Los Deltonos – Salud (Folc Records)

Otro producto más, tan fresco y de primera calidad como siempre, salido de la factoría GuitarTown, en la Cantabria natal de Hendrik Röver y compañía. Y ya van once pequeñas delicatessen hechas con los ingredientes tradicionales, los que sus clientes demandan y saben que van a degustar con sumo placer, como lo han hecho desde el principio. Los Deltonos son esos panaderos artesanos del blues rock que no han incorporado nueva maquinaria a su taller a sabiendas de que con la que poseen van sobrados de recursos para igualar a la mejor receta de cualquier moderno restaurante de comida (música) de diseño. Exquisiteces a ellos, ja.

Para este Salud siguen recorriendo caminos no tan trillados hasta el momento como sugiee su abundante producción. Siempre saben encontrarle una nueva vuelta de tuerca al sonido y hacer que, por ejemplo, la producción suene en una onda algo más cercana al rock que las inmediatamente anteriores. Entendiendo dicho término como clásico, obviamente, porque para eso se han esforzado en mantener la esencia clásica en cortes como “Piérdete” o en acelerar riffs y poderío eléctrico en “Taquicardia” e “Incendios”, sendos temas de afirmación en unos principios indestructibles e incontestables. Hasta aquí, efectivamente y haciendo honor al nuevo título, los cántabros gozan de una excelente salud, y parecen estar hechos a prueba de virus y otras afecciones contemporáneas.

Sus convicciones son tan fuertes que lo proclaman a los cuatro vientos en el tema titular, dejándose llevar de cuando en cuando por los cálidos aromas de la “americana” (así sucede en “Perdedor”) y arrastrando cierto tono combativo, como no podía ser menos viniendo de unos ilustrísimos veteranos de la escena (en “Milagritos”, además, incorporan una suculenta sección de metales). Röver es un tipo curtido en mil batallas y posee un ojo certero, por lo que es de esperar que en todos sus trabajos incluya al menos una letra-diana dirigida al centro neurálgico de la hipócrita sociedad que le (nos) ha tocado vivir. “Miedo” habla sin ídem a segundas interpretaciones del control al que estamos sometidos, normalmente contra nuestra voluntad, y poco después, en “Propósitos”, se suma a la lista de vanos propósitos enarbolados con cada vuelta del calendario. Si no puedes con tu enemigo, únete a él, podríamos deducir.

Del tremendo boogie-rock que es “Merecido”, de esa grandísima balada soul que es “Ese otro café”, de la muy conseguida melancolía del medio tiempo “Tripas” y los fantásticos hammonds que suenan en “Segunda vez” podríamos hablar unas cuantas líneas más, pero no es menesteroso incidir en la evidencia sin dejar reposar las canciones y hacer de este disco uno de tus nuevos favoritos en cualquier momento y lugar, y eso que no incluye nada que no hayamos escuchado antes. Puede que la calidad se imponga a la cantidad, de ahí que no nos importe en absoluto repetir escuchas una y otra vez.

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