Royal Blood – How Did We Get So Dark? (Warner)

Cuando en 2014 publicaron su primer disco, los dos miembros de Royal Blood (Mike Kerr y Ben Thatcher) debieron ser los primeros sorprendidos de su éxito. Dicen que la culpa la tuvo Matt Helders de Arctic Monkeys, que ya en 2013 se subió al escenario de Glastonbury con una camiseta del dúo de Brighton. Entonces Royal Blood solo habían publicado el sencillo «Out of the Black» y de pronto todo el mundo hablaba de ellos. Pero una cosa es ser una nota en el apartado de bandas prometedoras de una revista y la otra es competir con una escena copada por el pop y el hip hop. ¡Y vaya si lo hicieron! El 25 de agosto de 2014 lanzaban su debut y vendían sesenta y seis mil copias en una semana. Pero lo más sorprendente es que colaban su sonido de guitarra en la radio, entre temas de Pharrell Williams, Coldplay o Ed Sheeran.

Royal Blood rescataron en su debut sonidos de Queens of the Stone Age, Led Zeppelin o Foo Fighters, el blues rockero y el primer rock duro, y le dieron forma de canciones contundentes de melodías y riffs pegadizos, con frescura y un gamberrismo inofensivo, simpático y macarrilla. Construyeron su sonido con un muro de amplificadores en serie y un bajo y, siendo conscientes de que no inventaban la sopa de ajo, devolvieron la fe en un género, el rock, que daba pocas alegrías en los últimos años. No acabaron de abanderar esa cacareada nueva ola de rock británico que hace años que se espera, pero Jimmy Page o Dave Grohl los reivindicaron como una de las apuestas más revitalizantes y, sobre todo, divertidas del guitarreo actual. Aire fresco para el rock.

Para el segundo disco, Royal Blood han decidido arriesgar poco o nada. Si metemos en un saco todas sus canciones, es difícil distinguir en una primera escucha cual pertenece al primer disco y cual al segundo. Esto no es necesariamente malo en un género que se distingue precisamente por arriesgar poco. Los riffs de los temas de How Did We Get So Dark? siguen siendo directos y asequibles. Y también divertidos y pegadizos. En las musculosas “Lights out” y “How did we get so hard” volvemos a encontrar las señas de identidad del dúo: gruesos bajos y baterías rotundas en dos temas que, junto a “I only lie when I love you” forman un trío poderoso para abrir un álbum de rock enérgico y perfecto para escuchar a todo volumen.

A partir de ahí, este segundo trabajo se vuelve un poco irregular con temas que, aunque se mantienen dentro del patrón, no acaban de acertar con las melodías o con el ritmo. Melodía plana y sin gancho en el caso de “She’s Creeping” o “Hole in Your Heart”. Ritmo lento y aburrido en temas como “Don’t tell” o “Sleep”. Salpicadas con aciertos como la vigorosa “Where are you now?” (que forma parte de la banda sonora de la serie Vinyl) o “Hook, Line & Sinker”, deudora descarada de White Stripes. Y con un algún manchurrón, como “Look Like You Know”, que podría ser un tema de Matt Bellamy de Muse pero con menos pompa y unos coros horribles.

Porque los coros son de las pocas cosas nuevas del segundo trabajo de los británicos, que han querido abrir la puerta a experimentar con nuevos sonidos, pero parece que han dejado solo una rendija por la que colar novedades. Coros siempre sutiles, con más o menos acierto, y un toque de cencerros por aquí y por allá, junto con el teclado a-là Supertramp de “Hole in your heart”, son lo máximo que se han aventurado a territorios sonoros desconocidos. Sin problema, porque siguen manteniendo intacta la capacidad de entregar temas arrolladores. Ya nos preocuparemos si llega el día en que lo conviertan en fórmula.

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