Scowl + Modern Color + Boneflower (Sala Mon) Madrid 20/05/25
Estamos presenciando a una banda en plena metamorfosis. Scowl, la formación californiana que se atrevió – o al menos intentó – renovar las tripas del hardcore punk, ha estado de gira por nuestro país, gracias a Primavera Tours. En Madrid actuaron en la sala Mon, para presentar su segundo álbum, Are We All Angels (Dead Oceans 2024) una clara muestra de que, en lo tocante a evolución musical, no todo es blanco, negro o pose. En su corto set hubo de todo, menos medias tintas.
El cartel lo completaban dos actuaciones más, tan cortas y viscerales como la de los anfitriones. Abrían los locales Boneflower, disparando su habitual receta de post-hardcore técnico, sincopado y con cambios de registros hasta el borde de lo que uno pueda esperar.
Una banda con más proyección internacional que en su propia casa, como atestiguan sus giras europeas. Estuvieron despidiéndose de su disco Armour (2020 autoeditado), tal y como ellos mismos comentaron y dieron algún adelanto de su nuevo trabajo, a punto de salir a la calle.
Después llegaron los también californianos Modern Color, con un directo que transmitió desde los primeros minutos una mezcla muy bien medida de: punk, pop, melodías pegadizas y velocidad hardcore.
El cuarteto venía con su reciente There Goes the Dreams (Other People Records 2024), una colección de canciones redondas que evocan en muchos sentidos a los noventa. Concierto corto y vitaminado con ganas de poner la sala patas arriba, aunque por aquí no sean demasiado conocidos.
A eso de las diez de la noche, con un aforo razonablemente amplio – sin llegar a llenar – salían al escenario en formato cuarteto Scowl. Sin la presencia de Malachi Greene como segundo guitarra de la formación, la ausencia se notó más de lo deseable, sobre todo en los temas nuevos, con los que – precisamente ahora – están apostando por matices y texturas nuevas.
Así, todo el peso guitarrístico recayó sobre el macarra de Mickey Bifolco que decidió ponerlo todo al once. Aunque el sonido total no ayudó para nada, batería muy alta, bajo ídem y una ecualización más que pobre. Lo que no les falló fue su entrega. Desde el tema inicial, la bestial “Opening Night”, recibida con entusiasmo por la parroquia, todos se dejaron la piel sobre el escenario y Kat Moss demostró por qué se ha convertido en uno de los referentes del punk moderno; presencia escénica intensa y arrolladora, sacerdotisa y a la vez exorcista es esta front-woman.
El set fue un recorrido por su mencionado último disco, que ha generado cierta deserción entre algunos de sus fans primigenios, nostálgicos del sonido más crudo de sus inicios. Eso en disco, porque en directo siguen siendo un auténtico rayo demoledor, que arrasa todo a su paso.
Lógicamente tuvieron momentos para recordar canciones de sus comienzos, como las destacadas: “Shot Down”, desatando los primeros conatos de pogo, “Psychic Dance Routine”, el tema con el que ya dieron una pista de lo que está siendo su presente musical, o “Blodhound” con la que llegaron los primeros saltos desde el escenario.
Aunque la base rítmica, conformada por Bailey Lupo y Cole Gilbert – bajo y batería respectivamente – hizo de las suyas, por momentos, sobre todo en temas nuevos como esas suertes de joyas de ascendencia noventera; “Let You Down”, o “Fantasy”, parecían estar pidiendo esa segunda guitarra que reforzara el muro de sonido que normalmente sacan a pasear.
Final más embrutecido de lo normal con una versión más acelerada y bronca de uno de sus últimos hits; “Special” en un concierto de unos cuarenta minutos, nada que pueda sorprender al que ya conozca a la banda.
Scowl no están donde estaban hace pocos años y eso puede que sea exactamente lo interesante. Ya no es solo una banda de hardcore-punk, son un proyecto consolidado, tensando los límites de su escena y abriendo espacio para nuevos sonidos.
¿Es eso un crimen? Claro que no, pero hasta cierto punto es perfectamente licito que algunos echen de menos a los Scowl de hace dos años.
Fotos Scowl + Modern Color + Boneflower: Fernando del Río