Anna von Hausswolff + Maud The Moth (Sala Cool) Madrid 11/10/2022
Hay conciertos que, más allá del habitual disfrute que pueden generar, producen sensaciones que, según como seas, dan qué pensar acerca de lo que puede gestarse en un escenario y puede saltar hacia quienes están enfrente de él.
Es algo que se traduce en un acto de comunicación a varios niveles que, en ocasiones, sobrepasa el molde del espectáculo para convertirse en un instante de conexión con parcelas más profundas de sensibilidad.
Creo que esto es lo que ocurrió esta noche. Lo que se movió, más allá de altavoces, monitores, luces, micros e instrumentos, fue un impulso de expresión en su sentido más potente y, quizás, más corporal y, a la vez, sutil. Porque los dos conciertos que se dieron fueron energía de alcance directo.
Amaya López-Carromero se sentó frente a su piano y su equipo para mostrar que Maud The Moth es absolutamente envolvente, que su música es un enigmático trayecto por vías muy personales que parecen conducirnos por pasillos de claroscuros, de colores que son como vías de sonido plenas de total personalidad. Sus canciones son como recovecos en los que su notable voz tiene un efecto físico que atrapa y que mete en su interior porque, en sus registros, ondula la música para hacer que las secuencias de repetición, los loops, se vayan convirtiendo en capas de lo que ella transmite. ¡Y esa transmisión es fina y está repleta de talento!
“Good Morning Blackbird”, “The Abbatoir”, “Empires” o “Turpentine”, entre otras canciones, sirvieron para poder tocar la propuesta de esta compositora y comprobar cuánta valía hay en ellas y cómo la fascinación es uno de sus alcances. Ojalá que su música pueda irse conociendo más en nuestro país, que vamos sobrados de pastiches y cortos de necesarias y distintas formas de acercarse a la canción.
Maud The Moth acabó su concierto y dejó el ambiente en vía ascendente, en el punto exacto para recibir a Anna von Hausswolff, y el efecto físico, al que me refería líneas arriba, fue total.
Nada más empezar, una constante vibración, que asemejaba a un zumbido subterráneo y telúrico, se hizo con la sala, dejando claro que el sonido iba a ser la piedra sobre la que se construiría una estructura imperial. Anna von Hausswolff y sus cuatro acompañantes dispusieron sus instrumentos para liberar sonidos que se iban empastando de una forma notable, con una corporeidad muy evidente que parecía situarse en terrenos que bien podrían hacer pensar en los ritos chamánicos de la antigüedad, los que se llevaban a cabo en cuevas y que conectaban a la persona con algo que sobrevolaba el lugar. ¿Por qué no pensarlo en este concierto y en su predecesor?
Hacerlo no es descabellado. “Sacro Bosco” dio salida a esa forma de ritual sónico en el que la sueca oficiaba de guía sosteniendo una música que, durante todo su directo, mantuvo una fascinante tensión que fue a más a cada minuto. En esa pulsión se reveló una relación entre ritmos, melodías, atmósferas y, por momentos, ruido, que se superpusieron en “The Truth, The Glow, The Fall”, ” All Thoughts Fly” o “Ugly And Vengeful” con contundencia y a la vez con nervio. Esto no era tener todo medido, era moverse alrededor de las erupciones en formato de canción que iban soltando. En ese sentido, este temblor y su onda expansiva, podría asemejar al promueven los grandes Swans. Pero, en la propuesta de Anna von Hausswolff hay un componente cálido y, a la vez, gélido que es inconfundible.
“Liturgy Of Light” fue como apagar la antorcha dentro de la cueva para perdernos en otra forma de dimensión pasional única y solemne.
Luego, una nueva canción nos avisó de que, lo que vendrá en su próxima entrega, continuará por esa exploración tan especial, en esta noche tan fantástica, llegó a su culminación con “The Mysterious Vanishing Of Electra” y “Gösta”, se cerró el círculo con ella caminando entre el público en un momento de fusión con la propia onda de sonido que bien podría asemejar a un lazo invisible entre Anna von Hausswolff y quienes estuvimos allí.
Como decía al principio, hay directos que son actos de expresión más allá del gesto. Este lo fue. El sonido tiene la magia de traspasar materias e ideas y de convertirse en emociones y sensaciones difíciles de encuadrar.
Cual alquimistas, Maud The Moth y Anna von Hausswolff lo lograron.
Completamente.
Foto Facebook de Anna von Hausswolff