Discos

Leonard Cohen – Old Ideas (Columbia)

Dicen de Voltaire que, ya muy anciano, a la salida del estreno de su última obra teatral recibió tal cantidad de aplausos y muestras de afecto que no supo dejar de exclamar con algo de malicia “¡Me están enterrando con rosas!”. Leonard Cohen se ha pasado dos años siendo sepultado por toneladas de respeto y admiración tras cada actuación durante su inacabable gira mundial. Aplausos ganados con merecimiento pero inevitablemente con algo, o mucho, de nostalgia prematura hacia uno de los grandes iconos de la música popular. Fue durante esa gira, organizada por la necesidad de recuperarse de la conocida estafa que sufrió, donde Cohen escribió la mayoría de las canciones que presenta en este disco. Pero parece que más que embriagado por las rendidas muestras de devoción, la ilusión y entrega con las que asumió la gira hicieron que se le despertara de nuevo el caprichoso duende.

Si recordamos sus discos del siglo XXI, el aceptable Ten New Songs (2001) y el aburrido Dear Heather (2004), comprobamos satisfechos que Old Ideas los supera ampliamente en ambición y calidad. Durante las primeras y apresuradas escuchas es difícil apreciarlo. Su voz suena a la de un hombre de casi ochenta años, los arreglos son muy convencionales y hay canciones que recuerdan a algunas de anteriores. En «Amen», por ejemplo, recicla la melodía de «I’m Your Man», «Crazy To Love You» trae «Chelsea Hotel nº2» a la memoria y en Banjo parece que vaya a cantar el estribillo de «Tower Of Song» en cualquier momento. Pero la sensibilidad con la que compone cada canción le ahuyenta del fantasma de una tosca repetición de fórmulas ya gastadas. Es un disco íntimo, muy personal hasta para estándares cohenianos y la brillantez de sus letras poco tiene que envidiar al magnum opus de su discografía. Todo necesita de gusto por el detalle y tiempo para la escucha.

Según parece  Old Ideas es la antesala de otro trabajo que ya se está cocinando. Sea o no cierto Cohen ha escrito el disco desde la perspectiva de alguien que tiene negado el futuro. Con la misma elegancia con la que siempre ha transitado en este mundo, y sin ningún tipo de dramatismo, nos cuenta sus impresiones al asomarse al abismo. Parece mostrar una obsesión en solucionar sus asuntos pendientes, quizás esas “ideas viejas” con que titula el disco. Es una escucha emocionante para quienes sentimos a este señor como algo nuestro, ni se concede un solo gesto de autocompasión ni trata de señalarnos su legado. Pero tampoco son necesarios dramatismos de telenovela. Ha prometido volver a fumar cuando cumpla los ochenta años. Me parece que eso solo lo puede hacer alguien con algo, quizás poca, pero con algo de confianza en el futuro.

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