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Tilde – Animares (Siete Señoritas Gritando)

Los barceloneses Tilde nos sorprendieron agradablemente hace unos años con su disco La Compra del Mes (Siete Señoritas Gritando, 2012). En aquel momento lo definimos como «un reto para los sentidos», una mezcla de jazz, psicodelia, rock y folk casi indescifrable pero gustosamente disfrutable. Desde luego estábamos ante una banda con personalidad propia. Lástima que no se hayan prodigado mucho desde entonces (creo recordar que sacaron un EP hace un par de años). Por suerte, han vuelto a lo grande con este Animares (Siete Señoritas Gritando, 2017).

Mati Pando, vocalista de la banda y autora de todas las letras, ha creado una colección de canciones que no dejará a nadie indiferente. Animares no es un disco sencillo de escuchar. Tilde insisten en su mezcla nada ortodoxa de géneros: a ratos suenan jazz, otros parecen resucitar el espíritu de Triana, otras veces se pierden en los senderos del folk noir…. Se escuchan pasajes recitados junto a largos desarrollos instrumentales cercanos al rock progresivo, en un cóctel hipnótico cuya guinda es la voz de Mati, muy personal, aparentemente frágil pero con un poder de seducción intrigante.

En cuanto a las letras, Mati sabe combinar con inteligencia la faceta poética de sus canciones con la reivindicativa, más presente aquí que nunca. A veces escondidas tras esas metáforas con animales («Caracol», «En los ojos de los caballos») que parecen estar en la raíz del disco, pero otras veces a plena luz, como cuando dedica una canción («Coño insumiso») a la polémica procesión del mismo nombre, o cuando echa mano de versos como «soltarse las manos y hacerlo sola, sin sentirse sola». Canciones de rabia y de autoafirmación. Canciones sobre lo complicado y exigente que es ser mujer, pero también sobre lo maravilloso que es andar con la cabeza alta.

Un disco con mensaje pero que no se queda en el mensaje. Podrí­a ser un álbum instrumental y serí­a igualmente espectacular. Tilde aciertan con el interruptor para alternar luz y oscuridad, pasajes bucólicos junto a otros tenebrosos, versos que interpelan junto a coros casi infantiles, mensajes para la reflexión y momentos instrumentales para desconectar y dejarse llevar. Lo hacen todo, lo hacen bien, y sobre todo consiguen no sonar inconexos ni desperdigados, sino todo lo contrario: más sólidos que nunca.

Entre tanta estrella vieja y nueva, entre tantos discos grandilocuentes y sobredimensionados, entre horas y páginas dedicadas a artistas efí­meros, Tilde podrí­an ser los tapados de 2017. Ojo a este Animares, tanto si sale en las listas de fin de año como si no. En la mí­a ya adelanto que estará.

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