Sr. Chinarro – Sala Hangar (Córdoba) 04/10/18

Asumir la vida tal y como se te presenta, tras tomar varias y complicadas decisiones que pueden afectar al futuro e incluso al pasado de alguna manera. Narrar los hechos desde un punto de vista más o menos atinado y aislarte de un mundo cuyos resortes escapan a tu control. Grosso modo ese sería el resumen de la visión actual del estado de las cosas, personales y globales, que un cada vez más lúcido Antonio Luque realiza a través de letras y músicas en su último álbum. Una Asunción meditada y efectuada con buenos recursos, los que le proporciona la que probablemente sea la mejor banda que le ha acompañado hasta ahora, unos músicos (básicamente la formación titular de Pájaro Jack, de lo mejorcito del último pop granadino) que expanden estas y las canciones más remotas para ofrecer conciertos en absoluto previsibles. No hace falta aclarar que el sevillano no quiere ni sabe rodearse de escuderos mediocres, y su habitualmente bien orientado oído suele aconsejarle en la dirección correcta cuando se trata de incorporar a la familia a los miembros adecuados. Con ellos se presentó de nuevo en la sala Hangar de Córdoba, ciudad a la que apenas unos días atrás ya había acudido en calidad de ponente (divertido y ácido, en consonancia consigo mismo) en el más que estimulante ciclo anual de Cosmopoética. En esta ciudad tiene buenos amigos, y a partir de ahora espero que cuente al menos con uno más.

Las canciones de más reciente factura son encajadas pronto y unidas en un único bloque en el que le dedican especial atención a la profundidad melódica de “De piedra”, seguramente una de las mejores de la última hornada, y al trasfondo romántico de “Supersticiones”, tal vez junto a “Las trompetas del apocalipsis” y “Ángel azul” el punto álgido de un trabajo menor en su discografía, que no mediocre, de cuyas limitaciones el propio compositor es consciente y cuyos límites son expandidos en directo gracias sobre todo a la guitarra de un Jaime Beltrán multiplicado y clave para que un concierto de Sr. Chinarro hoy sea una experiencia ciertamente gratificante. La enorme banda demuestra sus tremendas prestaciones no solo al recrear “Quiero hacerlo mejor” y “Las pruebas”, sendas piezas que adelantaron en su momento al “nuevo” Chinarro, que no es otro que el mismo de siempre, modificado y adaptado a las circunstancias vitales y artísticas. Básicamente, un tipo con un talento descomunal para escribir canciones, que llega a deslumbrar en “Efectos especiales” –los que pensamos que Perspectiva Caballera es una pequeña obra maestra agradeceríamos más dosis de dicho disco- y la puesta al día de “Quiromántico”, supongo que uno de esos temas que él mismo acabó reconociendo como necesario para el público, para quienes nos tenemos por seguidores de base, y que con el tiempo lo consideramos una de las claves para entender el universo “chinarriano”. Una piedra de toque fundamental para que su leyenda continuase con otros dos trabajos enmarcados en oro en nuestra discoteca: El Fuego Amigo y El Mundo Según. “El lejano oeste”, “El rayo verde”, “Ángela”, “Dos besugos”… ¿Quién no mataría por haber escrito alguna de estas canciones? Llevan grabadas de forma indeleble en su repertorio de directo casi desde que nacieron y se quedarán todo el tiempo que considere oportuno, aunque si desaparecen no será desde luego porque dejemos de amarlas. Lo mejor es que ninguna suena igual, que en manos del grupo (los teclados de David Molina eran precisos para precisar, valga la redundancia, los arreglos de los nuevos temas, pero también engrandecen gran parte de los anteriores) la cosa parece una incursión permanente y sin solución de continuidad en un mundo paralelo que reconocemos como propio.

El caso es que acabar un concierto por todo lo alto cuando previamente existen mínimos problemas de sonido con tu guitarra y tu voz (nada que no fuese solventado con rapidez) no implica solo remontar un tono que nunca decae sino también demostrar que cuando hay canciones sobran las explicaciones e incluso las percepciones. Cuando “El progreso” se endurece en las guitarras y la base rítmica y se transforma en otra cosa y “María de las Nieves” estremece de nuevo con su aparente improvisación sabes que seguirás acudiendo a la llamada de este señor (sí, la dudosa “Una llamada a la acción” también sigue en el repertorio, pero no nos importa en absoluto), porque lo de que no tienen sexo “Los Ángeles”, lo de que no hay nadie aquí más “Babieca” que él, lo de que nadie puede dar un beso más pequeño que “El alfabeto morse” y la hoguera que aparece en nuestros ojos encendidos por “El rito” hay que seguir cantándolo y contándolo sin rubor. Por mucho tiempo que pase y muchas discrepancias que podamos tener de manera puntual con artistas que han significado mucho en nuestra educación musical siempre defenderemos a muerte casos como el del señor Luque, un escritor de canciones lúcido y ácido, dulce y sarcástico; casi siempre escéptico y a veces amargo, que es el sabor que la vida nos ha enseñado a apreciar más. Asumir que la vida no siempre es hermosa y disfrutar de ese sentimiento requiere tener la cabeza y los oídos bien amueblados. Por eso hemos de tener a mano a gente que nos lo cuente a su manera, por si hemos pasado algo por alto. Gracias, Antonio, por demostrar que todo es relativo y nada permanece, ni siquiera las diferencias. Nos vemos en las canciones.

Fotos: Raisa McCartney

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