Lucinda Williams – Good Souls Better Angels (Highway 20 Records)

El último trabajo con nuevas canciones que nos echamos a la boca de Lucinda Williams (Lake Charles, 1953) se remontaba a 2016 (The Ghost of Highway 20) y es que ella nunca se ha caracterizado por ser una artista muy prolífica, más bien todo lo contrario, trabajos espaciados en el tiempo aunque de calidad abrumadora y producción exquisita. Entre medias llegaron This Sweet Old World en 2017 y Vanished Gardens en 2018, siendo el primero una revisión de su disco de 1992 donde a las magníficas canciones de entonces se les sumaba la producción de sus últimos años, convirtiendo el trabajo en la mejor forma para un neófito de introducirse en Lucinda, y el segundo un ejercicio de jazz junto con Charles Lloyd & The Marvels. Es por tanto obvio que aquellos que tenemos a Lucinda como referente de la americana nos derretíamos de ganas de un nuevo trabajo que además, esta vez, iba a ser acompañado de gira por nuestro país y que el maldito coronavirus nos la ha arrebatado de las mismísimas manos.

La hija de Miller Williams, poeta y profesor de literatura que ejerció no solo de padre coraje sino de maestro artístico, es desde hace años la reina del folk-rock americano, la referencia para la gran hornada de jóvenes y excelentes songwriters femeninas que aspiran a sucederla en el trono en los próximos años como Margo Price, Nikki Lane, Whitney Rose, Brandi Carlile o Jaime Wyatt entre otras. Muchos la consideran la Bob Dylan femenina en la escena de raíces americanas, salvando las distancias; no por su extensa discografía, ni por haberse convertido en un terremoto cultural de gran repercusión en distintas generaciones, sino por su gran habilidad y facilidad para escribir e interpretar canciones redondas y perfectas, canciones que te desarman por dentro y explotan de belleza en tu interior.

A Lucinda le costó alcanzar el éxito. Su primer álbum, repleto de versiones blues y country, data de 1979. No fue hasta 1998, solamente cuatro discos después, cuando deslumbró a todos con su obra cumbre Car Wheels On A Gravel Road, disco en el que se conjugan las excelentes letras sobre desamores, añoranza de la infancia y carreteras secundarias, con excelentes melodías que se te meten en la cabeza y con, por fin, una producción meticulosa que elevaba sus canciones a una nueva dimensión gracias al sonido mucho más compacto, aguerrido y potente.

De ahí en adelante Miss Williams nos ha ido regalando discos de buena factura, cada vez más pausados, por un lado, pero con más fuerza en su otra cara, hasta llegar a este Good Souls Better Angels que nos ocupa ahora.

Guitarras, guitarras y más guitarras es lo primero que te viene a la cabeza en las primeras escuchas de Good Souls Better Angels, algo que puede llegar a descolocar ya que nuestra chica de oro de 67 años, en vez de optar por unas atmósferas y sonidos más intimistas como su edad pudiera invitar a recorrer, nos ofrece su trabajo más rockero y potente de toda su carrera que ya recoge 13 discos de estudio.

Para abrir boca “You can´t rule me”, un blues-rock grasiento para escupir a la cara al presidente de todos los norteamericanos, su “querido” Donald Trump. La rabia no queda saciada con esta canción no, necesita dos canciones más, “Bad news blues” y “Man without a soul”, para quedarse a gusto y poder seguir adelante con el disco.

Ahí es donde llega el solomillo de este LP, cuando Lucinda Williams abandona la canción protesta y se vuelve melancólica, con gotas de agua descendiendo por los cristales, y aborda la tan amenazante depresión. “Big black train”, “Shadows & doubts” y “When the way gets dark” conforman un triplete mágico en los que mecerse sin mirar el reloj y dejar que Lucinda te cante al oído. Cabría decir que este tipo de canción es lo que sigue sabiendo hacer mejor nuestra rubia de Luisiana, ahora que parece que ya no le salen los hits redondos que antaño coleccionaba como “Side of the road”, “Six blocks away”, “Right in time” o “Drunken angel”. Con estas baladas nocturnas sigue la racha que tantas lágrimas nos ha arrancado en los discos del s. XXI: “I envy the wind”, “Words fell” o “If wishes were horses” pueden servir de ejemplo.

“Wakin’ up” y “Pray the devil” nos devuelven a la denuncia y a la crítica social, pero esta vez no se ensaña con Trump o las injusticias del mundo, sino ante los malnacidos capaces de abofetear o asesinar a sus parejas.

Para cerrar el álbum “Good souls”, otra hermosa balada, esta vez más esperanzada que las anteriores. Parece que después de la tormenta sale el arcoíris y Lucinda se quiere despedir de nosotros, hasta la próxima, llena de sentimiento pero con un guiño de ojo cómplice, sin tanto dramatismo.

Las 12 canciones y 1 hora de duración que Lucinda Williams ha coescrito junto a su pareja Tom Overby nos deja un sentimiento agridulce. Por un lado acabas admitiendo que Good Souls Better Angels está lejos de encontrarse entre los 5 mejores discos de su discografía, pero por otro lado te reconforta saber que en él podrás seguir encontrando un ramillete de canciones labradas en piedra y cincel. Donde no podremos encontrar consuelo es en saber que no la pudimos ver en la primavera del 2020 por culpa de un maldito bicho invisible.

Escucha Lucinda Williams – Good Souls Better Angels

 

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