ConciertosCrónicas

Niños Mutantes (Sala Hangar) Córdoba 10/02/23

Unos niños que hace tiempo se hicieron mayores, se reprodujeron artística y personalmente y, tras pasar por varias crisis que amenazaron su continuidad, se recuperaron una y mil veces para levantarse y dar por sentado que sí, que ya son adultos y que esos obstáculos que en su momento parecían insalvables no eran más que muescas dejadas por el camino perdido de los malos momentos, siempre necesarias para reforzar lazos y superar malas rachas, pandemia incluida. Tanto es así que ahora muestran una visión musical ampliada y en muchos casos mejorada, poniéndose en manos de varios productores para facturar un disco abierto y arriesgado como Ventanas y no dejarse aplastar por el peso de las restricciones, tocando y retocando algunos de los que para ellos ya son futuros clásicos: “Una noche”, “Un tiro en el pie”, “Camino perdido”, “Todo tiene un precio”… Pero no solo eso, las intercalan con el grueso de su última producción, aún en pleno proceso de rodaje.

Claro que con las horas de ensayo y los años de carretera que les sirven de colchón, todo parece mucho más fácil y apenas sin solución de continuidad con los temas que los incrustaron para siempre en nuestra memoria. No es solo cuestión de que le echen bemoles al asunto y reivindiquen un disco más que irregular iniciando el concierto con “La ola”, probablemente una de las letras más emocionantes que haya salido nunca de la cabeza y la boca de Juan Alberto Martínez, sino el hecho de que apuesten a la “Buena suerte” de unas canciones bautizadas con títulos llenos de nostalgia, como “16” y su empeño en conservar la esencia adolescente que les trajo hasta aquí, el poso visionario de “Lo que va a pasar”, el esperanzador de “No has venido a sufrir” o la autoconfesión de “No tengo remedio”, traspasada por el afilado halo mutante, un sello que por muchas vueltas que les den a las canciones siempre tendrán grabado a fuego en su corazón. Lo dicho, unos mutantes que siguen persiguiendo algo que ojalá nunca consigan, pues eso significará una nueva maleta de canciones que los transporten al próximo viaje con la misma ilusión e idénticos presupuestos.

Los Cuchillos Y Diamantes que trajeron, relucientes e incisivos, a la sala Hangar un viernes de transición hacia la siguiente parada en su casa granadina los dibujaron contundentes, sobrados de energía y en una madurez que no nos hace temer en absoluto por su futura salud musical. Recuerdan al folk electrificado de Neil Young y sus Crazy Horse en una fantástica e insospechada “Madreselvas” en la que se anclan a la música como motor absoluto de sus movimientos y radiografían el aislamiento al que parecemos abocados de manera casi forzosa en “Mensajes”, otra fotografía eficaz de un tiempo difícil, al que se aferran con el orgullo de haber sobrevivido y la frente alta por seguir funcionando a este nivel. A estas alturas no se deshacen de puntos álgidos de su repertorio en vivo, y “No puedo más contigo”, “Náufragos” o “Todo va a cambiar” pueden y deben seguir sonando como lo que son, sendos himnos apropiados para distintos contextos pero con el nexo común de la reivindicación de una identidad personal cada vez más alienada. En el capítulo de recuperaciones para la nueva gira, abren de nuevo “La puerta” que les sirve para abundar en lo mismo y que, todo sea dicho, es un placer enorme volver a escuchar, reducen todo a la guitarra acústica y voz en la nana de “Mi niño no quiere dormir” y se retrotraen al momento en que todo empezó, cuando la explosión de los sonidos independientes y la precariedad de producciones y estudios amenazaba con hacerlos flor de un día: “Katherine” es, aparte de una sorpresa absoluta, una canción como la copa de un pino. Los Niños Mutantes en esencia y presencia. Los mismos de “Hermana mía”, “Errante” (cuánto han de agradecerle a esta canción, y no se cansarán nunca de repetirlo) y “La voz”, que resiste como happy end en sus fiestas sobre el escenario. Porque eso es un concierto suyo, una fiesta de música en la que los primeros a los que se ve dichosos son ellos mismos.

Hay que felicitar una vez más, aparte de a la voz cantante y alma creativa, a Andrés López, Migue Haro, Nani Castañeda y al recién llegado, Toni Jiménez, al que podríamos bautizar como el complemento ideal a los teclados, guitarras y percusiones, por mantener la ilusión y el empuje en eso que al final es la clave, principio y fin de todo esto por lo que algunos seguimos aquí: Las canciones. Mientras ellos estén por la labor, la escena musical de este país será un poquito más completa.

Fotos Niños Mutantes: JJ Caballero

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