ConciertosCrónicas

Nothing But Thieves (La Riviera) Madrid 09/07/24

Aprovechando su paso previsto para la jornada del viernes del festival Mad Cool, Nothing But Thieves resultaron programados unos días antes en la sala La Riviera, en una cita con el atractivo adicional de las distancias cortas, sobre todo para esa sección de fans juveniles que atesoran los británicos. Unos seguidores que completaron cerca de tres cuartos de aforo, logro nada desdeñable teniendo en cuenta que la velada coincidía con la semifinal de la Eurocopa entre España y Francia. El quinteto probó, a lo largo de noventa minutos, su solvencia sobre las tablas, terreno en el que ganan credibilidad con respecto a aquella versión de estudio materializada en discos como Broken Machine (2017), Moral Panic (2020) o el más reciente Dead Club City (2023).

La banda factura un pegadizo indie-pop de guitarras, con pose rock y generosas dosis de épica apta para todos los públicos, con especial fijación por el mencionado tipo de público y su consecuente euforia ante cualquier movimiento acontecido sobre el escenario. Una propuesta que, dependiendo del momento, puede remitir a bandas como The Killers, The 1975, Muse, Keane, The Hives, Blossoms o incluso Justice, cuando apuran su veta más electrónica. Esa capacidad para acometer diferentes influencias en la misma marmita es, en realidad, una de las virtudes escénicas de los de Essex, que, en cualquier caso, tienen en la palpable potencia inherente a su directo el valedor máximo. Puede que el espectáculo resulte algo monótono en formas, en un tic materializado, por ejemplo, en el recurso del falsete por parte del vocalista Conor Mason. Sin embargo, no es menos cierto que la formación luce una efectividad fuera de toda duda, con su solidez ejecutiva potenciando el interés y consensuando unas expectativas tan bien definidas de antemano como a la postre satisfechas: la satisfacción de un público ganado de antemano.

Una apuesta concretada desde la incial “Oh No :: He Said What?” a las finales (a modo de bises) “I’m Not Made By Design” y “Overcome”, pasando por “Sorry”, “Amsterdam”, “Welcome To The DCC”, “Sorry”, “Is Everybody Going Crazy?”, “Tomorrow Is Closed” o una solvente versión del “Where Is My Mind?” de Pixies con los que llegar a esa vieja guardia que la pasada noche era minoría. Nothing But Thieves son previsibles y entretenidos a partes iguales, y quizá no manejen una chispa demasiado original ni elaborada, pero desde luego son poseedores de un catalizador que utilizan en beneficio propio soltura e inteligencia, amparados por una interpretación sin fisuras. Lo suficiente como para completar lo que, en definitiva, fue un buen concierto que dejó (casi) igual de satisfechos a fieles y neófitos.

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