Entrevista: Roosevelt

“Creo que estar perdido cuando trabajas en un disco es la parte divertida de hacerlo solo, cualquier músico que grabe solo te dirá lo mismo”.

Allá por 2013, el sello Greco-Roman, propiedad de Joe Goddard de Hot Chip, le echó el ojo a Roosevelt. El proyecto del alemán Marius Lauber acababa de lanzar su EP Elliot, y la frescura con la que el jovencísimo productor mezclaba pop psicodélico hipnótico con beats retro le convenció para ficharlo para su sello. El mismo que descubriera a Disclosure o Totally Enormous Extinct Dinosaurs, ojo.

En 2015, Roosevelt publicó un single con los temas “Night Moves/Hold On”, de nuevo con un pie en el balearic y otro en el synth-pop de aire ochentero. Y justo un año más tarde, Lauber se estrena en largo lanzando su disco homónimo, que veía la luz hace pocos días. Un disco del que ya había adelantado varios temas, alguno de los cuales debería estar sin dudarlo en cualquier lista de canciones del verano que se precie.

A Roosevelt le descubrimos en directo en la pasada edición del Primavera Sound con un sorprendente directo con banda, con más pegada y menos sutileza que en disco, pero con la misma textura sedosa. Y a escasos días de haberse lanzado el debut de uno de los músicos que se espera que más den que hablar en los próximos meses, quisimos charlar con Marius Lauber y conocer un poco más su proyecto Roosevelt.

Acabas de debutar en largo con tu disco homónimo. Pero llevas desde 2013 publicando Eps y singles, además de remezclando artistas como Glass Animals o Kakkmaddafakka. ¿Qué ha sido lo más difícil de dar el salto del formato corto al largo?

Creo que lo principal es que en un EP no tienes tiempo de contar una historia completa, mientras que en un álbum puedes tener paciencia, hacer que algunas canciones sirvan para coger aire… hay temas más lentos o temas instrumentales. Un disco se parece un poco a un set de dj: tienes tiempo de desarrollar una historia. El formato EP está muy bien, tienes que ser más concreto, es otro tipo de presión y durante un tiempo fue divertido. Pero ahora necesitaba algo que me llevara más tiempo.

El disco lo has grabado tú solo, tocando todos los instrumentos. ¿No ha habido momentos en los que te hayas sentido perdido y sin saber qué rumbo tomar? Sobre todo porque se trata de un disco de gran minutaje.

¡Sí, totalmente! (risas)

¿Y cómo conseguiste encontrar la luz al final del túnel?

Si te digo la verdad, no tengo ni idea (risas). La verdad es que todo el proceso de creación del disco fue muy caótico. Trabajaba en un tema y cuando me encontraba perdido me ponía con otro y más tarde volvía al primero… Y así hasta que salió algo con lo que estaba contento. (Reflexiona un momento) Aunque creo que estar perdido cuando trabajas en un disco es la parte divertida de hacerlo solo, cualquier músico que grabe solo te dirá lo mismo. Un día de pronto lo que haces cobra sentido y es una alegría.

Escuchando tu disco, y los EPs anteriores, cuesta imaginarse que cuando eras un chaval (más joven todavía, me refiero) tocabas la guitarra en bandas de indie rock. ¿Cómo llegaste a la música electrónica?

Pues creo que fue haciendo de DJ. En los ratos libres de la banda me dedicaba a ponerme tras los platos y en ese momento descubrí que lo que quería era hacer bailar a los demás. Me gustaba la reacción física de la gente cuando pinchaba un tema, el poder de esa música sobre las personas. Pronto quise hacer algo más pop. Me apetecía hacer canciones con voces. No es que yo quisiera cantar, pero como no tenía a nadie más a mano, acabé haciéndolo yo mismo… (vuelve a reflexionar) aunque nunca me he visto a mí mismo como un cantante. Y así es como empezó todo, intentando poner voz a la música instrumental electrónica que ponía como DJ.

Pero lo cierto es que, aunque ahora tu camino sonoro sea otro, nunca has abandonado la guitarra.

No, no. De hecho he compuesto y creado este disco como si se tratara de una banda, con guitarra, bajo… Pero todo lo que es la sección rítmica, el bajo por ejemplo, quería que tuviera un acercamiento desde la música de club. Estuve como un año con un pie en cada sitio: en el mundo del pop-rock y las bandas y en el mundo del DJing y los clubs. Hasta que me di cuenta de que lo quería era crear canciones que unieran esos dos mundos.

Llama la atención que, siendo tan joven, hayas sido capaz de reproducir tan meticulosamente la elegancia de algunos sonidos de los ochenta y trasladarlos a tu propia música. Es un sonido, una instrumentación y un ritmo que se asocia con una edad más madura. ¿La música de los ochenta ha sido una influencia en tu propia música? ¿Qué bandas te han marcado?

Es complicado nombrar una serie de bandas concretas que hayan influenciado este disco o mi música, porque la mayoría de lo que acaba sonando en mis canciones es bastante subconsciente… ¿o debería decir inconsciente? (risas). Pero sí que es verdad que en la etapa en la que estaba buscando mi camino entre tocar la guitarra en un grupo y preparar mis sesiones de dj, me crucé con algunas bandas que hacían cosas parecidas a lo que yo buscaba. Por ejemplo Talking Heads. En esa época había varias bandas que usaban de forma natural sintetizadores en una estructura de banda más al uso: Human League, los propios Talking Heads, incluso algunas cosas de Kraftwerk. Aunque no todo es música de los ochenta. Bandas como The Whitests Boy Alive también han sido una influencia en mi música.

A pesar de que acabas de lanzar tu primer disco, la lista de nombres con las que se te relaciona desde hace tiempo es bastante impresionante: desde Joe Goddard de Hot Chip, con el que publicas en su sello greco-Roman, Superpitcher y Michael Mayer, Totally Enormous Extinct Dinosaurs… ¿Cómo has llegado a relacionarte con ellos y qué han aportado a tu música?

La verdad es que he tenido mucha suerte porque desde el principio he tenido la confianza de ciertas personas muy importantes. Joe, de Hot Chip, me fichó para su sello desde el principio. Orlando (Orlando Tobias Edward Higginbottom, más conocido como Totally Enormous Extinct Dinosaurs), enseguida me llevó de gira con él cuando aún no tenía ni siquiera una banda y tocaba yo solo en esos escenarios enormes (sonríe). Creo que para mí lo más importante de relacionarme con estos enormes artistas es que me empujaron al escenario y me hicieron confiar en mi música. Porque cuando empiezas en esto de la música tienes muchas dudas sobre lo que haces.

¿Y el hecho de que gente como Joe Goddard o Totally Enormous Extinct Dinosaurs hablen de tu música y confíen en lo que haces es una presión a la hora de crear?

Pues la verdad es que nunca he sentido presión por esto. Soy un perfeccionista en el estudio, así que la presión viene más bien de mí mismo. Tengo que estar cien por cien convencido de todo lo que publico. Pero una vez que saco algo y sé que lo he hecho lo mejor que he podido, dejo de sentir presión. Me crearía presión sacar algo de lo que no estoy convencido y tener que tocarlo en directo una y otra vez.

Vienes de una ciudad, Colonia, con una escena musical prácticamente desconocida. Estamos al tanto de lo que se cuece en Berlín o en Londres, por ejemplo, pero, ¿qué nos puedes contar de la escena musical de Colonia? ¿Te consideras parte de ella?

Sinceramente no creo que forme parte de ninguna escena. Me gusta trabajar solo, no soy el tipo de músico que colabora con otras bandas y estoy más a gusto a mi aire. Pero Colonia es una ciudad de un millón de habitantes, no es ningún pueblo, y hay una escena musical bastante importante. La diferencia con otras ciudades es que, mientras que en Londres o en Berlin, tú perteneces a una escena concreta definida por el género de la música que haces, en Colonia estas etiquetas son mucho más difusas. Si te gusta un músico, vas a verlo en directo, lo acabas conociendo y no importa si hace música distinta a la tuya. Las bandas de distintos géneros se mezclan y todo tiene un componente mucho más romántico que en ciudades donde es más… vamos a llamarlo profesional. La gente tiene la mente más abierta respecto a los géneros y las etiquetas.

¿Puede ser esta la razón por la que tu propia música sea una mezcla de géneros entre el pop, el sonido de club, el balearic…?

Probablemente sí. En Colonia siempre hay muchas bandas que trabajan mezclando el pop con la electrónica en un amplio abanico de variantes. Tenemos por ejemplo el sello Kompakt, que es un sello con la vista puesta en la música de clubs, pero también en sus elementos más pop.

Después de haber pinchado en salas míticas como Boiler Room o Fabric, ¿cómo te sientes tocando en festivales, y más aún en los que no son estrictamente de música electrónica?

(Sonríe y se queda pensativo) la verdad es que es divertido. Me acuerdo que tocamos una vez en un festival de rock universitario entre dos bandas de rock (risas). Y es curioso porque la gente disfrutó mucho incluso aunque a priori parecía que no debíamos estar ahí. La verdad es que no me siento en el estudio y pienso “voy a crear música que exista en los dos mundos: en el de la electrónica y en el del rock”. Pero luego sales al mundo exterior y te planteas una actuación en directo y te das cuenta de que tu música funciona igual de bien en ambos mundos y es una sensación alucinante.

Siendo Roosevelt un proyecto absolutamente personal, ¿por qué decidiste subirlo al escenario con un formato de banda?

Creo que las canciones suenan mucho mejor en formato banda que en formato puramente electrónico. Al principio hacía sets en solitario, pero según la música iba evolucionando iba incorporando más y más instrumentos. Antes podía hacerlo usando el laptop y loops, pero sobretodo en los temas del disco hay más instrumentos y no tenía demasiado sentido subirme al escenario yo solo. Quería alejarme un poco de la imagen de DJ porque estas nuevas canciones también se alejan de ese concepto.

¿Y cómo te sientes compartiendo el escenario con otros músicos que tocan tus canciones?

Pues a veces es raro, la verdad. En mis discos yo toco el bajo y toco la batería. Pero sobre el escenario llevo a un bajista y a un batería. Técnicamente son muchísimo mejores que yo, pero tengo que darles indicaciones de cómo quiero que toquen sus instrumentos para que suenen como yo lo tengo pensado en mi cabeza. Es difícil decirle a alguien que toca mucho mejor que tú, cómo quieres que toque (risas). Y esto es algo a lo que me ha costado acostumbrarme. Pero una vez que entras en la dinámica es muy divertido. Sobre todo tienes que tener claro que cuando abres tu proyecto personal a otros músicos, lo que vas a tener es una versión de tu propia música: nunca va a sonar exactamente como cuando tú tocas todos los instrumentos en el disco. Pero es muy gratificante.

 

 

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