It’s a Sin, una serie con banda sonora de clásicos (geniales) ochenteros

El sábado 23 estrenó HBO la nueva serie de Russell T. Davies, el creador de Years and Years y Queer as Folk. La serie vira sobre diversos jóvenes, homosexuales, haciendo las maletas para llegar a su nueva vida en Londres. Los estudios, el trabajo, la independencia y la juerga les esperan. Pero también el SIDA; no olvidemos, son los 80, la llamada década del «cáncer gay».

Es una miniserie protagonizada por Olly Alexander, el líder de Years & Years a quien en televisión hemos visto en Skins y Penny Dreadful. Ritchie, su personaje, llega a la ciudad dispuesto a comerse el mundo y a disfrutar de su sexualidad. Allí se hará amigo de una comanda de jóvenes gayers, que pronto se harán amigos (y algo más), compartiendo piso, fiestas y mucho trajineo. Entre ellos estarán Roscoe (Omari Douglas), Colin (Callum Scott Howells), Ash (Nathaniel Curtis) y Jill (Lydia West) la mariliendre del grupo. Mientras disfrutan, empezará a asomar en el horizonte una lejana pero mortal enfermedad.

HBO It's a Sin cartel

Pero nosotros, como es normal, nos hemos detenido en la espléndida banda sonora que rema a favor de la obra. Porque, claro, tú imagina década de los 80 y Reino Unido ¿Y quién se te viene a la cabeza? El “Enola Gay” de los OMD, el “Love will tears us apart” de los Joy, “Tainted love” de Soft Cell, el “Smalltown boy” de los Bronski y el “Call me” de Blondie entre otros. Por no faltar tenemos hasta un clásico chimpanpú kitsch de la Royal Philarmonic, algo que también muy de la década y que a todos nos gustaba, por muy de los Cure que digamos ser ahora.  De hecho, la banda Years & Years incluyen su propia versión del éxito de Pet Shop Boys del mismo nombre. Como dije antes, Olly Alexander, líder de la misma, es quien protagoniza el elenco de la serie. Para celebrar la ocasión decidieron hacer una versión de la famosa canción como oda a la serie. En ella, la voz de Olly brilla con la sola compañía del piano. Parte de los ingresos del single serán donados a la Fundación George House Trust, que aportan apoyo, consejo y servicios para mejorar la salud de los enfermos de VIH desde 1985.

 

En fin, una más que notable exploración de un punto muy crítico en la historia no solo de la comunidad gay sino de la humanidad acompañado de una banda sonora brutal, de esas que nos alegran una mañana, una tarde y una noche flojita.

 

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