Okkervil River – The Stage Names (Jagjaguwar)

Es triste oír decir a Will Sheff, compositor de Okkervil River, que los discos no tienen capacidad para cambiar la vida de nadie; es triste porque muchos pensamos –o quizás nos engañamos- creyendo que es así. Y lo es más tras escuchar The Stage Names, un trabajo que a calzón tendido muestra las fisuras y erosión que supone el proceso creativo para una banda. Un ejercicio de catarsis que tiene, por desgracia, menos de purificador de lo que suponemos, tanto para el artista como para el público.

Sheff, dosificando su histrionismo vocal y afinando su rico y nervioso pulso narrativo, huye de estribillos y estructuras reiterativas para presentarnos nueve piezas más luminosas que las del opresivo Black Sheep Boy (05).

Una mano en busca de asirse a la vida saliendo de la ciénaga ponzoñosa que es la precariedad existencial, es la portada de un tratado que hurga con brío en el fundamento del trasunto compositivo (“Unless it’s kicks”), en el preciosismo cabal (“A hand to take hold of the scene), en la intimidad sangrante (“Savannah smiles”), en añejas raíces (extraordinaria cima el duelo piano-slide de “A girl in port”) o en la épica corrompida (“Title track”).

Para que me entiendan, como si Conor Oberst en un amanecer folkie se marcha de pic-nic con Arcade Fire en su día de estreñimiento épico.

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