Squid (Sala Apolo) Barcelona 21/09/23
Hay quien comentaba a su acompañante saliendo del concierto de Squid en La 2 de Apolo: “yo es que soy mucho más básico que todo esto…”. Desde luego, el quinteto de Brighton es de todo menos básico. Una experiencia musical recomendable para todo aquel en busca de emociones producidas por volumen y distorsión. Un sonido a veces a caballo entre el jazz, funk, rock experimental, la electrónica o el tan manido concepto del post-punk, hacen que esta banda sea muy difícil de etiquetar.
Tras pasar por varios festivales en España desde que sacaron su primer disco (Bright Green Field, 2021), este era su debut en sala en nuestro país. También tocan en Valencia y Madrid, en el Ram Club y la Sala Copérnico. A principios de junio presentaban su segundo disco (O Monolith) y desde entonces no han parado de tocar por todo el continente europeo.
El bolo empezaba con una intro enredando loops de sintetizadores que daba paso a «Swing (In a Dream)». Con este tema ya disipaban toda duda para aquellos que se preguntaban cómo sonarían en directo. Otras dos canciones del nuevo disco, «If You Had Seen The Bull’s Swimming…» y «Undergrowth», hasta que pudimos asistir al primer gran éxtasis de in crescendos interminables -y que no acaben nunca-. Prácticamente cada una de las canciones tiene un momento de trance en los que parecen transportarte a otro lugar lejano a La 2 de Apolo.
La disposición de la banda es igual de caótico y ordenado que su música. Sentado en la batería como epicentro de los cinco miembros de la banda está Ollie Judge. No es solo el encargado de llevar el ritmo, sino que también es quien pone voz a este proyecto musical. Centrarse en los instrumentos de cada uno de los integrantes no es tarea fácil. En algunos temas uno toca el bajo; en otros observas que quien ahora lleva el bajo, no lo hacía antes. Muchos teclados, una trompeta, cuerdas y varias guitarras. Louis Borlase, Athur Leadbetter, Laurie Nankivell y Anton Pearson son los encargados de tener a punto y hacer sonar cada instrumento en el momento oportuno.
Las luces también eran parte importante de la tripulación del viaje. Los minutos de la hora y media larga que duró el concierto transcurrieron espaciados por algún que otro breve respiro para músicos e instrumentos. Temazos como «Narrator», «Documentary Filmmaker» o la agotadora «Pamphlets», terminaron por convencer a todos los presentes de la calidad de Squid. Incluído a quien saliendo del concierto confesaba a su acompañante sentirse demasiado básico para ellos. “Pero me han molado bastante” cerraba su observación antes de perderse en la boca de metro del Paral-lel.
Foto Squid: Carlos Barrie Velasco