Nueva Vulcano (Teatro La Latina) Madrid 31/01/21
Recuerdo que la última vez que vi en directo a Nueva Vulcano fue en el ya algo lejano 2015 presentando su estupendo Novelería (15). Por entonces, era impensable creer que experimentaríamos este sucedáneo de lo anteriormente conocido como vida (esperemos todavía y pese a todo que coyuntural). Lo disfruté a escasos centímetros, que no metros, del escenario, sudando, cantando, gritando, bailando y participando en los pogos que se formaron entre las primeras filas celebrando a la banda catalana y, por extensión, el ritual de la música en vivo.
Hoy tocaba hacerlo en el palco de un teatro, sentado, con mascarilla y lo más cercano a un encorsetamiento de vísceras que se pueda estar en un concierto de la naturaleza de Nueva Vulcano. Habría que hacer un tremendo esfuerzo por luchar en contra de los elementos y de posicionarse psicológica y mentalmente lo antes posible en aquello que sólo suma hoy día: apoyar desde todos los puntos y posiciones que la música y la vida deben morder y notarse alerta, pese a luchar contra unas inclemencias demenciales a todos los niveles.
El combo de Barcelona, acompañado de ese pulpo humano multiintrumentista que es el gran Marc Clos, hizo su aparición defendiendo en el grueso del show los temas que componen su reciente Ensayo (20), extraordinario trabajo que justificaba el regreso en estudio de la banda tras un dilatado periodo de silencio. Seguros del poderío de sus canciones, éstas se iban sucediendo con la habitual enjundia tan sólida de la base rítmica que forman Wences Aparicio al bajo y Albert Guàrdia a la batería, comandados por las ingeniosas y particulares letras de un Artur Estrada, al cual se le escuchaba demasiada alta la voz y baja la guitarra, sobre todo durante la primera parte de la velada mañanera (esto de los conciertos a la una de la tarde un domingo tiene su aquel).
Destacar en los primeros compases la hondura emocional de “Fluorescente”, la trepidante “Reversible” y la colaboración escénica de Cala Vento, subiendo para aportar coros a “Una observación”. Pero sin duda fue el recorrido final en el que sonaron seguidas “Mercurio retrógrado, etc.”, “El algortimo erró”, “La pedra osci-lant”, “Las rotondas” –absolutamente rotundas y memorables estas dos últimas- y “El eucalipto”, justo antes del rescate de ese hitazo que es “Te debo un baile” y de una intensa “Sagrada Familia”, las que terminaron por catapultar el show, y es que pocas bandas de guitarras pueden contar con el lujo de tener semejante arsenal de temazos recientes en su haber.
Ovación de lujo posterior que se vio recompensada por parte de Nueva Vulcano con un generoso bis de cuatro temas donde brilló especialmente una esperanzadora y conmovedora “El día de mañana”, más necesaria que nunca, y que nos puso al borde de las lágrimas que, como ya sabemos, también calan mascarillas, pero sobre todo piel, ésa que anhelamos y da sentido a nuestra existencia en forma de personas.