Nudozurdo

Necesito divertirme haciendo cosas nuevas

Foto: Lucas Korneyá
A veces hay que ponerse en la piel de los músicos; pero en lo malo, no en lo de la fama y el sexo (la mitología hace su función). Para tomar cierta perspectiva antes de lanzarlos a las bestias o ponerles un pedestal bajo los pies, de vez en cuando está bien ponerse en el lugar de alguien que se ha de mover entre su propia inquietud, la del público y la del mercado. Ocurre que a veces las tres coinciden: es decir, poquita y asquerosa, que diría aquel. Otras veces, las más, la batalla entre todas es digna de ser rodada en 3D.

En el caso de Leo Mateos y Nudozurdo, es evidente la imposición de sus propias inquietudes artísticas y evolutivas sobre el resto. Por suerte. Cuenta Mark O. Everett en su libro «Cosas que los nietos deberían saber» que, en cada disco de Eels, siente la necesidad de expresarse de una forma distinta; explica, de hecho, que no entiende a quién le pide una y otra vez lo mismo si tiene ya la posibilidad de escuchar sin fin un disco registrado. Algo parecido debe de sucederle a Leo Mateos que, tras escindir su música en lo sintético de Acuario, sorprendió a propios con el viraje de su último disco con Nudozurdo.

En Rojo Es Peligro, Mateos y Nudozurdo exploran los caminos de una experimentación integral: desde el aspecto más formal al más mínimo detalle vocal e instrumental. Durante las próximas líneas disecciona su evolución y la de uno de los grupos más interesantes del siglo XXI en España.
 
No me hago una idea de la de veces que te habrán preguntado ya sobre el cambio de sonido y, sobre todo, por qué… ¿Incomoda?

Es parte de esta profesión. Muchas veces no sabes qué contestar, otras veces incluso puede ser útil para responder siempre lo mismo. Lo más complicado es no parecer estúpido en las respuestas; después de escuchar a Beck decir que en las entrevistas se quedaba en blanco vivo mucho mejor.
 
Sin entrar todavía en valoraciones, lo primero que me parece el disco es un gesto de independencia. ¿Si sorprende tanto es porque no estamos acostumbrados a que un músico se deba únicamente a la evolución de su propia inquietud intelectual?

Es probable. En España no se lleva mucho. Se reflejan las dos Españas de siempre. O blanco o negro. O del Madrid o del Barca. Chaquetero es uno de los insultos que se dicen entre dientes con más odio en este país. Cambiar y evolucionar está mal visto. Tiene que ver con la parte bruta y salvaje de este país que todavía no nos hemos sacudido.
 
¿Entiendes que se establezcan paralelismos entre Acuario y Nudozurdo, y que la gente se pueda preguntar por qué decidiste abrir otro camino si ahora el de Nudozurdo parece discurrir muy cerca?

Lo entiendo, pero como músico y persona que busca explicaciones e ideas en mi vida cotidiana no puedo estar haciendo planificaciones tan a largo plazo con la música que hago. Es más espontaneo. Necesito divertirme haciendo cosas nuevas. Ya veremos qué tipo de trazado dejan estas huellas que dividen ambos proyectos. Y no creo que discurran tan cerca ambos proyectos.
 
Quizá la sorpresa resida también en que muchos esperaban que Acuario fuera el punto de fuga de tus inquietudes al margen del sonido inicial de Nudozurdo. ¿Hasta qué punto se pueden encapsular ambos proyectos?

Es una opción. Pero yo también soy consciente de esas diferencias, y con Acuario voy potenciando la parte mas digital y fría de las máquinas para distanciarlos. Aunque curiosamente Acuario resulte para mí más lúdico.
 
Sin embargo, y jugando a juntar las pistas a posteriori, Rojo Es Peligro es bastante evolución natural de momentos de Tara.Motor.Hembra o de las cuerdas del disco acústico. Si echas la vista atrás, ¿ves nítido el momento en el que decides introducir nuevas dimensiones al sonido de Nudozurdo?

No recuerdo un momento concreto. Al recopilar las canciones hace más de un año me di cuenta de que iba a ser un disco diferente. Empecé a trastear con sintes y a trabajar más en casa que con el resto del grupo, y pensé que saldría algo más íntimo y hermético. Creo que es el disco más redondo en cuanto a dirección artística, por así decirlo.
 
¿Qué grado de importancia le das a la opinión de los demás a la hora de hacer un disco? 

Es difícil responder a eso. Siempre hago lo que me apetece hacer. Pero en esa afirmación siempre hay una trampa porque todos sabemos que nuestro cerebro a veces nos confunde y nos hace ver que lo que queremos es en realidad lo que necesitamos. Las personas a las que les gusta mucho el dulce es porque su cuerpo tiene esa carencia. Así que vete tú a saber. En cualquier caso, me fío de dos o tres personas antes, durante y después de hacer un disco; Meta es uno de ellos, Navarro, nuestro manager, es otro, y algún familiar o amigo cercano.


 
Hablemos un poco de las letras. «Sabes que te quiero pero no puedo entender que tenga que gritar para gustarte. Hay semillas nuevas que tenemos que probar» («Semillas nuevas»). ¿Esta frase resume el viraje de Nudozurdo o el de Leo Mateos?

Es curioso que a la gente le haya llamado la atención esta frase. La puse ahí hablando de las relaciones personales, el lado masoca que todos tenemos y por el que necesitamos estímulos fuertes de otra persona para quererla; siempre he pensado que es terrible. Es como si quisiera darme unas vacaciones de todo eso.
 
¿»No pienso contestar, no dejéis de preguntar» tiene algo que ver con el hecho que hemos comentado al principio del por qué del cambio y la sorpresa de la gente?

Tiene que ver más conmigo. No me gusta tener que hablar de mí. En las conversaciones siempre soy el que pregunta; me encuentro más cómodo ahí. La responsabilidad de llevar la iniciativa y todo eso es un peso. Me gusta más observar y sacar conclusiones, aunque en el fondo me gusta mucho que la gente se interese por lo que hago. ¡No dejéis de preguntar!
 
He detectado cierto hilo conductor entre Sintética («Ganar o perder») y Rojo Es Peligro («ya no me queda nadie con quien pelear«). ¿Percibes también una evolución en este sentido, o eres consciente de que, de algún modo, sigues hablando sobre lo mismo?

Sigo escribiendo de lo mismo, pero ha cambiado el cómo. En este disco intento hablar más de lo que veo en vez de lo que siento. Es una mirada más universal. De repente me interesa más la mirada de los poetas universales que cantan las gestas de su tiempo en vez de las suyas propias.
 
Con letras como la de «El grito», ¿se hace más evidente la vertiente «social» o «crítica» del universo de Nudozurdo que, por otra parte, nunca dejó de estar ahí?

Sí, está ahí. Están pasando cosas alucinantes y, por suerte, el cambio para bien empieza a notarse. Nos ha tocado vivir una época muy triste donde el orgullo y el status de la gente está desapareciendo porque no pueden sentirse útiles en sus trabajos. Solo culebreando parece que puedes tener un sueldo digno y una realización en tu profesión. Es una muerte lenta de las ideas.
 
¿Sientes que, además de con los instrumentos, la experimentación en este disco es integral? Tengo la sensación de que también has probado cosas nuevas con tu voz…

Sí. Decidí que la voz iba a ser muy importante en este disco. Hay más espacio. El resto de instrumentos no están todo el rato sonando. Quería encontrar sus silencios para dejar que la voz tuviera más protagonismo; he probado con tonos altos. Fue una búsqueda que me parecía apropiada para el tono íntimo y frágil del disco.
 
Para que algo cambie musicalmente, ¿debe cambiar también en el ámbito personal? ¿Son vasos comunicantes o independientes?

En mi caso, comunicantes. El cuerpo me pedía un disco opuesto a nuestros directos.
 
Se me ocurren muchos nombres de grupos que han revolucionado su sonido inicial hacia otro bastante diferente. Pienso en Standstill, por ejemplo; aún hoy hay quien les echa en cara ese cambio, a pesar de haber consolidado una carrera única. ¿Crees que os pasará lo mismo?

No lo sé. En el fondo creo que no hemos cambiado tanto. No sé si este será el camino a seguir, aunque las cosas que estamos probando parece que nos están llevando a un camino diferente.
 
Hablábamos antes de Standstill. ¿Qué supone para el grupo tener a Ricky Lavado?

Es un batería con mucha energía y una excelente persona. El próximo disco va a ser una coctelera de este triángulo que ahora mismo genera mucha energía.

¿Está en el ADN de Nudozurdo mutar constantemente?

Creo que sí. Por lo menos hasta que se nos acaben los diferentes caminos por donde andar.
 
¿Qué discos has escuchado que creas que se ven reflejados en Rojo Es Peligro?

Blonde Redhead, Bill Callahan, John Maus, Low, Metronomy, Yo La Tengo,…
 
Siempre habéis sido un grupo con querencia por el ritmo en su versión más interior, natural (con una de las mejores líneas de bajo del país). Con Rojo Es Peligro parece que lo habéis evidenciado más con, por ejemplo, el protosoul electrónico de «Bucles dorados»…

Sí, también sucede con «No siento el  amor y tu amor es falso»; es verdad que hay una acercamiento puntual a líneas de bajo de soul e incluso de dub (como en «Felicidad réplica»). Con Ricky nos divertimos mucho tocando dub. Es la típica improvisación en la que nos podemos quedar horas tocando.
 
En el concierto de hace un par de meses en Valencia detecté cierto hándicap a la hora de plasmar en directo las nuevas canciones. ¿Corren el riesgo de perderse entre toda la bola de sonido según las condiciones de cada sala?

Bueno, ese fue de los primeros conciertos que dimos y todavía no teníamos los temas nuevos muy compactados. Ahora están mucho mejor y estamos viendo cuáles funcionan y cuáles tenemos que cambiar para tocarlos en directo. Desde luego que la sala hace mucho porque son temas llenos de detalles que requieren una ejecución muy buena para que salgan bien. Son temas que nos exigen mucho a todos.

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