Entrevistamos a Los Nikis

«¿Una posible reunión de Los Nikis? No. (…) en un festival como ese de Benicàssim del que me hablas, tal vez tuviera cabida un concierto nuestro»

En un lugar no muy lejos de Algete de cuyo nombre no quiero acordarme acudo a la cita concertada con una de las figuras más representativas de la música pop-rock española, y en gran medida de esa denominada Edad de Oro que surgió al abrigo de La Movida Madrileña. Me lo presentan, se llama Emilio Sancho. Eso casi me debiera dar igual, porque para mí y para muchos otros como yo, siempre será el cantante de Los Nikis.
La charla empieza de manera animada, con el acelerón de un cigarrillo tras otro, como imitando el mismo ritmo frenético de la mayoría de las composiciones de su antigua banda. Parapetado detrás de un par de cafés, él dispara primero «bueno, cuéntame algo de ti» me desarma de sopetón, y desde ahí ya decido disfrutar del momento, abstraerme de la grabadora y de las preguntas programadas y decido que ya que mientras que no se demuestre lo contrario, tardaré mucho en poder disfrutar de una nueva actuación de Los Nikis, decido afrontar la conversación de la misma manera que uno debiera acercarse a la obra de Los Nikis, sin prejuicios ni corsé.

Si algo me ha quedado meridianamente claro es que Los Nikis, o Emilio en este caso, están eternamente agradecidos a Airbag, el grupo malagueño que consiguió sacarles de la Cueva de los Mitos donde llevan recluidos desde que pusieran broche final a su carrera como uno de los grupos bandera de La Movida Madrileña. Fue hace un año en la entonces denomina sala Arena de Madrid cuando Los Ramones de Algete reaparecieron por sorpresa como teloneros de los malagueños, acaparando todos los titulares y robando todo el protagonismo de la noche al acto principal «me sabría mal que se hablara más de nuestra aparición que de la de Airbag, porque sinceramente siento una inmensa gratitud hacia Airbag«, Emilio repite como si se tratara de un mantra que es gracias a Airbag que ha tenido la oportunidad de que muchos amigos suyos hayan podido verle como parte integrante de Los Nikis, y lo hace desde la más sincera sorpresa, «¡había chavales de veinte años que se sabían todas nuestras canciones!«, aún así le restaba importancia a la planificación de la actuación, no fue algo muy premeditado explica «ni siquiera yo mismo sabía hasta el día anterior si finalmente podría acudir al concierto«.

Y claro, ya se me puso a tiro para hacerle la pregunta del millón ¿Volverán Los Nikis o tenemos que entonar ya el Réquiem por Los Nikis? y aunque de primeras me encuentro con un rotundo no, Emilio reconoce que el concierto con Airbag despertó las ganas que tiene de mostrarle lo que Los Nikis fueron (lo que son, añado) a amigos suyos que nunca tuvieron la oportunidad de verles actuar, a su propio hijo y a todas esas voces que generación tras generación siguen reivindicando al grupo madrileño, «para mi Los Nikis es como un pequeño tesoro, guardo el disco de oro en mi casa, es un tesoro y no quisiera manchar el nombre de Los Nikis con la vuelta de unos tíos gordos y calvos haciendo rock que vayan a programas de ¿Qué pasó con…? Hemos tenido montones de proposiciones, el dinero nunca fue una motivación para los Nikis, tal vez no lo sepas, pero el primer maxi-single de Los Nikis lo financiamos completamente nosotros y lo regalábamos con las entradas del concierto, sólo habrá quinientas copias de aquello (…)para mí no tendría sentido que volviéramos como tal, Los Nikis fueron lo que fueron…», aunque me sabe reconocer algo acorralado por mi optimismo sobre el éxito de una supuesta gira de auto-homenaje por festivales veraniegos que «en un festival como ese de Benicassim del que me hablas, tal vez tuviera cabida un concierto de Los Nikis» y subraya «me gustaría actuar en un lugar donde pudieran entrar menores de edad para que mi hijo pudiera verlo, tengo esa espinita clavada (…)«.

Los ojos pequeñitos y brillantes me chivan de Emilio el tipo de espíritu golfo que parece no haber dejado ser, aunque ahora se me presente como un respetable padre alejado por completo de la escena musical.

Este que escribe que calza ya la mitad de la treintena no puede contenerse las ganas escuchando como el cantante de Los Nikis habla con total naturalidad de las actuaciones y compañeros de viaje de sus años del directo. Todavía recuerdo cuando escuché por primera vez «El Imperio Contraataca» con unos niños de medio pelo a mi lado emulando el saludo nazi en un after de la Avenida de América en Madrid, y entonces vuelvo a disparar: ¿Qué sientes cuando escuchas «El Imperio Contraataca»? como respuesta emite un exabrupto dictado con santa devoción y alegría, aunque me pide que no lo transcriba: «éramos muy felices en esa época, hacíamos lo que queríamos cuando queríamos, nos gastábamos el dinero en lo que realmente queríamos, mientras muchos de los grupos se lo gastaban en drogas. Nosotros nos peleábamos por conducir la furgoneta en las giras, cuando el resto de bandas llevaba su propio chófer. Los grupos de ahora parece que se preocupan demasiado por sonar bien (…)» ¿Pero qué tiene de especial esa canción para que a pesar de haberse considerado como un himno facha (mil veces negado por la banda) haya trascendido con tanta fuerza hasta nuestros días? «nunca hemos sido fascistas eso lo puedes decir bien claro«, no hace falta, me niego a volver a recalcarlo, nadie en su sano juicio debería buscar en la canción algo más de lo que en palabras de Emilio la hace tan especial «esa canción tiene un ritmo espectacular. La batería de esa canción es magnífica, ese es el secreto de la canción, es muy cantable, es muy comercial«. Yo me atrevo a contradecirle ¿tal vez la genialidad de la letra (obra de Joaquín) es la clave de su éxito? pero Emilio lo tiene claro y no cede posiciones «no, porque todas las letras de Los Nikis son igual de buenas«. Y claro, yo no puedo más que rendirme a la evidencia.

Aprovechando que el propio Emilio tilda su canción más celebrada como música comercial lanzo otra pregunta al aire ¿si Los Nikis aparecieran por primera vez en 2012, crees que serían etiquetados como una banda «Indie»? y ya metidos en faena, aprieto un poco más, ¿qué me puedes decir de todos esos grupos con los que se os tiende a emparentar estilísticamente, como Los Punsetes o Juanita y los Feos, por poner sólo dos ejemplos? Responde un poco apurado, se sincera y se disculpa el bueno de Emilio, «siento decepcionarte, pero es que estoy completamente fuera de todo lo relacionado con la música, y con la música actual, no conozco esos grupos que me mencionas, eso tal vez te lo debería contestar Joaquín (actual bajista de Los Acusicas). A los Airbag los conocí por Joaquín, me parecieron unos tipos majísimos y así surgió la actuación. Si hubiéramos salido hoy, pues no sé, querría tener un público que fuera como el que había en el concierto de Airbag y no creo que entre la gente que había allí hubiera mucho seguidor de David Bisbal«.

Intento poner los pies en el suelo y traer la conversación a lo gris de la situación económica actual preguntando de qué hablarían las canciones de Los Nikis en esta España. Aunque de sobra sé que los madrileños nunca se han caracterizado por ser unos juglares de su época, y en ese sentido me espeta Emilio «ni de crisis ni nada, qué va, hablarían de lo mismo«. A estas alturas de la conversación y sorprendido por lo patente que resulta la ilusión que le está haciendo a Emilio recordar por un lado, y por otro que le recuerden que Los Nikis siguen plenamente vigentes en el imaginario popular (¡desde la redacción de Muzikalia reivindicamos una calle en Algete con su nombre!) cabe preguntarle si Los Nikis alguna vez llegaron a ser conscientes de los logros obtenidos «ha sido con la perspectiva del tiempo cuando nos dimos cuenta de hasta donde habíamos llegado. Sí es cierto, vale, claro que éramos conscientes de que habíamos alcanzado el número uno, pero es que la semana anterior a Los Nikis en el número uno estaban los U2 y yo nunca me he comparado con una gente de ese nivel…«.
Ya veo el fondo del café, debería dejarlo aquí, aunque da pereza tener que alejarse de un tipo que cuenta con tanto cariño y respeto lo que la música ha supuesto en su vida. Es admirable su empeño en subrayar que no quieren profanar con anodinas reuniones pro-monetarias el sueño de unos chicos que a pesar de sus deficientes conocimientos musicales escribieron renglones bien rectos en el libro de la Edad de Oro del Pop Español.

Emilio se me antoja reacio y en eso sí que le culpo, a reconocer que Los Nikis no se quedaron congelados hace más de dos décadas, sino que siguen siendo una constante banda sonora para muchas otras generaciones. Tal vez es su argumento (¿o excusa?) más férreo para negar una reunión del grupo y eso que todavía es fácil adivinarle el mismo entusiasmo para todo aquello que emprende, incluso para hablar del fin de la banda, «los Nikis terminaron porque cada uno tenía muy claro que ese no era nuestro medio de vida, era impensable hacer un concierto si Joaquín tenía examen de piloto de AENA, por ejemplo, yo que era el más pequeño fui el último en abandonar aquella historia porque me llamaban para todos los saraos ¿que había que entregar el disco de oro a un grupo que se llamaba Duncan-Dhu? allí estaba yo (…) pero siempre sabíamos y teníamos muy claro que aquello no era con lo que nos ganaríamos la vida (…) ahora seguimos siendo muy buenos amigos y cada uno se dedica a lo suyo«.

Pues bien querido Emilio, desde aquí me uno a los que desean que dentro de diez años volvamos a vernos en Sing Sing, o quién sabe si antes. Tal vez algún verano podremos escuchar ese timbre tuyo tan peculiar (que nunca será como el Montserrat Caballé como tu bien dices) en algún festival con la entrada permitida a menores, ¿porqué no?

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