Nada Surf (Sala La Riviera) Madrid 14/11/24
Nada Surf es una de esas bandas que vería en directo todas las veces que hiciera falta. No importa todas las que ya lo he hecho. Siempre, siempre sus melodías son capaces de limpiar el corazón y hacernos cantar a grito pelado con la misma inocencia y entusiasmo como si la vida siguiera teniendo un punto de esperanza en el que fijar la mirada. Esta vez no iba a ser diferente, por supuesto.
Como anticipo pudimos disfrutar de un sorprendente concierto de Glassio, proyecto capitaneado por el neoyorkino Sam R. Know, acompañado para la ocasión de dos músicos británicos. La suya fue una propuesta que encajaba como anillo al dedo con la de nuestros protagonistas de la noche, lo que se dice unos teloneros de calidad y acordes al sonido y a la actitud del grupo principal. Sorprende comparar su puesta en escena orgánica con esa indietrónica que gastan en estudio, desde mi punto de vista mucha más anodina. Les recomiendo que sigan la pista de sus próximos pasos por si el viraje sonoro de su directo es su pauta a considerar.
Primera fila para observar el accionar de Nada Surf que venían a presentar otro gran trabajo Moon Mirror (24) –esta gente es incapaz de hacer un disco malo, está claro- que sigue la estela del extraordinario Never Not together (20) sin alcanzar sus cotas de excelencia, algo del todo imposible por otra parte.
Fue su última obra la gran protagonista de la velada junto a los temas de su clásico imperecedero, Let go( 02). Sorprendió desde el inicio una sonoridad especialmente contundente, más que la habitual en sus shows, lo que hizo brillar sus temas más frontales y musculados como “Hi-speed soul”, su siempre trepidante primer single “The Plan” o “Hyperspace”. Entre las nuevas canciones, destacó una buenísima “In front of me now”, seguida del desarrollo tan emocionante de “Come get me”, una de mis canciones preferidas de por vida de la banda y, de manera fantástica, una conmovedora y maravillosa “New propeller”, llamada a convertirse en nuevo clásico de Nada Surf.
Otros momentos tremendamente emotivos con la lagrimilla a punto de asomar entre la alegría y la nostalgia fueron los protagonizados por la lucidez desarmante de “Looking for you”, el pulso inmortal de “See these bones”, coreada por cientos de almas en comunión y, terminando, un “Always love” que respira pura esperanza para aquellos corazones que todavía cometen la tierna imprudencia de sentir la ilusión cada día al despertar, aunque sea sólo por unos segundos.
El emocionado y agradecido cuarteto terminó justo al lado nuestro y completamente desenchufado cantándonos, acústica en mano, un “Blizzard of ‘77” que era el perfecto broche a una de esas ocasiones cotidianas que, sin saberlo, son las que nos permiten seguir adelante con un destello anhelante nuestro camino por el mundo.
Foto Nada Surf: Raúl del Olmo