Scissor Sisters – Night Work (Universal)

Tras la publicación de los álbumes Scissor Sisters y Ta-Dah, quedaba claro que el grupo de Jake Shears y Ana Matronic era una banda de singles: temas redondos y efectivos como “Take your mama” o “I don’t feel like dancing” perdidos en sendos discos irregulares y descompensados, por más que muchos se empeñaran en auparlos como la válvula de escape divertida del oyente tristón de música indie. Así que los americanos afrontaban la creación del nuevo trabajo con la idea de conseguir un disco completo, que no se limitara a servir de relleno a los singles. Y la primera decisión que tomaron fue prescindir de la vertiente más poppy de su música y lanzarse descaradamente a la discoteca.

El resultado no es necesariamente malo: Night Work es un trabajo homogéneo con doce temas de música de baile que mira directamente a la música dance de los setenta matizada con algunas pinceladas de los ochenta. Las referencias son largas: desde los falsetes tomados de los Bee Gees (“Any wich way”) hasta los ecos a Pet Shop Boys (“Invisible Light”). Aunque en algunos temas deciden dar un salto temporal y “Something like this” podría ser un tema de Fisherspooner sin tocar ni un acorde. Incluso recuerdan autocitarse en “Whole New Way”, que tiene un aire sospechoso a “Take your mama”.

Pero sí que es un disco un tanto decepcionante: y es que Scissor Sisters han perdido el encanto de la fantasía que desprendían los singles de sus trabajos anteriores. Han decidido cambiar la luminosidad de su anterior mundo de purpurina por el hedonismo de la noche, la alegría resplandeciente por el desmadre y la lujuria. Y musicalmente, la inspiración por la trivialidad, con temas sin un single claro y con singles demasiado convencionales (¿seguro que “Fire with fire” no es una versión de “Human” de The Killers?). Y sobretodo con la sensación de que en este disco no hay relleno porque no hay nada que rellenar.

Eso sí, no sé cuándo me cansaré de escuchar “Running out”. Según mi reproductor llevo cincuenta y cuatro escuchas. Estoy en la cincuenta y cinco. ¿Hace falta decir más?

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