The Pains Of Being Pure At Heart + Cristina Quesada (16 Toneladas) València 27/02/25
Atención, pregunta: ¿Puede un disco de hace tan sólo 15 años motivar toda una gira de reunión para reivindicarlo? Uno, que es ya cincuentón, está acostumbrado a que los artistas que hacen eso tan frecuente últimamente de los conciertos tocando un disco entero tengan la misma o más edad que yo. Estos «chavales» de Brooklyn todavía no están en los cuarenta. ¿Se nos va la nostalgia de las manos? Está la retromanía, es decir, la adicción del pop a su propio pasado, que perfiló tan bien Simon Reynolds en el libro del mismo título, llegando a límites insostenibles? ¿Llegaremos a reivindicar como históricos discos del año pasado?
No lo sé, la verdad. Entiendo muy poco al mundo y sus transiciones últimamente. Lo que sí sé es que el primer disco de The Pains Of Being Pure At Heart, editado por la indie Slumberland Records en 2009 significó un antes y un después en toda esa auto reivindicación constante que vive el pop desde los años ochenta, más o menos. Cuando todo el mundo estaba pensando en el formato más aguerrido y garajero del rock, aparecieron Kip Berman, Peggy Wang y Álex Nadius (después se añadiría Kurt Feldman) reivindicando el pop C86 (o twee pop como se puso de moda de repente llamarlo), el dream pop y el shoegaze.
Y claro, para muchas y muchos, que nos pusieran en una coctelera a Felt, The Pastels, Ride, Adorable, Slowdive, The Field Mice o My Bloody Valentine, sobre todo si el resultado era un paquete de 10 canciones absolutamente perfectas, significó un mundo. Y claro, el disco terminó siendo referencial para una generación que a partir de él inició un ciclo que ha culminado con la enésima resurrección del shoegaze que vivimos justo ahora,. Si no eres shoegazer, no estás en el mundo. Así están las cosas.
En esos términos, es normal que la banda, en manos exclusivamente de Berman durante años, haya tenido a bien reunirse prácticamente en su versión original para celebrar este décimo sexto aniversario de un disco que todavía les gusta tocar. Tanto el citado, como Wang, Feldman y el guitarrista Christoph Hochheim, que se adhirió a la formación original tras la grabación de su primer disco, accedieron a la petición de llevar a cabo una serie de shows en Portugal y España, país al que, según ha reiterado Berman, tienen especial cariño, puesto que tras su actuación en el Primavera Sound de aquél año (2009) la banda empezó realmente a crecer.
Así pues, llegaban los americanos a València en ambiente pre-fallero y con ya bastantes shows por la península en su haber. Unos shows que han ido sistemáticamente colgando el sold-out, algo en lo que Valencia no fue excepción. Se había colgado muchísimo antes de la celebración del concierto, de hecho. Y es que este es uno de esos casos en los que la nostalgia funciona por igual para el público de todas las edades. De hecho, se veía en el amplio espectro de generaciones que había en el respetable que abarrotaba la sala tras la actuación de Cristina Quesada, cantautora de la factoría Elefant encargada de abrir el show.
Quesada facturó un show sencillo y bien ejecutado en formato dúo y defendiendo canciones como “Bailar conmigo”, “Ya no puedo más”, “Dancing tonight” o esa rendición tan bonita que hizo del “Viaje a los sueños polares” de Family para acabar un set que dio paso inmediato a la banda de Brooklyn. Berman y sus compañeros tomaron el escenario sin dilación para dar cuenta de su debut. Un trabajo que, tal como demostraron con creces, no ha envejecido ni un ápice. Una tras otra, desde “Contender” a “Gentle sons” y con un ritmo e intensidad ascendentes, el quinteto fue desgranando las diez canciones de su primer disco largo, prácticamente sin mediar palabra entre una y otra y con un deleite que fue haciéndose más plausible según iban avanzando. Por el camino, fueron demostrando que canciones tan redondas como “Young adult friction”, “This love is fuckin’ right” o “A teenager in love” no han perdido su vigencia, ni su capacidad de emocionar a un público que, pese a las quejas en torno al limitado volumen del concierto y a su duración (sólo añadieron cinco canciones a las diez del debut) quedó, aparentemente, plenamente satisfecho.
Y es que poco puede apelarse a canciones así, tocadas con todo el candor y el entusiasmo que las revestía cuando fueron hechas. The Pains Of Being Pure At Heart son eso, puros de corazón, una banda sincera haciendo lo suyo para un público que les adora. Un público que, por descontado, no paró de recibir argumentos incontestables para no tener la más mínima queja: el quinteto final, formado por diversos singles como “Doing All the Things That Wouldn’t Make Your Parents Proud”, “Say No to Love”, “Ramona”, la estupenda “Belong” o la evidente ”The Pains of Being Pure at Heart” rubricaron un concierto muy breve, sí, pero emocionante y digno de guardar en ese rincón preferente que tenemos en el corazón para los recuerdos que traen abrigo a los tiempos difíciles.
Fotos The Pains Of Being Pure At Heart + Cristina Quesada: Susana Godoy