Slowdive – Slowdive (Dead Oceans)

En estos tiempos en los que la nostalgia se apodera de todo, volver a disfrutar de algunas de las bandas que se fueron hace años está a la orden del día, pero no en todos los casos esas reactivaciones funcionan tan bien como lo ha hecho la de Slowdive. Ellos decidieron reactivar la formación en 2014 y tras girar por medio mundo comprobando la buena química entre sus componentes, se animaron a componer nuevos temas mirando hacia el futuro, pero sin perder su identidad.

Habían dicho adiós hace más de dos décadas tras el experimental Pygmalion (1995) y las salidas del guitarrista Christian Saville y el bajista Nick Chaplin. Momento en el que Neil Halstead, Rachel Goswell e Ian McCutcheon reconvirtieron el proyecto en Mojave 3, combo en el que en un principio tomaron la senda del dreampop, para terminar virando hacia el folk y el country más preciosista. Tras una década de discos en solitario y proyectos varios, volvemos a disfrutar de un nuevo álbum de Slowdive, de título homónimo y que reúne todas las virtudes que les convirtieron en uno de los referentes de la escena shoegaze de los primeros 90.

Este Slowdive (2017) nos ha pillado por sorpresa porque todo lo que esperábamos de él está ahí, pero sonando mejor que nunca. El disco no solo recupera y vuelve a poner de actualidad un género que parecía haber quedado enterrado hace tres décadas, sino que lo reivindica y dota de la vigencia que merece. Y ahí es donde radica su fuerza, en sonar tremendamente actual mirando de tú a tú a algunas bandas actuales que han seguido el camino que ellos abrieron (Beach House) y a la vez, funcionando como una continuación natural de aquél insuperable Souvlaki (1993).

Esos ambientes melancólicos, esas melodías ensoñadoras, guitarras cristalinas o llenas de reverbs, capas, las voces celestiales de Goswell y esas cadencias de un cada día más inspirado Halstead, se mantienen inalterables. Piezas como “Star Roving” o “Sugar For The Pill”, brillan al mismo nivel que gran parte de su recordado legado, al igual que “Don’t Know Why”, “Go Get It” o “No Longer Making Time”, que terminan de conformar un trabajo tan sólido, como inspirado.

Disfrutemos de un disco con varios momentos muy por encima de lo esperado, que ha sido concebido gracias a ese respiro; a esa pausa necesaria de dos décadas que ha puesto las cosas en su sitio para que pudiera completarse de esta forma tan brillante.