Crónica: Azkena Rock Festival (Mendizabala) Vitoria-Gasteiz 17-18 junio

Tres lustros contemplan ya al Azkena Rock Festival de Vitoria-Gasteiz. Nadie diría que aquel festival en sala de hace 15 años se consolidaría como el evento rock más importante de la península que aunque, con sus altos y sus bajos, parece encontrarse en una buena forma para afrontar los próximos años. Esta edición también se ha sobrepuesto a la pérdida de uno de sus cabezas de cartel, Primal Scream, a poco más de una semana del comienzo del festival y se ha sustituido por la única oportunidad de ver fuera de su país natal a los suecos The Hellacopters, lo cual ha sido celebrado por los sectores más militantes del festival, poco amigos de inclusiones estilísticas ajenas al rock & roll y menos si son cabeza de cartel.

Además, se han recuperado atracciones extramusicales de otros años (bodas estilo Las Vegas, Casino…) y se han añadido otras como una ruta y stands moteros.

Una vez finalizado, el festival saca músculo, 30.000 personas según la organización, y anuncia las fechas de la que será su próxima edición, prevista para el 23 y 24 de junio de 2017 con los primeros bonos ya a la venta.

La climatología ha sido protagonista sobre todo el viernes, interrumpiendo la actuación en la plaza de la Virgen Blanca de Julián Maeso, felizmente recolocado en el line-up de Menidzabala. La inclemente lluvia hizo que viéramos a Daniel Romano refugiados en una carpa y pudiéramos atisbar lo atractivo de su mezcla de country-rock, pop y el mejor rock americano. Una pena verlo en esas condiciones, esperaremos a disfrutarlo en sala.

Nuestro primer contacto a cielo descubierto fue con Vintage Trouble, proteica banda de Los Angeles que, con carácter revisionista, presenta un repertorio de blues, soul y rock & roll 50s y 60s cuyo máximo valor está en su carismático cantante Ty Taylor que con sus bailes, poses y energía calentaba a los voluntariosos que aguantaban el aguacero y con los se mezcló en una de las canciones para casi surfear entre el público.

Lucinda Williams no engaña a nadie, es una de las damas del folk, del rock, del country norteamericano desde hace años. Por eso extrañan las reticencias de una parte de los aficionados a su inclusión en el cartel de esta edición del Azkena Rock Festival y más, después de que que algunos de ellos abandonaran el concierto a las primeras de cambio aduciendo que eso no era lo que esperaban… Cierto es que el concierto empezó algo dubitativo en los terrenos de su último disco The Ghosts of Highway 20 pero lo que ofrece la norteamericana hoy es madurez, poso y elegancia musical y conviene centrarse en lo que se oye y no tanto en lo que se ve, tocada con un sombrero vaquero con abundancia de brillantes y hasta con un tocado de pequeñas plumas. Tirando de gemas como “Car Wheels on a Gravel Road” o “Drunken Angel”, el concierto fue de menos a más y la trotona “Honey Bee” midió el pulso rockero de nuestros chubasqueros que definitivamente desaparecieron con el himno “Rockin In The Free World” del siempre esquivo con el festival, Neil Young.

Desparecida la lluvia nos acercamos hacia Jean Beauvoir donde el ex-Plasmatics, aparte de epatar con su look de cresta blanca y alargada sobre piel morena, ofrece un pastiche de heavy punk ya bastante trasnochado que hizo que dirigiéramos nuestros pasos hacia los sureños Blackberry Smoke.

Deudores de Alman Brothers y The Black Crowes y solventes instrumentalmente, quizás, necesiten una chispa en escena para pasar de lo correcto a lo recordable a pesar de brillar cuando visitan el country rock y recordaban a The Jayhawks.

La ausencia en las últimas décadas de la irrupción en el mundo del rock de grandes nombres, ha servido que determinados grupos hayan adquirido categoría de leyendas para una generación cuando en realidad son revisionistas de épocas pasadas con mayor o menor fortuna. Entre los afortunados se encuentran The Hellacopters, suecos reunificados este año para un concierto en su tierra y que por la caída del cartel de Primal Scream recalan en el festival por segunda vez para sufrir de nuevo con el sonido. Si la vez anterior sufrieron un volumen excesivo está vez fue lo contrario, falta de volumen general y especialmente en las voces. No obstante, nada que objetar a la actitud de la banda desplegando high-energy, punk & roll y hardrock de indudable regusto Detroit y australiano.

Danzig es una especie de leyenda menor del punk rock en su vertiente más siniestra. Acostumbrado a espantadas de última hora como la que sufrió hace años, en este festival su presencia había levantado una moderada expectación. Pero esa expectación se convirtió en confirmación de una de las decepciones de la historia del evento. Mal sonorizado, músicos que parecían estar en escenarios y en formaciones distintas y un Danzig recorriendo el escenario de un lado a otro para no saber donde ir y cantando igual de mal que cualquiera de los peores aspirantes a Operación Triunfo. La palabra desastre se inventó para bolos como éste y si habría que ponerle un título sería “Dirty Danzig” o “Danzig Queen”.

Al echarnos Danzig de sus escenario acudimos a disfrutar de Luke Winslow King que con una voz fantástica nos llevó por terrenos de jazz, swing, blues, r&b, etc con una riqueza estilística que pueda que sea también su mayor rémora por la falta de concreción. Adscrito a los sonidos de club de New Orleans quizá disfrutarlo en un espacio más reducido haga que su propuesta suba unos cuantos enteros.

La jornada del sábado, ya sin lluvia, prometía un buen día con la posibilidad de enlazar de tirón cuatro o cinco conciertos de nivel que es el fin mismo de un festival desde el punto de vista musical, amén de los que van a conocer gente, hacerse fotos o rodar videos imposibles de ver y oír.

Los vitorianos Sumision City Blues dieron una vez más, ahora en escenario grande, una muestra de su tremenda personalidad presentando los temas de lo que será su primer álbum y fueron de las pocas bandas, junto con Refused, que aprovecharon para ira más allá del hedonismo musical y acordarse del drama de los refugiados.

Radio Birdman eran el primer asunto serio del día y nos obsequiaron con un ejercicio de jerarquía escénica y musical al alcance de pocas bandas. No hay más que ver la alineación de esta banda australiana que aparece y desaparece del mundo musical Rob Younger a la voz que estuvo en su papel de frontman hierático y al que incluso vimos sonreír viendo como iba saliendo el concierto, Deniz Tek guitarrista killer, cirujano curtido en mil batallas, que revitalizó todos sus clásicos ocultos durante muchos años recuperados en los años noventa y que hicieron que el culto a la banda motivaría su reunión que ha tenido varias fases. Jim Dickson bajista discreto sin el cual el grupo no tendría la consistencia necesaria para que “Aloha Steve Dano”,”Murder City Nigths” o “Smith &Wesson Blues” nos sigan cautivando como cuando las descubrimos décadas atrás sin necesidad e posturas impostadas ni mástiles al viento. Solvencia y elegancia a cargo de estos aristócratas del rock.

Corriendo nos fuimos a por la segunda leyenda australiana del día, los The Scientists de Kim Salmon, que con un look un poco “ajustado” fueron extendiendo su sonido pantanoso poco a poco a base de guitarras aceradas, fuzz, noise blues, base rítmica poderosa y una voz más y más lijosa a medida que avanzaba el concierto. Esta banda que era lo más en el underground en los años ochenta, sobrevive ahora de actuaciones esporádicas siempre a rebufo de la carrera particular de Kim Salmon y de las inagotables y desperdigadas grabaciones ocultas que afloran cada cierto tiempo. Con Boris Sudjovic al bajo como único superviviente original junto a Salmon y Robert Coyne (hijo del gran Kevin Coyne) a la batería y Tony Thewliss a la otra guitarra y el escenario con mejor sonido del festival la banda extendió sin remisión su arenas movedizas en las que atraparte como “Swanpland”, los medios tiempos infecciosos como “Last Nigth” y darte la estocada final con el eterno y excitante “We Had Love”. Infecciosos.

El don de ubicuidad no lo tenemos, todavía, así que contamos con un colaborador de confianza para poder seguir el solape entre 091 y Fields of The Nephilim.

La reunión de los granadinos ha hecho correr ríos de tinta y ha abierto una expectación que quizás no tuvo la banda en su época a nivel crítico. A los que no fuimos seguidores de la banda en su día nos costaba entender todo este pequeño revuelo pero con la hora de actuación que nos brindaron estamos más cerca de poder hacerlo. Otra vez, en el mismo día, la elegancia personificada, no ya en las vestimentas de riguroso negro y una puesta en escena sencilla pero bonita, sino en la ejecución de sus canciones envueltas en un sonido cristalino y contundente a la vez. José Ignacio Lapido, poseedor de una larga carrera en solitario, ejerce de veleta musical del grupo a la guitarra mientras la exposición escénica la lleva a hombros su cantante José Antonio García con un fraseo claro y emocionante con una banda engrasada que llevó desde el inical “El baile de la desesperación” hasta “La vida que mala es”, un setlist que emocionó a los fans y convenció al resto.

Fields of the Nephilim son una banda de los 80s que estimábamos desaparecida y cuya inclusión en el cartel no nos ofrecía mucha confianza. Craso error. Con su típica puesta en escena de cowboys siniestros con guardapolvos, sombreros tapándoles la cara y vestimentas de cuero ajado, deshojaron un repertorio cual mantra entre bajos de hormigón y guitarras reptantes, evitando dar el concierto plano que se preveía, merced a sibilinas diferencias melódicas y a oportunos cambios de intensidad. Una grata sorpresa de un banda que dábamos por acabada.

El plato fuerte del festival hizo que la audiencia del sábado creciera ostensiblemente respecto a la del viernes y que las primeras filas se reservaran con mucha antelación aún teniendo que sacrificar varios conciertos. The Who son historia viva del pop y el rock mundial , y digo viva por que por lo que ofrecieron en Mendizabala no se les puede decir que sean dinosaurios viviendo de las rentas ni mucho menos.

Con una banda de sonido poderos y contundente con Pino Palladino al bajo y Zak Starkey a la batería, repasaron 50 años de historia en un repertorio que emocionó a pesar de ser conocido y esperado gracias a un gran trabajo con las proyecciones visuales que los mismo nos recordaban a los miembros originales ausentes, nos trasladaban de nuevo a “Quadrophenia”, mostraban espectaculares primeros planos de los miembros de la banda o recreaban vistosas composiciones con los colores y el logo de The Who.

Tanto Daltrey como Townshend saben hasta donde pueden llegar en pleno 2017 y dosifican perfectamente sus fuerzas dejando destellos de la legendaria voz del uno y de los molinillos incontrolables a la guitarra del otro dentro de una presencia escénica que difícilmente tiene equiparación en grupos de su generación hoy en día. Con un repertorio que fue de los temas más rock y pop hasta los iconos de sus óperas rock de carácter más sinfónico y elaborado, terminaban 15 semanas de una gira que retomarán en septiembre si el “Brexit” no lo impide. Desde “I Can´t Explain” hasta “Baba O´Riley” fue una confirmación de que los chicos no solo están bien, sino que están en plenas facultades.

Refused volvieron a los escenarios hace cuatro años para resucitar todas los bondades de su disco The Shape of Punk To Come piedra filosofal del hardcore más expansivo y ecléctico. Ahora tienen nuevo disco pero el grueso de su directo se basa en aquel incunable y en la presencia escénica de su arrolador frontman Dennis Lyxzen que despliega en escena un amplio catálogo de movimientos de todos los estilos. Arrollador y apoyado en la excelente guitarra del ex-Soundtrack Of Our Lives, Mattias Bärjed, arengó al público a reclamar más presencia femenina en los escenarios y a pelear contra la troika en un ejercicio inédito de búsqueda de compromiso con los problemas, que debería hacer reflexionar tanto a las bandas como al público sujetos pasivos en una celebración que parece solo buscar el placer instantáneo y olvidadizo. Un avasalldor “New Noise” nos condujo a “Tannhaüser/Derivé” que puso la guinda al pase más arrebatador y contundente de la jornada y del festival

Cuando los Supersuckers enfilaban su country rock se encendió la reserva de nuestro depósito y pensamos aquello de que “una retirada a tiempo es una victoria” para poder volver en el 2017.

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