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Degusta Fest 2025 (Armilla, Granada)

Con una propuesta ambiciosa y novedosa, Degusta Fest se estrenó en la localidad granadina de Armilla para brindar un menú atractivo que aunaba gastronomía y música, con una selección de bandas de aquí y de allá bien cuidada y lejos de la saturación o los solapes.

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Un festival que permitía a los asistentes disfrutar sin prisas de cada concierto, intercalando sesiones de Djs entre ellos (Le Marchand de Sable, Cheries DJs y Florent Y Yo (DJ Set), Migue Mutante DJ, Don Gonzalo y Morrison69 DJ), mientras la gente hacía acopio de algunas de las degustaciones presentadas por los afamados chefs convocados para la ocasión.

La logística y la organización del festival resultaron exquisitas, ofreciendo multitud de espacios con sombra con los que combatir la primera ola de calor del año. Se agradecen especialmente este tipo de eventos que priorizan la distinción de la oferta frente a la acumulación de estímulos inabarcables.

Viernes 27 de junio

Así arrancó la jornada del viernes con unos Nada Surf que combatieron el calor reinante con sus guitarras furiosas y sus melodías entre Pixies, Pavement y Guided By Voices. El sonido de los neoyorquinos (con nuestro querido Daniel Lorca al bajo en plena forma, haciendo múltiples alusiones a lo felices que eran tocando en Granada, algo así como un segundo hogar para ellos) se ha ido reposando en sus últimos discos en favor del cuidado de las melodías,  funcionando el contraste a las mil maravillas entre la rabia post-grunge de “Hyperspace”, “The Way You Wear Your Head” o de la célebre “Popular” con la reposada madurez de “So Mucho Love”, “See These Bones” o el himno “Always Love”.

Degusta Fest

Fue un pistoletazo de salida perfecto dado el carisma del cuarteto sobre las tablas y es que Nada Surf es una de las bandas foráneas que sentimos más cercanas por estos lares. Verlos conservar la energía y el ímpetu habiendo sabido diversificar las tonalidades de su sonido, resulta reconfortante. Al primer atisbo de distorsión ya tenían a un buen puñado de fans copando las primeras filas atreviéndose a recorrer ese a priori amenazante espacio entre el cobijo de la sombra y la desafiante canícula.

The Lemon Twigs se han ido ganando con todo merecimiento la condición de banda preferente en nuestro país por sus múltiples visitas, todas ellas caracterizadas por un denominador común: el poder cautivador de sus melodías vocales y la excelsa pulcritud de sus guitarras. Cuando algo está tan bien hecho, poco importa las veces que lo hayas escuchado, pues es capaz de atraparte al instante una y otra vez, haciéndote pensar: ¿cómo demonios suenan tan bien estos tipos? Esta vez no fue una excepción y volvieron a hacernos tocar el cielo abrasador al ritmo de las eternas “The One”, “I’ve Got A Broken Heart” o la desarmante “In My Head”, con la que logran que el tiempo se detenga llevándote a desear que nunca termine esa melodía tan deslumbrante con aroma a clásico instantáneo. Nos envolvieron en una burbuja multicolor de contorno definido por la psicodelia pop, reafirmándose como una banda que hace del revival, virtud. Ahora que nos ha dejado el bueno de Brian Wilson, diría que aún emocionó más si cabe el tremendo despliegue de armonías vocales empastadas con absoluta naturalidad de los hermanos D’Addario.

El sonido fue espectacular y aquellos que se aproximaban por primera vez a su universo en directo, quedaron absolutamente prendados por su manera de hacer de lo clásico algo tan conmovedor, recreando la belleza que tanto le falta a la cruda realidad que asola el planeta. Los de Long Island se las apañaron para irse metiendo a un público cada vez más numeroso en el bolsillo a medida que iban desgranando un repertorio sin fisuras que sacudió las caderas de los asistentes al ritmo de las radiantes “How Can I Love Her More?” o el estallido final de la irresistible “Rock On”. De tan sobrados que van, parecen ya veteranos, pero el caso es que no llegan ni a los treinta. Una vez más, aplauso y reverencia.

El ambiente estaba ya bien caldeado para recibir a otro ilustre par de hermanos que reformularon las leyes del noise-rock en la segunda mitad de los años ochenta, a base de discos tan referenciales como Psychocandy (Blanco y Negro Records, 1985) y Darklands (Warner/Blanco y Negro Records, 1987). William y Jim Reid fueron sorteando sus célebres desavenencias para marcar una época al frente de The Jesus and Mary Chain logrando revolucionar la escena con sus aproximaciones al shoegaze y al rock de atmósferas acuciantes, entre las que asomaban la cabeza unas melodías embriagadoras en su desafiante crudeza.  En Granada no sólo se limitaron a tocar sino que estuvieron firmando libros y discos en la célebre tienda Discos Marcapasos, que cumple este año su treinta aniversario, logrando convocar a un montón de seguidores que pudieron compartir un rato con ellos. A buen seguro, sus dueños lucían sonrisa de oreja a oreja al ver que Jim llevaba la camiseta con el logo de la tienda durante el concierto.

La hora y media aproximada que duró el mismo resultó, como era de esperar, una auténtica apisonadora repleta de distorsión y ritmos oscuros y abrasivos, que no dejaron ni un segundo de respiro, y que acudieron incluso a canciones poco recurrentes en sus setlists como “Snakedriver”, que en su momento formó parte de la banda sonora de The Crow, poniendo patas arriba el Escenario Victoria con su excelente estado de forma. Convencieron tanto cuando atacaron clásicos del calibre de “April Skies”, “Happy When It Rains”, “Darklands” o “Head On” como cuando pellizcaron la nostalgia con las tomas cargadas de intensidad de “Sometimes Always” y “Just Like Honey”, con la colaboración de la cantante argentina Natalia Drago, conocida artísticamente como Srta. Trueno Negro.

Las guitarras atravesaron nuestras entrañas en “In A Hole”, dibujaron líneas hipnóticas y adictivas en “Cracking Up”, hicieron de lo accesible, combustible para las masas (“I Hate Rock & Roll”) y noquearon cuando ya estábamos en la lona (“Reverence”). El repertorio barrió prácticamente todas sus etapas y vino a reivindicar una vez más la vigencia de su sonido, cuyo sello es fácil detectar en multitud de bandas posteriores que crecieron al amparo de su influencia. Sin duda, la descarga ruidista y su correspondiente componente emocional asociado por lo que suponen los de  Glasgow para la historia del rock, habrá encontrado ya su lugar en la memoria cargada de esa mística tan inherente a la ciudad de la Alhambra.

Recoger el testigo de lo recién acontecido no era tarea fácil, pero Carolina Durante cogieron el toro por los cuernos desde el inicio, y aprovechando la inercia en la que viven desde la publicación de su mejor disco de largo hasta la fecha, el fabuloso Elige Tu Propia Aventura (Sonido Muchacho, 2024), provocaron pogos, taquicardias y arrebatos descontrolados por parte de un buen grueso de fans que se agolparon en las primeras filas.

El salto cualitativo experimentado por los madrileños, que han dotado a su cancionero de una mayor amplitud de miras y a sus letras de una mayor profundidad, se traslada a la seguridad con la que atacan todas sus canciones. Diego Ibáñez desafía a su fisioterapeuta acaparando la mayoría de las miradas con su carisma innegociable mientras acomete movimientos que no deben ir muy bien para la salud de su maltrecho tren inferior, y muleta en alto señala el camino con el que ir deconstruyendo la aniquilante rutina recreada en esa oficina ambulante en la que convierten el escenario, al trote vigoroso que marcan “Joderse La Vida”, “TOMÉ CAFÉ”, “Misil”, las pretéritas “Granja Escuela”, “En Verano” o “Aaaaaa#$!&”, con ese devenir pasivo-agresivo que tan bien maneja los tempos de sus shows.

El reto de tocar tras una de las bandas que más les han influenciado, The Jesus And Mary Chain, como así manifestó el propio Ibáñez en un momento de la actuación, les motivó y les llevó en volandas. Y es que pocas bandas con su juventud y su largo horizonte por dibujar, pueden presumir a estas alturas de un ramillete de singles del calibre de “Cayetano, “Normal”, “Hamburguesas” (uno de los puntos de inflexión claros de su trayectoria como demuestra la devoción con la que la recibe su público), “Perdona (Ahora Sí Que Sí)” o la final “Las Canciones De Juanita”, ese himno generacional cuyo célebre extracto «No Sonamos Mal. Sonamos Mejor Que Ayer» da nombre al penúltimo y exitoso lanzamiento de la Editorial Muzikalia con el que se retrata a toda una generación de guitarras. Es de valorar la manera en la que han ido puliendo su directo a medida que las nuevas canciones crecen en matices, dejando hace tiempo de mirar fundamentalmente al punk-pop melódico para abrazar la canción pop con mayúsculas, en la que la melodía suma tantos méritos como la trascendencia de los textos.

Sábado 28 de junio

Tras una primera jornada que dejó un sabor de boca inmejorable, el sábado despegó con la generosa bocanada guitarrera de The Gulps, banda que atesora diferentes nacionalidades en su formación, incluyendo a dos españoles, Javier Sola (vocalista) y Juan Carlos Ruiz (guitarrista) y que ha sido apadrinada por el mítico Alan McGee, leyenda del sello Creation Records.

Degusta Fest

Con dianas sobradas en pegada como “Surrender”, “Candy” o “The Kings House” consiguieron que un buen puñado de almas valientes, vencieran el desafío de los cuarenta grados y se entregaran a una sucesión de bailes imposibles al ritmo de la vitamina codificada con trazas de The Kinks, The Libertines o los primeros Mando Diao que tan bien despliega este joven y prometedor combo. Seguiremos atentos a sus próximos pasos, no cabe duda.

León Benavente trasladaron la pulsión nocturna de su más reciente cancionero, el que ha dado forma a su bailable y lascivo Nueva Sinfonía Sobre El Caos (Laventura, 2024), al sudor de los cuerpos entregados a su causa según caía la tarde.

Cero problemas para el cuarteto y su engrasada maquinaria, más que solvente a la hora de poner a saltar a un público que acabó olvidándose de la adversidad climática propia del verano en el sur, para abrazar con fervor casi religioso las sacudidas de números tan rotundos como “Úsame/Tírame”, “Nada”, “La Aventura”, “En El festín” o de presente tan reivindicable como “Ánimo Valiente”, “Gloria”, “Tipo D” o “Ser Brigada”, antes de que Abraham Boba se diera su clásico baño de masas (literal) al ritmo hedonista y canalla de “Ayer Salí”.

El directo es su hábitat natural, generándose una energía imparable que acaba por sellar una sinergia admirable entre banda y público.

Con el recinto de Femasa cobrando un aspecto más que saludable tras colgarse el cartel de “todo vendido”, se iba generando la atmósfera que rodea a las grandes citas conforme se acercaba el concierto de Wilco. La banda de Chicago, dulcemente acomodada en una envidiable eterna juventud, se presentaba en Granada como quien no necesita tener un motivo concreto en forma de lanzamiento para volver a hacernos sentir que verlos al menos una vez al año en directo, debería ser consejo recetado por cualquier facultativo cuyo objetivo fuera asegurarse nuestra felicidad.

Es tal el peso de su presencia, que todo lo que se nos pide es dejarnos llevar por lo que dedican tocar en cada momento, sabiendo que nos van a hacer acariciar el cielo con las yemas de los dedos a cada acorde, a cada sorbo de su inagotable receta mágica para construir clásicos atemporales que trascienden géneros o etiquetas. Se trata de música en mayúsculas, de esencia e identidad. Esa que les ha llevado a escribir un pedazo de la historia del pop-rock contemporáneo, concretado en sus conseguidas variantes en forma de folk, americana, country o incluso kraut. Mutantes e inquietos, han ido marcando su propio camino a lo largo de una trayectoria envidiable que nunca ha dejado indiferente,  y que continúa resultando fascinante con el agradecido valor que otorga la perspectiva de su deslumbrante legado.

Es difícil fijar la mirada en alguno de los músicos durante mucho tiempo, ya que la lluvia de estímulos es tal que acaba por romper cualquier plan preestablecido. Sí, cuando Nels Cline acomete esos solos de guitarra de otro planeta, es recurrente mirar alrededor y detectar innumerables expresiones entre el asombro y la reverencia, pero estamos ante un grupo de músicos tan solventes y con tanta experiencia a sus espaldas, que resulta todo un lujo verlos levantar envolventes urdimbres sonoras desde sus respectivos espacios, mientras Jeff Tweedy acaba por hilar sobre ellas un tejido de belleza lustrosa y presencia imponente con su voz, de timbre tan reconocible, y su carisma.

En una nueva noche de soberbio savoir-faire, los autores del sublime Yankee Hotel Foxtrot (Nonesuch Records, 2002) transitaron con exquisita elegancia por la inmediatez pop que bien se viste de tintes clásicos (“Evicted”, “If I Ever Was A Child”, “Hummingbird” o el guiño a su pasado más Replacements con “Box Full Of Letters”) como abraza la gramática experimental con riesgo controlado (“I Am Trying To Break Your Heart”, “Heavy Metal Drummer), haciendo guiños a sus infalibles himnos que piden ser coreados con orgullo (“Jesus, Etc.”) o recurriendo a esas canciones que poco a poco se van convirtiendo en monumentos cuyo techo es imposible de adivinar (“Impossible Germany”).

Degusta Fest

Es curioso como Wilco defienden históricamente y con tanto convencimiento, un álbum que fue de algún modo infravalorado y atacado por la crítica como es Sky Blue Sky (Nonesuch Records, 2007), alzándose como el disco al que más recurrieron durante el concierto, y en cambio ignoren sistemáticamente álbumes tan defendibles como Ode To Joy (dBpm Records, 2019) o Wilco (The Album) (Nonesuch Records, 2009). No faltó su vertiente más relajada, con las suaves caricias de “Via Chicago”, la eterna “California Stars” originalmente grabada con Billy Bragg o “Either Way” reclamando su merecido espacio. Las guitarras de Cline empezaron a tirar de distorsión y solos imposibles con el final de “Handshake Drugs” antes de que “Spiders (Kidsmoke)” desatara la locura entre ráfagas de kraut-rock con las que entrar en bucle infinito. Un nuevo recital para el recuerdo, cargado de clase y talento, que no por esperado ha de dejar de resultar merecedor de la más absoluta admiración.

El fin de fiesta lo pusieron Love Of Lesbian, quienes se manejan con absoluta naturalidad en contextos como este, y que contaron con un buen número de seguidores deseosos de reencontrarse con las melodías instantáneas de los catalanes, salpicadas por la ironía y la acidez de un letrista tan contrastado como Santi Balmes. El ya lejano 1999 (Blind Records, 2009) fue el trabajo que les llevaría a alcanzar cotas importantes de éxito tras muchos años pateándose las salas de todo el país con discos tan notables como Maniobras de Escapismo (Mushroom Pillow, 2005) o Cuentos Chinos Para Niños Del Japón (Mushroom Pillow, 2007).

Como anécdota, recuerdo coincidir con Balmes en el foro de esta revista por aquella época. Mucho ha llovido desde entonces para una banda que ahora llena estadios y suma festivales traspasando fronteras, como demuestra su creciente importancia en países como México. Nadie les ha regalado nada y a base de constancia y creer en ellos mismos, han acabado recogiendo los frutos que ahora saborean con merecimiento. El concierto con el que pusieron colofón a la primera y triunfal edición de Degusta Fest, volvió a convertirse en un ritual que constató la comunión existente entre la banda y su público, y que repartió su duración entre el lógico protagonismo de su última entrega, con las coreadas “Ejércitos de Salvación”, o “Contradicción” (con la imagen en pantalla de Rigoberta Bandini, quien colabora en la grabación original) a la cabeza, y la todavía palpitante melancolía que subyace a los emotivos rescates de “Noches Reversibles”, “Niña Imantada”, “Allí Donde Solíamos Gritar” y “1999”.

Degusta Fest

Balmes organizó coreografías, bromeó como es costumbre con la rocambolesca realidad de este nuestro santo país y lidió con el calor convirtiendo el recinto de Femada en una auténtica olla a presión para acabar de desatar la catarsis colectiva con “Algunas Plantas” y “Club De Fans De John Boy”, que puso punto y final a un festival que ha venido para quedarse y que cosechó un merecido éxito con su apuesta original y decidida por la gastronomía y la música de calidad, proporcionando el contexto adecuado para poder disfrutar de ambas propuestas con comodidad.

Fotos Degusta Fest: Jose Megía / fotos portada, ambiente y segunda foto Carolina Durante y León Benavente. Fotos de Wilco y Love Of Lesbian (Degusta Fest / JM Grimaldi)

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