Viva Suecia – Otros Principios Fundamentales (Subterfuge)

La Fuerza Mayor era ya un título rotundo, a bocajarro, que describía a la perfección el contenido y los efectos colaterales que obtuvo entre público y crítica. Se trataba del disco que puso a Viva Suecia en el mapa del rock independiente español con toda la grandilocuencia y esperanza que ello suponía. Como si de unos nuevos y mucho más expansivos Vetusta Morla se tratase, los murcianos arrasaron con una carga compacta de canciones que se parecían bastante más de lo que aparentan a estas nuevas, las comprimidas en Otros Principios Fundamentales, un resumen perfecto en solo tres palabras de los renovados objetivos de una banda segura de sus poderes desde el primer minuto que se metieron en el estudio. Sustituyendo al gran Paco Neuman, productor de aquel prometedor balazo, por el no menos experto Carlos Hernández (uno de los tótems del indie nacional), la continuación del episodio anterior los envuelve en pop, noise y post-rock casi a partes iguales y los une en cierta manera con primos lejanos como Los Planetas por la base de temas como “La estrella de David”, un delicado e hipnótico himno que funciona como punta de lanza de un sonido ya completamente identificable.

Un grupo que no le tiene temor alguno a hacer canciones sin estribillo como “A dónde ir” y es capaz de convertirlas en himno (puede decirse lo mismo de “Hemos ganado tiempo”, donde la agresividad cabalga por encima de la melodía) debe sentirse bien orgulloso de conectar tanto con oyentes habituados a esta especie de épica que últimamente asola la creatividad de tantas bandas de reciente éxito como con otros regularmente reacios a abrir sus orejas a la última nueva promesa del pop hispano. A tal efecto, la vocación de hit con la que nace “El nudo y la esperanza” es el reflejo de que algo grande puede pasar con el grupo. El existencialismo, las metáforas intrincadas en las letras y unos ambientes más atmosféricos que nunca se unen a dicha impresión, como se nota en el caos controlado de “Nunca estamos solos” o el gran trabajo vocal de Rafa Val en “Aprendemos a nadar”. No es la única enseñanza de la que se apropian, está claro, pues detrás de esta grabación es fácil adivinar la sombra de Mogwai o Standstill, por citar dos de las referencias más obvias aunque nada evidentes.

A la coletilla de rock-alternativo-melancólico que pudiéramos leer en alguna reseña sobre este trabajo no conviene hacerle demasiado caso cuando disfrutamos del shoegaze superficial de “¿Nos ponemos con esto?” o de la dupla conceptual que establecen “Vamos a hacer…” y “… que esto funcione”, sabiamente administrada con pasajes minimales de la entidad de “Lo último que se pierda” y alguna que otra tormenta eléctrica contando historias de soledad y despecho, para que se sepa que ante todo este disco habla de las cosas importantes que alguna vez nos han pasado a todos.

Viva Suecia no pasarán a la historia por ser los más originales ni los más sorprendentes, pero seguramente tengan siempre un hueco en nuestros oídos por haber sabido administrar, al menos hasta ahora, una carrera coherente y trabajada hasta el detalle. Estos son sus principios, está claro, y si alguna vez no nos gustan, tendrán otros.

 

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