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Reseñamos el documental de los Bee Gees, ya disponible en plataformas

A principios de noviembre saltó la noticia de que pronto se estrenaría en España un nuevo documental sobre los Bee Gees: How Can You Mend A Broken Heart, y así te lo contamos en Muzikalia. The Bee Gees: How Can You Mend A Broken Heart llega a través de Polygram Entertainment, es una producción de Kennedy / Marshall y White Horse Pictures en colaboración con Diamond Docs y ha sido dirigido por Frank Marshall., cineasta y productor nominado hasta en cinco ocasiones a los premios Oscar.

El documental formó parte de la Sección Oficial del Telluride Film Festival 2020. Desde el pasado 14 de diciembre el documental ya está disponible en compra digital en plataformas como Amazon Prime Video, Apple TV y Google Play. Nosotros hemos tenido la oportunidad de entrevistar a uno de los protagonistas que aparecen en el vídeo, el guionista y productor Bill Oakes (entrevista que aparecerá en breve en Muzikalia), y también de ver el documental. Un documental que, como no podía ser de otra forma, hará las delicias de los fans de los Bee Gees.

Bee Gees documental cartel

Aunque es cierto que muchas imágenes y algunas declaraciones de los miembros del grupo no son inéditas y han aparecido en anteriores documentales (lógico, puesto que Robin y Maurice Gibb fallecieron hace ya bastantes años), The Bee Gees: How Can You Mend a Broken Heart ofrece también otras que se ven y escuchan por primera vez en la pantalla. Entre ellas, declaraciones de gente como Eric Clapton, Noel Gallagher, Chris Martín, Lulu o, por supuesto, el propio Barry Gibb, único miembro superviviente del trío, cuarteto si incluimos al también desaparecido Andy Gibb.

El documental tiene un alto componente emotivo, a lo que ayuda bastante su estructura casi circular. Arranca con los Bee Gees accediendo al escenario en un concierto multitudinario, en su época de mayor gloria y éxito comercial, y finaliza con imágenes primero del último concierto de los Bee Gees, en 1999, y posteriormente de una actuación de Barry Gibb en solitario en el Festival de Glastonbury, en 2017. De esa manera se produce un hilo conductor entre el inicio y el final del documental que transmite un mensaje: mientras quede un Gibb en pie, el legado del grupo seguirá siendo difundido por todo el mundo. Poco después de esas primeras imágenes gloriosas de los Hermanos Gibb a finales de los 70, la temperatura emocional del documental vuelve a elevarse cuando pasamos a un solitario y un poco triste Barry Gibb en Miami, donde reside desde hace más de 40 años, y este empieza a hilvanar algunos recuerdos desordenados con una mirada perdida en el horizonte. Entonces, empieza la historia. Casi dos horas de una historia mítica narrada y dirigida con maestría por Marshall, que evita el documental biográfico al uso y le da un toque cinematográfico, extraído de su propia experiencia.

 

Una historia que, como todos sabréis, empieza con un viaje de ida y vuelta a Australia. Allá crecieron los Gibb tras emigrar sus padres desde Inglaterra, y en aquellas tierras es donde empezaron a mostrar su talento musical, sobre todo para armonizar sus voces. Llamaban la atención por ser tan pequeños y cantar tan bien. Se muestra, a través de imágenes y declaraciones, la importancia que tuvo el entorno familiar, sobre todo sus padres, para que los pequeños Gibb pudieran desarrollar su vocación artística. Una vocación que se convirtió en una llamada irresistible cuando los Beatles visitaron aquel país. De aquella época australiana se muestran imágenes de vídeos caseros, alguna actuación en televisión, y todo el proceso que llevó hasta el disco Spicks and Specks, de 1966. Pronto, sin embargo, los Gibb volverían a Gran Bretaña y empezaría la primera parte, quizás menos conocida para el gran público pero igualmente gloriosa, de su carrera artística.

El documental muestra como, a su llegada a Inglaterra, empiezan a trabar una serie de relaciones que a la larga serían cruciales para su éxito. La principal, la que establecieron con Robert Stigwood, su mánager. También con Eric Clapton, uno de los responsables de su espectacular subida a la cima en los 70, prácticamente desde lo más bajo, tal como el propio guitarrista cuenta en pantalla. Otra buena jugada fue el reclutamiento de más músicos y la conversión de los Bee Gees en un grupo como tal, completado con Vince Meloney y Colin Petersen, quienes también tienen sus momentos de protagonismo en el documental.

A partir de ahí vemos un grupo que, quizás como nunca más, se encuentra cohesionado y feliz. Los hermanos Gibb tienen una gran relación entre ellos, se les ve compenetrados, haciendo bromas, con Robin siempre riendo y haciendo reír a los demás. Unas relaciones que, lamentablemente, pronto empezarían a agriarse. El éxito les llegó en pocos meses, quizás demasiado rápido. Primero fue «New York mining disaster 1941», que tuvo gran repercusión en los Estados Unidos. Allí llegaron por primera vez los Gibb en 1967 y contactaron con Ahmet Ertegun, de Atlantic. El documental muestra como los hermanos se encuentran fascinados por los Estados Unidos y empiezan a absorber influencias de su música, sobre todo de la música negra. De hecho su siguiente éxito, «To love somebody», había sido escrito para Otis Redding, quien lamentablemente fallecería poco antes de poder grabarlo. Luego llegarían «I started a joke» y el éxito ya masivo con «Massachusetts». La repentina subida hasta lo más alto empezó a dividir a los hermanos, sobre a todo a Barry y a Robin. Ellos dos, con Maurice siempre como mediador, empiezan a discutir y a competir por las canciones, por componerlas, por cantarlas. Este problema entre hermanos sirve como excusa para mostrar declaraciones de otros hermanos que han pasado por situaciones similares, como Noel Gallagher o Nick Jonas. Entre imágenes más conmovedoras, como las de la infancia del pequeño Andy, y otras que muestran como los Bee Gees llegaron a ser un fenómeno de fans ya en los 60 a la altura de los mismísimos Beatles, asistimos a un doloroso proceso de lucha de egos y degradación de la relaciones internas del grupo que culmina con la salida del mismo de Robin Gibb.

Robin Gibb Bee Gees
Bee Gees 1969 Robin Gibb at his home.
Photo by Chris Walter/Photofeatures.

Tras mostrar unas imágenes en las que se ve al propio Robin intentando arrancar una carrera en solitario que no funcionará, el documental pasa casi de puntillas por un periodo complicado para la banda. Robin vuelve a principios de los 70, pero salvo la canción «How can you mend a broken heart», que según parece compuso Barry para intentar arreglar su relación con Robin, fueron años en los que parecía que los Bee Gees habían pasado ya su mejor momento. Vuelven a actuar en clubes y lanzan algunos discos que, sin carecer de calidad, no obtienen la repercusión de sus obras de los 60. Evitando dar un visión demasiado edulcorada, pero también caer en el amarillismo, el documental no silencia los problemas de adicciones de los Gibb, pero tampoco hurga demasiado en la herida. Es de recalcar, tal como se observa en pantalla, que Robert Stigwood, que había fundado su propia compañía y se había hecho un nombre importante en el mundo de la música, sigue al lado del grupo a pesar de los malos momentos en un ejemplo de lealtad pocas veces vistas en el negocio. Es entonces, cuando parece que el trío ha tocado fondo, cuando aparece otro músico que conoce lo que es haber bajado al infierno y regresar: Eric Clapton.

Clapton, que había vuelto a la palestra con 401 Ocean Boulevard, les contó a los Gibb las bondades de grabar en Miami, el gran ambiente, el clima, la tranquilidad. Les animó a intentarlo, y los Bee Gees aceptaron el reto. Emocionados con la nueva aventura, deciden ser de nuevo una banda y se hacen con los servicios de nuevos acompañantes: el guitarrista Alan Kendall, el teclista Blue Weaver y el batería Dennis Bryon. Todos ellos cuentan en pantalla, en algunos casos emocionados hasta el borde de las lágrimas, como vivieron unos años maravillosos en los que compartieron con los Gibb un éxito que jamás hubiesen soñado ni siquiera acariciar.

Maurice Gibb Bee Gees
Photo by Phillip Jackson/ANL/Shutterstock (1790620a)
Maurice Gibb Of The Bee Gees Pop Group Marries Yvonne Spencley 1975.

Esa segunda etapa de los Bees Gees tienen también sus nombres importantes, como los del productor y arreglista Arif Mardin y los estudios Criteria Recordings. Ambos fueron clave para el nuevo sonido de los Bee Gees que, tal como se narra en el documental y se deduce de las declaraciones de los protagonistas, no iba de ninguna manera encaminado hacia el sonido «disco», entonces todavía minoritario, sino que buscaba mostrar el amor que los Gibb sentían hacia la música negra, el R&B, el funk. De hecho en algunas declaraciones posteriores los protagonistas negarán que estuviesen haciendo «música disco» intencionadamente, y rechazarán la frivolidad con que se les asignaría la etiqueta que les acompañaría desde entonces de por vida, para lo bueno y lo malo.

En ese tramo del documental asistimos en primera fila a uno de los resurgimientos más increíbles y destacables de toda la historia del pop-rock. Canción a canción («Jive talkin'», «Nights on Broadway», «Fanny (be tender)»…) los Bee Gees recuperan el terreno perdido y, sobre todo, encuentran un nuevo sonido que les viene como un guante. Especialmente tras el descubrimiento del potencial del falsete de Barry Gibb, un proceso que se cuenta en el documental. Algo que empezó como una anécdota, acabó convirtiéndose en una seña de identidad tan potente que muchas canciones posteriores se escribieron directamente pensando en cómo aprovechar el falsete. Ni siquiera cuando el acuerdo con Atlantic finaliza, y por tanto Arif Mardin se ve obligado a desvincularse del proyecto, los Bee Gees abandonan su empeño de seguir subiendo escalones hacia el triunfo. Vuelven a grabar en Criteria encargándose en buena medida ellos mismos de la producción, y de allí salen con un disco como Children of the World y con un mega éxito como «You should be dancing».

Barry Gibb Bee Gees

A partir de ahí buena parte de la historia se centra en esos años en los que los Bee Gees triunfan masivamente, en la compra por parte de Stigwood de los derechos de la novela de Nik Cohn en la que se basará Fiebre del Sábado Noche, y en la posterior escalada de la banda sonora, de la que tuvo buena parte de responsabilidad Bill Oakes, con quien pronto te ofreceremos una entrevista. Un proyecto que empezó como una película que aprovecharía el auge de la música disco y para la que se seleccionarían algunas conocidas canciones del género, junto a alguna nueva composición de los Bee Gees para aprovechar su gancho, y que acabó siendo prácticamente un álbum del grupo con algunos añadidos. Hasta cinco canciones escribieron los Gibb para la banda sonora: «Stayin’ alive», «Night fever», «How deep is your love», «More than a woman» y «If I can’t have you», que acompañaron a otras ya conocidas como «You should be dancing» o «Jive talkin'». Junto a otros temas de éxito de la música «disco», convertirían la banda sonora en la más vendida de la historia hasta entonces.

Bee Gees foto 04

Durante unos minutos el documental se centra en esos meses en los que los Bee Gees no solo volvieron a la cumbre, sino que esta fue más alta todavía de lo que había sido en los 60. Muestra el lanzamiento de Andy Gibb, impulsado por sus hermanos mayores, y también imágenes de las grabaciones de las propias canciones de Saturday Night Fever, también las del siguiente disco, Spirits Having Flown. Entonces todo vuelve a torcerse: la infame noche del Disco Demolition en los Estados Unidos hace que, casi de repente, cambien las tornas y todo lo que tenga que ver con la música disco empiece a ser rechazado incluso con violencia. El documental muestra la latente homofobia y también el racismo que se desprendía de aquellas actuaciones, pero lo cierto es que aquellos hechos fueron el principio del fin para ese momento de gloria que, por segunda vez, vivían los Bee Gees.

Bee Gees Disco Demolition Night
Disco Demolition, July 12, 1979

Entonces el documental empieza a mostrar la cara más amarga de la vida de los Gibb. Las adicciones de sus miembros, y sobre todo la grave situación del pequeño Andy Gibb, que moriría en 1988, a los 30 años, dejando desolados a sus hermanos mayores que le habían ofrecido, poco antes, entrar en la banda de forma oficial. Los Bee Gees caen de su pedestal por segunda vez, pero encuentran compensación en una interesante faceta de escritores y colaboradores para otros artistas: Barbra Streisand, Dionne Warwick, Celine Dion… Es una época de perfil bajo que tiene un último momento de gloria en 1999, con el concierto One Night Only, y que se ve interrumpida de nuevo con la enfermedad y el fallecimiento de Maurice Gibb en 2003. La desaparición del miembro que servía como pegamento para el grupo hace que Barry y Robin se vuelvan a distanciar. Resulta doloroso comprobar como Robin falleció sin que la relación con su hermano hubiese mejorado sustancialmente, algo de lo que el propio Barry se lamenta. Volvemos así al presente, de nuevo con el Gibb superviviente asomado a la bahía y a sus recuerdos.

Para no dejar un sabor agridulce a los espectadores, el documental acaba, tal como dijimos al principio, mostrando a un Barry Gibb con una imagen más alegre, recibiendo homenajes y actuando en diferentes festivales. Una manera de ejercer como el guardián de un legado que sigue siendo difundido por todo el mundo y que sobrevivirá incluso a la desaparición del último B.G., porque los Bee Gees alcanzaron, ya hace tiempo, la inmortalidad.

 

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Photo by ANL/Shutterstock (1749766a)
Pop Group ‘the Bee Gees’ – 1970 – (l-r) Maurice Gibb Barry Gibb And Robin Gibb With Their Manager Robert Stigwood.

 

2 comentarios en «Reseñamos el documental de los Bee Gees, ya disponible en plataformas»

  • Como documental pues muy poco inspirado.Creo que lo mejor hubiese sido una miniserie de 3 o 4 capítulos porque se dejan etapas enteras de su larga carrera.
    Se centran mucho en su época fever que es la que todo el mundo sabe que pasó.
    Creo que es una oportunidad perdida y vaaaannnnnn de mostrar la carrera de uno de los grupos más importantes de la música.
    Genial reseña eso sí!

  • Desde mi niñez y adolescencia les oía, pero nunca me llamó la atención su música disco (fiebre…) y ahora, después de tantos años, y la desaparición de la mayoría de sus componentes, soy una absoluta admiradora de este increíble grupo, de sus maravillosas canciones, de sus maravillosas voces, de su increíble talento…de Robin y su excepcional voz, he visto 3 veces el documental y sinceramente, se me hace corto, muy corto, y unos minutos finales muy tristes y emotivos…

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