Libro: The Rise of David Bowie, 1972-1973 (Mick Rock)

Este no es un libro sobre David Bowie. Tampoco lo es sobre Mick Rock. Este es un libro sobre la relación profesional que mantuvieron ambos y que los seguidores de Bowie lo apreciarán como uno de los mejores homenajes que se le puede hacer, mientras que los amantes de la fotografía musical verán en él al Mick Rock en su estado iniciático más puro. La combinación, desde luego, es inmejorable e ilustra el periodo de apogeo del genio de Brixton de una manera vibrante.

Como es habitual en Taschen, la imagen y la presentación ocupan un lugar destacado, lo que hace que el disfrute de las fotografías sea casi instantáneo. La cuidada edición de este libro, sin embargo, ofrece, además de la valiosísima parte gráfica, dos pequeñas joyas en forma de texto.

Michael Bracewell, uno de los autores ingleses que mejor pueden escribir sobre la relación de la música, la moda y la cultura pop, traza en el prólogo una interesante y amplia introducción sobre la época. Enfocado en la estética de todo lo que rodeó a Ziggy Stardust -del que considera que no puede entenderse si no es como un solo fenómeno que aglutinó no solo el mítico disco de 1972, sino también la gira, el personaje y el fenómeno contracultural-, Bracewell disecciona con claridad los puntos y acciones que ayudaron a eclosionar el fenómeno Bowie de principios de los setenta.

No solo hay que ver ese ethos catalizador de toda la energía que suponía Ziggy, sino también el entorno y el ambiente en el que se desarrolló rodeado del brutalismo arquitectónico, pero sobre todo el que contribuyó a crear. Ese espacio que se adentraba en la oscuridad de forma curiosa, con actitud iconoclasta, y en el que The Rise and Fall of Ziggy Stardust and the Spiders from Mars venció, de manera definitiva, a los sesenta.

En cuanto a la entrevista realizada por Barney Hoskyns, destaca por encima el valor que tiene la relación del fotógrafo Mick Rock con Bowie. Existe en ella cierta melancolía, nostalgia por lo vivido, pero, sobre todo, un acercamiento mucho más personal con el que entender todo el material fotográfico desplegado en este volumen. A través de sus respuestas, quedan resueltas de antemano dudas que uno puede plantearse con ciertas instantáneas, llegando al punto de poder comprender un poco más la personalidad de Bowie en sus tres facetas: David Jones, David Bowie y Ziggy Stardust. Dicho de otra forma, la persona, la transformación y el personaje. Especialmente interesante es la mención a la relación entre escenas neoyorquina y londinense y sus encuentros con Lou Reed o Iggy Pop, remarcando diferentes caracteres, pero construyendo sobre el nuevo escenario.

Y, por supuesto, toda la producción fotográfica de esos años. Este tesoro en forma de archivo rescata imágenes que son paradigmáticas tanto del personaje como de la época, fruto de la libertad de acceso del Mike Rock más testigo a casi cada minuto compartido. Un recorrido por esos años del Bowie en auge deja claro que no existió tregua, que la celeridad en el desarrollo del fenómeno acabaría más pronto que tarde en la construcción del mito. Esta evolución debió ser, a tenor de lo visto, tan feroz como angular, intercalando las facetas más personales con, sobre todo, las del personaje, ese mismo que cambiaría la concepción de la música británica a principios de los setenta para quedar, por siempre, inmortalizado.

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