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Adrianne Lenker – Bright Future (4AD / Popstock!)

Una foto desenfocada que arrebatamos a la muerte. Un arrebato, un destello de luz entre tanta penumbra. La filosofa Marina Garcés dice que el futuro sí que lo sabemos imaginar, pero por aciago que sea, ese futuro que nos prometieron no es el que queremos habitar, no queremos ser parte de esa orografía escarpada.

A Adrianne Lenker le gusta hacer malabarismos con las palabras. Es como esas feriantes que van de pueblo en pueblo vendiendo remedios para una vida mejor; es una variante de predicadora enfundada en su gorro de ala ancha, tocando la guitarra y cantando, dejándose su hilo de voz quebrado y un tanto destartalado. Adrianne es una artista que cuando abre la boca es para que emanen de ella sortilegios, palabras que se convierten, como por arte de magia, en una segunda piel que nos abriga y nos hace creer en que las palabras dichas nunca deberían ser actos de futilidad. Sus palabras crean vínculos carnales con el oyente, y proyectan un futuro que no dejaremos que nos cancelen.

Su nuevo disco Bright Future (4AD, 2024) lo componen canciones que se toman su tiempo, no necesitan la atención inmediata, y bien mirado eso es uno de sus grandes triunfos en una sociedad en donde la palabra y la atención está siempre en manos de depredadores sin escrúpulos. Pero, además, los sonidos que se escapan de su frágil voz saben a agua de manantial, a arena del desierto y al trino de los pájaros a la mañana, huelen a la lavanda de la ropa tendida, respiran al son del latido de nuestra sangre, rozan nuestra piel y ésta se sobresalta. ¿Es verdad o invención? Es lo mismo.

Un futuro radiante, y no nos soltamos de su mano para dejarnos llevar por un pentagrama de ensoñaciones, de fotogramas de una película congelada en el tiempo (“When I was seven/I saw the first film that me made me scared/and I thought of this/whole world ending/I thought of dying unprepared”) de cuando no teníamos miedo a perder nada, porque ese sentimiento no anidaba en nosotros, y así lo canta en la inicial “The Real House”.

El tiempo pasa y deja cicatrices, pero la música siempre nos acompaña, y así lo expresa en la hermosa “Sadness As A Gift” en un ambiente de recogimiento e intimidad en el cual escuchamos a nuestra trovadora mecer sus palabras cobijada entre arreglos de violín y piano. El peso de la soledad apuntala el ritmo melancólico de “No Machine” con versos que son un mundo entero (“Tot he ocean of your love/I am a river”), y esa profecía o ritual que nos une a la naturaleza está presente en todo el disco, y en “Free Treasure” parece la banda sonora de una película de Terence Malick, y todo aquí no tiene medida, es un torrente de emociones que desbordan el plano cenital.

La madera de la guitarra se escucha mientras rasguea con suavidad el mástil, y un piano satieniano recrean “Evol”, y el amor como acto de fe aparece en “Candle Flame” (“When we’re together/only one thing moves/everything else stays the same”).

En estos surcos hay mucha memoria compartida con Neil Young, Bonnie “Prince” Billy, Randy Newman, Nina Simone, Carole King, y mil y un espectros más que hacen de este disco un pequeño milagro. Adrianne Lenker debe ser de esas personas que ofrecen su palabra a cambio de nada. Promesas que nos harán ser más fuertes.

Escucha Adrianne Lenker – Bright Future

 

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