Elle Belga + Fran Gayo – Neu Club! (Madrid)

El pasado sábado un doble acontecimiento se daba cita en la sala Galileo Galilei: por un lado, esa pequeña joya que es 1971 (09) iba a ser trasladada al directo por Elle Belga, el nuevo proyecto de José Luis García (voz y latido de Manta Ray) junto a su pareja Fany Álvarez. Una tierna y susurrada colección de nanas que calan por su sinceridad y emoción. Además, otro infatigable corredor de fondo como Fran Gayo (Mus) presentaba su debut Las próximas cosechas (09). Estos, casi podríamos decir, milagros sonoros, gracias al tesón de un sello que merece el mayor de los respetos por su ilusión y su inquebrantable militancia: Acuarela.

Antes, un entremés que fue toda una delicia para el que escribe: la sosegada atmósfera de Galileo disfrutando de la escucha de fondo íntegra de 2 (05), esa maravilla de Viva Las Vegas que expande todas y cada una de las virtudes de Manta Ray desterradas por decreto de la banda en sus últimos momentos de vida.

El orden primigenio de la velada se alteró y los primeros que subieron al escenario fueron Elle Belga. A la dupla, sólo le acompañaba un segundo guitarra, Pedro Vigil, en escena. Tras un inicio sorprendente con una versión a capella de “La llorona”, “Escóndete” fue el primer tema propio que sonó. Entregados y serios, defendían su cancionero con humildad ante una sala bastante vacía. Toda una injusticia, otra más dentro del panorama musical nacional.

“Mi conciencia” y su cambio de tempo, mostró un lastre que inevitablemente surgió y temía: la enorme dificultad para trasladar al directo los temas de 1971 (09), más siendo sólo tres en escena y teniendo en cuenta, pese a ser un disco eminentemente vocal, los microscópicos arreglos en estudio (trompetas, teclados, etc.), a pesar del lanzamiento de samples metrónomo, las atmósferas conseguidas por el guitarra acompañante y esa forma de tocar tan característica y llena de alma de José Luis.

Así temas como “Cada día” o la conmovedora “El tiempo” –con deseos ardientes de matar a dos subnormales que hablaban sin parar ante los susurros de Fany hasta que nuestra fotógrafa les reprendió levantándose hasta sus asientos-, no perdieron fuste, si bien otros como “La reina” o “Todas las cosas” tristemente quedaron en nada.

Lo mejor fue la cantidad de sorpresas que brindaron los astures: una versión de “Vagabundear” de Serrat, el guiño para terminar a Río Bravo con “My rifle, my pony and me” con el dúo reconvertido en Dean Martin y Ricky Nelson –esa querencia de “Rubio” por el western tan ensoñadora siempre- y sobre todo la valentía y reconocimiento que supuso defender “Sol” de Manta Ray en esqueleto.

Fran Gayo, con una estampa propia de José Luis López Vázquez en El bosque del lobo, llegó a escena acompañado de toda una banda que permitió presentarse en sociedad con un sonido henchido y académico –el pianista era canela fina-. Los temas  se mostraron muy trabajados, más de dos años han estado a ello según Fran.

Sobre cómo se defiende el ex-Mus cantando, ya es otra historia, pero como en calidad vocal no andamos precisamente sobrados en este país, tampoco conviene resaltar esas carencias. Pasajes en su mayoría desoladores y descorazonadores, como los que nos dolían bien adentro en ese binomio de discos para el recuerdo que fueron El naval (02) y Divina lluz (04), solo que sonando a banda, en un big rock de autor (en castellano, no bable) alejado de la sutilidad, que no sinuosidad del extinto dúo.

Eso sí, compañero, permíteme que te prefiera mil veces solo con tu autoarpa y tu mensaje litúrgico versionando para acabar a Ilegales (“yo soy quien vigila los juegos de los niños”) que tras las bases e inmediatez algo chunga de “Economía de guerra”, recuerdo de la flojera que fue La vida (07).

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