido muy poco rodaje en directo y que estamos deseando escuchar sobre las tablas. Con la excusa del arranque de esta gira el 23 de mayo en el madrileño Tomavistas Extra (entradas aquí) charlamos con Ana sobre mil cosas sin los rigores propios de la presentación de nuevo material. Una conversación de lo más distendida en la que la mejor escritora de canciones de amor de la actualidad se muestra relajada, sincera y francamente encantadora.
«Yo no quiero petarlo, yo lo que quiero es mantenerme. No quiero que todo el mundo diga “es la hostia” y al año siguiente digan “es una puta mierda, está sobrevalorado”
Comienzas esta nueva tanda de conciertos en un par de semanas en Tomavistas Extra, uno de los recintos más grandes donde se puede tocar ahora mismo. ¿Qué podemos esperar respecto a lo que te hemos visto y escuchado últimamente?
Estamos con muchas ganas. Normalmente hago dos formatos: en acústico, que voy yo con un guitarrista, y con la banda completa, y al Tomavistas voy con toda la banda y me hace ilusión tocar con ellos otra vez porque el año pasado todos los conciertos que tenía con banda se me cayeron. No me puedo quejar, porque he seguido tocando. Todo el año he seguido tocando, por suerte, pero en formato acústico.
Aunque apenas pudiste presentar Brujería (2019) su lejanía en el tiempo te permite tener más libertad para elegir el repertorio.
Bueno, siempre he hecho lo que me ha dado la gana pero intento tocar bastante del último. Hago dos secciones: al principio tocamos del último y luego metemos un poco de todo. Con seis discos puedes hacer un poco lo que te dé la gana.
Aprovechando también que no hay que hacer promo de ningún disco me gustaría hablar un poco de tu trayectoria, comenzando por tu mítica primera maqueta. Estaba leyendo el otro día el libro sobre Sr. Chinarro, precisamente editado por Muzikalia, y aparecía tu maqueta porque parte de los músicos de Chinarro colaboraron en la grabación. ¿Qué recuerdos tienes de esa época más de diez años después?
Muy emocionantes, pero bueno, es una maqueta mítica dentro del underground, porque la gente piensa que lo peté, pero yo nunca lo peté. En el sentido indie sí, pero mis primeros discos los he presentado en la sala Sol, que está bien pero eso no es petarlo. Pero es que yo no quiero petarlo, yo lo que quiero es mantenerme. No quiero que todo el mundo diga “es la hostia” y al año siguiente digan “es una puta mierda, está sobrevalorado”. Yo quiero tener un perfil bajo. Lo tengo clarísimo desde el principio. Quiero hacerme vieja y seguir tocando mis canciones. Pero si lo petas, ya sabemos cómo somos, el ser humano es así, súper cruel, y como ya te conozca todo dios y digan “qué buena es”, al rato eres una mierda, y no quiero eso. Quiero hacer lo que me dé la gana y no ser un ejemplo para nadie, hacer canciones y ya está.
Ahora estás en un momento un poco raro en ese sentido. Quizá es tu momento de mayor popularidad a costa de las apariciones de tus canciones en Paquita Salas, Déjate llevar, La Casa de las Flores… Acabas de salir en El Hormiguero, hace poco en El Mundo, me ha flipado verte en la web de la revista Semana.
¿En serio? (risas) No tenía ni idea. ¡Qué fuerte!
Sí, sí, búscate en Google y verás que sale entre las noticias de La Bien Querida.
Me parto, no tenía ni idea. No quiero, no quiero, ¡qué horror! (entre risas). Hago la mínima publicidad de dónde toco, lo que me obligan, quiero tener un perfil bajo. Pero me llaman del Hormiguero y claro que voy. Aparte de porque les conozco, es un programa que lo ve todo el mundo, no solo gente especializada en la música. Y además me lo pasé muy bien.
Volviendo a tus comienzos, normalmente el primer disco se hace sin presión por la ausencia de esa mirada externa, de ese “qué se espera de mí”. En tu caso ¿eso es aplicable a la maqueta o se mantiene hasta Romancero? Porque cuando salió, aunque fuera a nivel indie, ya estabas en boca de todo el mundo.
Con Romancero lo mantenía, sin duda. Es que la maqueta la conocíais cuatro frikis, de Myspace y tal, pero era una cosilla para cuatro chiflados.
¿No te has planteado editar aquella maqueta oficialmente? En alguna reedición, por ejemplo.
No, no, qué horror. Tendría que estar muy mal de dinero. Si cuando fueron los diez años de Romancero, la gente hace giras y cosas así y podría haber hecho la “gira Romancero” y no lo hice. Si estoy fatal de pasta haré esas cosas, pero prefiero seguir creando.
¿En tu caso cambia mucho la canción desde la composición, desde las demos, hasta que luego la publicas? Viendo lo variopinto de tus producciones seguro que sí.
Cambia mucho la producción, pero como hago un montón de acústicos, en esos conciertos salen como yo las hago. Yo le doy muchísima importancia a la letra, primero escribo la letra y luego le pongo la música. Entonces al final son canciones que las puedes tocar con la guitarra, casi sin arreglos y suenan bien. No se me queja la gente.
Hablando de tus letras, el amor es un tema absolutamente irrenunciable.
Es que se me da bien, yo qué sé. Hablo de sentimientos, de emociones. Podrá parecer que soy una romántica empedernida. Pues no, no soy para nada romántica. Soy apasionada. Más que de amor hablo de pasiones, de emociones fuertes.
Espero que no sean autobiográficas, porque tu vida sería una montaña rusa emocional.
(Risas) Pues bastantes cosas sí. Pero bueno, las canciones son como una película o cualquier manifestación artística. Son exageraciones en un momento dado, hay una base real pero también tienen un poquito de fantasía.
¿Te permite el amor canalizar otro tipo de pensamientos o de inquietudes velados? ¿Puede ser que no nos enteremos de lo que en realidad nos estás contando?
Sí, claro, en un montón de letras. Mira que soy clara hablando, pero luego la gente me dice que una letra va de una cosa y para nada. Las canciones tienen un montón de rinconcitos y no me gusta nada tener que contar de qué van, prefiero que cada uno se lo lleve a su vida. Forma parte del misterio y a mí me gusta mucho el misterio.
Volviendo a escuchar tu discografía para preparar la entrevista, me han chocado algunas letras de Fiesta (2011), tu segundo álbum, donde cantas “no puedo evitar sentir las ganas de matarte” o “a veces solo me tranquilizaría pegarte muy fuerte”. ¿A día de hoy podrías editar esas canciones sin que se montara un lío?
Pues fíjate, no lo sé. Se podría montar un lío. Y esa canción la sigo tocando bastante, pero nadie se ha quejado.
¿Y si esa canción la cantase un hombre?
Buff, no sé. Pero claro, esa era la gracia también, eso lo hice a propósito.
Bueno, Los Planetas dicen barbaridades en este sentido en algunas letras y no pasa nada y sin embargo con los géneros más urbanos y latinos siempre se están criticando las letras. Que J diga que le va a partir las piernas a alguna no significa que lo vaya a hacer o que instigue que se haga.
Claro, hombre, tú imagínate un director de cine de asesinatos. ¿Eso es porque lleva un psicópata dentro? Está claro que el arte puede motivar hacer milagros o hacer barbaridades. Porque mira por ejemplo el libro de Salinger, El guardián entre el centeno, que ha motivado varios asesinatos, entre ellos el de John Lennon.
¿Pero te preocupan los límites que se están poniendo últimamente a la libertad de expresión?
Sí, me parece terrible. Mi madre que dice que cuando era joven tenían más libertad que nosotros ahora. Me da un poco de rabia.
Volviendo a tu trayectoria, ¿hay algún momento en que te hace click la cabeza y ves que te puedes dedicar a la música como actividad principal?
Desde el principio. Lo tuve claro. Yo empecé con la música y tenía claro que si podía vivir de esto, vale, y si no ya haré otra cosa. Soy práctica.
Desde el principio te ha ido todo muy rodado.
Sí, pero si no haría otra cosa. Yo venía de la pintura, ya sé lo que es ser bohemia, ser artista. Si veo que a la gente le gusta, bien, y si no a otra cosa.
Y ¿qué habrías hecho de no ser música?
Pues me gustan un montón de cosas. Me encanta la jardinería… o sería tapicera… Podría montar un chiringuito de hacer chapuzas, que me encantan. Te pongo un enchufe, te arreglo una tubería. Todo eso se me da muy bien. Morir de hambre no me voy a morir nunca, te lo aseguro.
Tu discografía es muy coherente, pero percibo algunos saltos estilísticos claros. Cada dos discos, de hecho. Tanto Ceremonia como Fuego suponen un reinicio respecto al álbum inmediatamente anterior.
No es premeditado, simplemente está así en mi cabeza. De repente me canso y voy para otro lado.
De cara al próximo disco tocaría cambio, según esa regla mía. “Un gatito”, el single que editaste el año pasado, apunta a eso. ¿Va a ir en un próximo álbum?
No, va a ir fuera. Porque ya se me queda muy lejana en el tiempo. Me gusta mucho la canción, creo que la letra está guay, pero ya la veo muy lejos. De hecho, Elefant ha sacado ahora un vinilo de 7 pulgadas con “Un gatito” y la versión de “Soy rebelde”.
Y ¿estás trabajando ya en un nuevo disco?
Sí, sí, tengo ya ocho canciones, pero no corre prisa, en el sentido de que hasta que no tenga el disco que yo quiero no lo voy a sacar.
¿Hay algún disco que cuando lo sacaras pensaras que lo ibas a romper y luego no haya cumplido las expectativas?
No sé, con el que empecé a gustar realmente más fue con Fuego y “Jardines de marzo”, “Dinamita”… Al revés, te diría que con Fiesta. Venía de lo guay que me había ido con Romancero y fue un poco así… Por eso saqué también rápidamente Ceremonia, que pasó solo un año. Y fue muy chiflado con la producción, con el kraut-rock y tal. Intento, de verdad, siempre ponerme en lo peor. Primero que me guste a mí. Así, por lo menos, he hecho algo que me gusta porque si ya lo haces pensando en gustar a los demás, si sale mal puede ser horroroso. Que yo piense “esto mola” y buscar el pellizco por el lado artístico. No lo puedo evitar, prefiero buscar eso que sacar algo comercial.
¿Ha ido evolucionando mucho tu manera de componer en este tiempo?
Sigo el mismo proceso más o menos, pero te vuelves más exigente, no te sirve cualquier cosa. Por ejemplo, en Premeditación, nocturnidad y alevosía, que a la crítica le flipa ese disco, hay canciones que son una mierda, no son buenas canciones.
Jaja qué va. ¿Cuál? Dime un ejemplo
Pues un montón… ”Crepúsculo”, por ejemplo. Esa canción es una mierda. Pero como canción, canción. Para mí el máximo de canción es la canción popular tradicional. Las de Manuel Alejandro, eso son canciones.
Y si tuvieras que elegir tu mejor canción, tu cima creativa, ¿cuál sería?
¿Una? No podría. Porque una no me llena suficiente, tendría que elegir un puñadito.
A la hora de escribir, ¿compones tema a tema o pensando en modo disco?
Canción a canción, y cuando tienes un puñadito pues ya empiezas a visualizar un poco. Lo que sí que me pasa es que las últimas que hago sí que ya las hago pensando en el disco, para que me cuadre todo.
Desde fuera sí que parece que le des importancia al concepto de álbum, y se nota en la secuenciación y que las últimas canciones de tus álbumes suelen ser temazos.
Sí, la última me gusta poner un temazo.
¿No te tienta la tendencia actual de ir editando singles por goteo, a lo C Tangana, e ir estirando el chicle? Que luego entren en el álbum pero estar más tiempo en el candelero.
Ya… (pausa). Es que no quiero… sentir esa presión. Es que me agobia. Esta gente… tienen que estar angustiadísimos, siempre en el candelero, ahora me hago esta foto, esto otro… es que no quiero meterme ahí. Voy a mi ritmo.
Y las canciones que haces para otra gente, caso de Soleá Morente o Los Planetas, ¿las has hecho pensando en ellos?
Las de Soleá sí. La de Los Planetas la tenía en grabada en el móvil, se la pasé a J y un día me dijo “oye que la he grabado yo”. Y yo, vale, pues quédatela.
A la hora de grabarlas ¿hasta qué punto influye el productor y qué libertad le das? Tu caso es un poco extraño porque los primeros cinco discos han sido producidos por David (La Estrella de David), y se llegaba a hablar, no sé si era una realidad o si te molestaría incluso, de La Bien Querida como un proyecto de dúo.
Bueno, porque también éramos pareja en aquella época. David es que es una persona súper creativa, me fío bastante, pero la última palabra la tengo yo. Si no me gusta a mí, no se hace.
«Tengo ya ocho canciones nuevas, pero no hay prisa y hasta que no tenga el disco que yo quiero, no lo voy a sacar»
Pero das cierta cancha…
Depende. A David sí le doy cierta cancha porque me gusta exprimirle a él, sacar lo que tiene. A René -productor de Brujería– le dejé un poco menos, pero lo hizo muy bien.
David sigue tocando en tu banda. No sé si resultará un poco extraño después de haber sido pareja tantos años.
No, a mí no. Cuando lo dejamos él quiso seguir quedándose conmigo, yo le dije que lo que quisiera.
¿Te dio un poco de vértigo después de haber grabado cinco discos con él afrontar el cambio?
No, me apetecía, lo necesitaba.
Porque tú eres de trabajar todo el álbum con el mismo productor. Esto de ir cambiando de productores que tanto se lleva ahora…
Pues es un poco por vaguería mía y porque estoy en un sello indie. A veces… no lo voy a hacer, a estas alturas ya, pero no me hubiera importado, si estoy en una multi, que tengas mogollón de gente trabajando para ti y te digan ‘vamos a intentar hacer esto, con este productor y este otro’. Pero al final lo hago yo todo, tengo todo tipo de responsabilidades y es un poco por vagueza.
Ten cuidado que si te vas a una multinacional igual lo petas y pasas de salir en Semana a salir en Hola.
Y como yo no quiero petarlo… (risas).
Para cerrar la entrevista, no sé ni que preguntarte exactamente sobre la situación actual de la música y la industria en esta situación pandémica. Los músicos estáis muy desguarnecidos.
Sí, mucho, porque por ejemplo en el cine se agrupan más, hay más asociaciones. Los músicos somos jiji jaja, siempre de buen rollo –que es buen rollo de verdad- y los actores, sin embargo, tienen como más envidias… pues luego los músicos somos unos pringaos y pasan de nosotros.
En estos tiempos tan grises, ¿qué te inspira para seguir componiendo canciones?
Lo de siempre, las emociones y las relaciones humanas. Tengo un lado pesimista, que siempre me pongo en lo peor para todo, pero luego hay como una fuerza de optimismo que me anima a levantarme cada mañana y pensar que ese día va a ser el mejor día de mi vida y que voy a hacer la mejor canción.
Gran entrevista, un gusto escuchar a alguien con tanto criterio a quien le parece más interesante su carrera que el éxito.
Muy interesante siempre Ana