Entrevistamos a Warhaus, que presentan ‘Karaoke Moon’
Warhaus vuelven a nuestro país presentando su nuevo trabajo Karaoke Moon, editado el pasado otoño. Un disco que como decíamos «dejaba atrás la melancolía que definió ese Ha Ha Heartbreak (2022) marcado por una ruptura sentimental, y adoptando un enfoque que explora con ironía y autocrítica lo que significa ser hombre hoy en día».
El belga Maarten Devoldere conocido por su banda Balthazar, estuvo presentándolo el pasado viernes 25 de abril en el Espacio Santander, mañana día 29 lo hará en la Sala Mon (Madrid) y un día más tarde en La [2] de Apolo (Barcelona) (entradas a la venta en Livenation.es)
Aprovechando su visita hemos querido charlar con él, para conocer lo que esconden estas nuevas canciones. ¿Lo hemos conseguido? Dependiendo de la ironía que desprende cada respuesta, así que juzguen ustedes mismos.
«Dispárame en la cabeza el día que quiera enseñarle algo a alguien a través de una canción»
Desde tu álbum debut en 2016, has explorado las complejidades del amor y la identidad. ¿Cómo ha evolucionado tu enfoque sobre estos temas a lo largo de los años?
Intento ser menos imbécil solo por el bien de una canción. Duermo de noche y río de día. El amor ahora es tan ligero como una pluma. Por otro lado, la identidad es una carga que trato de dejar atrás.
En Karaoke Moon, pasas de la melancolía de Ha Ha Heartbreak a una exploración más lúdica y subconsciente. ¿Qué te llevó a sumergirte en tu mundo interior a través del registro de sueños para este álbum? ¿Qué descubriste sobre ti mismo en el proceso?
Que soy mitad hombre, mitad serpiente. No alimentes a la serpiente. Pero, aparte de eso, creo que estaba cansado de analizar todo y simplemente quería disfrutar del viaje interior para este álbum.
Has mencionado que el título Karaoke Moon alude a la ilusión del libre albedrío.
Para este álbum no quería sentarme a pensar sobre qué quería escribir ni cómo promocionar mi ego ante el mundo, así que dejé que los sueños, la hipnosis y los psicodélicos escribieran por mí, supongo.
Me llamó la atención que presentaste más de 50 canciones a Jasper Maekelberg, y después de nueve meses de intensa colaboración en un estudio en Brujas, el álbum terminó teniendo solo once temas. ¿Cómo surgió este método de trabajo?
Siempre ha sido así. Escribes 10 canciones con la esperanza de encontrar una que realmente valga la pena. Cuando era más joven era más bien 1 de cada 100, así que me considero mucho más perezoso hoy en día.
Tengo mucha curiosidad por saber qué pasó con las otras 39 canciones. ¿Tienes material interesante para un futuro álbum o escribirás otras 50? 🙂
Algunas no encontraron su forma definitiva y podrían terminar en otro álbum, pero en su mayoría simplemente se desechan. No me gustan estos álbumes contemporáneos con 20 canciones. No quiero molestar a la gente durante demasiado tiempo, hay vídeos de gatos graciosos ahí fuera.
Hablemos de algunas canciones. En What Goes Up cantas sobre el estereotipo del dandi venido a menos y reflexionas sobre una masculinidad caduca. ¿Qué crees que los hombres necesitan aprender hoy en día?
En realidad trata de una noche impotente. Una especie de diálogo con un falo flácido. Supongo que quise hacerlo sonar sexy para compensar.
Además, por favor, dispárame en la cabeza el día que quiera enseñarle algo a alguien a través de una canción.
En Jim Morrison, abordas la figura del rockero como arquetipo masculino, con referencias irónicas a la masculinidad. ¿Qué te llevó a reflexionar sobre estos temas?
Esa dulce mezcla de narcisismo e inseguridad. Por cierto, estoy esforzándome en dejar de lado la ironía; es demasiado fácil esconderse detrás de ella. Dame otros 38 años.
La colaboración con Julien Libeer en Jacky N. aporta una dimensión clásica al álbum que realmente eleva la canción. ¿Cómo surgió esta colaboración?
Fui al instituto con Julien. Ya en aquel entonces, cada uno de sus diez dedos tenía su propio seguro, ¿no te parece genial?
Escribí esta canción para mi ahijado. Solo quería que fuera lo más bella posible, sin la ironía de algo roto o cortante. Es lo más valiente que he hecho.
En Zero One Code, rindes homenaje a la música dance europea de los años 90 —un género que mencionaste no apreciar en tu juventud—. ¿Qué escuchabas en aquel entonces y cómo llegaste a valorar ese tipo de música?
Escuchaba Queen, Nirvana, dEUS… Creo que aprendí a apreciar el hecho de que un rave es una especie de celebración religiosa gracias al uso del MDMA. Pero he superado un poco esa etapa y ahora intento llevar una vida más saludable, así que solo voy a raves sin dios pero con MDMA.
«Estoy esforzándome en dejar de lado la ironía; es demasiado fácil esconderse detrás de ella. Dame otros 38 años»
¿Cómo fue trabajar nuevamente con Sylvie y qué aportó esta colaboración al tono general del álbum?
Aportó su voz y todas las cosas hermosas que trae consigo. Es difícil de describir. Algunas cosas no deberían explicarse.
Perdona el comentario, pero soy más fan de Warhaus que de Balthazar. Me sorprende genuinamente tu evolución y tu forma de explorar géneros manteniendo una identidad reconocible. ¿Cómo ves tu carrera en los próximos años?
Trabajando día y noche para volverme irreconocible y perder la ilusión de la identidad.