Niños Mutantes – Ciclo Alhautor (Alhaurín De La Torre) 12/08/21

La vida puede llevarnos por extraños e inesperados derroteros. ¿Qué podemos decir después de enfrentarnos a una crisis mundial como la actual? Juan Alberto, cantante y líder de Niños Mutantes, afrontaba su primer concierto tras ser operado de urgencias hace apenas dos semanas. Seguramente, este no fue un concierto más para él y para su banda.

La noche se presagiaba especial en el bello entorno de la Finca El Portón, donde el Ciclo Alhautor prosigue su titánica y ejemplar tarea de acercar la música popular en sus diferentes variantes, a un público hambriento de emociones escritas en pentagramas.

Tras la desgraciada caída de la telonera Suu, los granadinos contaban con un amplio espacio temporal para desplegar las bondades de sus discos más recientes, los que acaparan sus shows desde hace tanto tiempo, y con mayor atención al último, el destacado Ventanas (Ernie Records, 2020).

Así, las descargas recientes de “Una Noche”, “Oxígeno”, “Un Tiro En El Pie”, “La Ausente”, “Todo Tiene Un Precio”, con sus ritmos algo más oscuros y bailables en ocasiones, o más directos en forma de hit, en otras; con sus puntuales y acertados sintes sugerentes y magnéticos, incluyendo la delicada balada “No Una Más”, con ese bajo Höfner tan Paul McCartney que le va como anillo al dedo, mezclaron ágiles y naturales con clásicos de sus anteriores largos Diez (Ernie Records, 2017) como “NM” y “Pura Vida”, y El Futuro (Ernie Records, 2014) con la ya esperada traca final de “Todo Va A Cambiar”, a la que tanto nos hemos agarrado buscando la esperanza durante este horrible año, o la anterior y brillante “La Ausente”, pasando por las ineludibles “Errante”, “Te Favorece Tanto Estar Callada”, con oportuna aclaración de Juan Alberto a su título y temática, tras reflexionar sobre el asunto Zahara y su cartelería para el concierto de Toledo. Incluso hubo espacio para la entrañable concesión a una fan que desde las primeras filas se pasó todo el concierto pidiendo la que debía ser su canción favorita, “Isabelita”, que tantísimo tiempo llevaban sin tocar.

Con un acertadísimo juego de luces y una puesta en escena vibrante e hipnótica, lo suyo fue una demostración de energía sabiamente canalizada. Ser capaces de mantenerse en tan buena forma tras tantos años en la carretera tiene mucho mérito, como así se lo agradeció una concurrencia entregada que no dudó en mover sus caderas al ritmo de esas historias, en las que muchos se sentirán seguramente identificados, y que forman parte de la banda sonora de sus vidas. Y los que allí estuvimos, seres errantes abrazando orgullosos sus imperfecciones, nos sentimos afortunados de poder disfrutar ese momento lleno de emoción y reencuentro con esas melodías imperecederas.

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