Mad Cool 2019. Viernes, Madrid 12/07/19
Con el Mad Cool ya perfectamente engrasado tras la Welcome Party y la jornada del jueves, tocaba madrugar para disfrutar de un viernes que prometía grandes momentos desde temprana hora de la tarde.
Mentiría si no dijera que Sharon Van Etten era la artista que más ganas tenía de ver en este Mad Cool 2019. Su formidable estado de forma, ratificado con el extraordinario Remind Me Tomorrow (19), unido a su inquietud creativa y su capacidad de conmover que a mí, personalmente, me desarma por completo eran demasiados alicientes como para no estar en primera fila del Mad Cool Stage ayer tarde bajo un cielo nublado que paliaba en parte el extremo calor.
Hay que ser una fuera de serie para comenzar tu show con “Jupiter 4” y con esas texturas electrónicas amenazantes borrar de un plumazo todo lo acontecido durante los dos días anteriores en Valdebebas.
Acompañada de una cohesionada banda, la de New Jersey ofreció un show espectacular, vibrante y emotivo, convenciendo en su faceta más acústica con rescates como las evocadoras “Tarifa” y “Every Time the Sun Comes Up” como en la más sintética y seductora con canciones inapelables (“Comeback Kid”, “Seventeen”).
Sharon Van Etten demostró contar con el timbre vocal más arrebatador de la actualidad y un encanto desarmante. Nos disolvió en lágrimas al sentarse al piano con “I Told You Everything”, nos hizo contonearnos y cantar con “You Shadow” o nos sumió en una tensa y arrasadora tormenta de guitarras con el colofón que fue “Serpents”.
Triunfadora absoluta, firmó uno de los conciertos más grandes jamás dados en Mad Cool, convirtiendo el resto de la jornada, contra todo pronóstico, casi en anecdótico.
Raúl del Olmo
Después del despliegue emocional de la diosa Sharon Van Etten, llegaba el turno de un Miles Kane que si bien, anda un poco de capa caída creativamente hablando (Coup De Grace es bastante regulero), su efectivo directo tiene el gancho perfecto para animar el cotarro en cualquier festival. Ese indiepop de guitarras con el sello british por bandera, ayudó a sobrellevar el bochorno que sufríamos en la capital, a base de estribillos con gancho, aunque sin mucha complicación.
Con un look guiri de manual (faltaban las sandalias con calcetines), la mitad de The Last Shadow Puppets ofreció un repertorio centrado en su última entrega, animando al personal en momentos como la canción que da título a su nuevo disco y sus ramalazos funks o en los guitarrazos de «Silverscreen»; sin olvidarse de temas añejos como «Inhaler» y “Rearrange”, de versionar a Donna Summer con la pegadiza «Hot Stuff» -se oía a gente diciendo «esta me suena»- y cerrando convincentemente con la coreada “Come Closer”.
Manuel Pinazo
Tiempo de comprobar si sobre un escenario el detritus artístico de Marina (para mí siempre será con & The Diamonds) esgrimido en sus decepcionantes trabajos recientes se representaba de igual manera sobre las tablas.
Electra Heart (12) lo tendré para siempre entre mis discos top de electropop contemporáneo, rabiosamente fresco, desenfadado, impactante y repleto de temazos rompepistas no exentos de una sensibilidad que, hiperbolizada a día de hoy, se la ha terminado por tragar en aras de una trascendencia que le queda muy grande en su caso.
Llegó al escenario acompañada de dos bailarines, sin nadie más sobre él, mientras la música enlatada (el futuro era esto) de temas recientes mostraba enjuta sustancia. No tardé demasiado en abandonar el escenario Comunidad de Madrid para tomar posiciones adelantadas con The National, los adeptos rebosantes de inclusión parecían disfrutar entre maquillaje y bailes voluntariosos. Me quedé con la duda de si llegarían después al escenario Monchito y Rockefeller, pero no se puede tener todo en esta vida.
The National es el ejemplo perfecto de banda que ha ido creciendo paulatinamente hasta convertirse en una de las más fundamentales en el panorama mundial, a un palmo de popes tales como Radiohead –de hecho, para mí representan en lo que Radiohead debería haberse convertido- o Wilco.
Bien es cierto que I Am Easy to Find (19) a mí personalmente me ha supuesto una decepción mayúscula, a excepción del manipulador single de adelanto, la maravillosa “Light Years” – el álbum es mucho más, entiéndanme, “happy”-, pero con todo y eso mis ganas por zambullirme en su tenebrista universo a escasos metros eran del todo irresistibles. Los norteamericanos llegaron conscientes de su papel protagonista del día. Confiados, profesionales y liderados por un Matt Berninger todo carisma y actitud.
Su voz y la impoluta factura instrumental del resto de la banda condujeron una actuación objetivamente perfecta, pero lastrada por una fijación extrema en su reciente obra. El arranque con “You Had Your Soul With You” sonó a infamia cósmica, casi tanto como algunas otras de sus nuevas composiciones, copando la primera parte del concierto. Las tres vocalistas invitadas aportaban color a esas canciones y resignación a gran parte de la parroquia allí congregada. Era plausible ver que a nadie le estaba maravillando aquello ahí abajo, si bien en directo los nuevos temas subieron enteros.
Pero llegaron seguidos dos rescates de su fastuoso disco anterior, Sleep well beast (17), y entonces se alcanzó el delirio. “Day i die” sonó arrebatadora y emocionante, con la banda sonando colosal y su frontman fundido con el público en el pasillo central del escenario. Otro momento imborrable de Mad Cool 2019.
“The System Only Dreams in Total Darkness” sumió el clima en una atmósfera necesariamente opaca que ya impregnó con su artística oscuridad una parte final de show que les hizo ganar a los puntos, con una delicada y magna interpretación de “Light years”, una celebrada “Fake empire” o un fin de fiesta a la altura con “Terrible love”. Son muy buenos. Y unos hijos de puta también por el repertorio nutrido de su último disco, parecieron dos grupos distintos tocando uno después del otro.
Al terminar, mis temores, mis anhelos, mis fantasmas y mis dudas se agolpaban en mi cabeza y bombeaban profundo hasta perderse por las cavidades de mis ventrículos.
Tocaba enfrentarse a la reencarnación de Smashing Pumpkins, la banda a la que debo lo que soy casi por completo. Con ellos aprendí cómo era el amor que deseaba y con ellos conocí después las lágrimas de su desintegración, dando de bruces con la tristeza más inabarcable: aquella de quien un día fue feliz. Mandar cartas perfumadas con sus letras estando enamorado, traducir discos enteros con un diccionario y un boli verde de madrugada y tener sus letras y acordes escritos a través de ausencias que son y serán presente constante, no hermanaba demasiado bien con lo que hasta ese momento había podido apreciar a través de vídeo y audio del genio y talento más injustamente tratados por uno mismo: Billy Corgan.
Es por este motivo que nunca me he sentido más cerca de solicitar ayuda psicológica que cuando pedí por favor a mi compañero Manuel Pinazo que escribiera sobre este concierto en Mad Cool.
Raúl del Olmo
Para empezar a hablar de The Smashing Pumpkins permitidme utilizar la expresión «cordón sanitario» tan de moda últimamente para referirme al veto que mi compañero Raúl puso a uno de los grupos de su vida, al que se negó a ver por la deriva que estaban tomando últimamente. Ante mi sorpresa, quise llegar a su concierto de Mad Cool alejado de toda filtración de setlists y demás, para enfrentarme a los de Chicago en condiciones.
The Smashing Pumpkins eran lo más esperado de la noche en Mad Cool, después de su reciente resurrección con parte de su alineación titular. Comandados por un Billy Corgan con sotana, acompañado de nuevo por los infalibles James Iha y Jim Chamberlain, arrancaron con «Siva», rescate del genial Gish (1991), que dio paso a la esperada y algo descafeinada «Zero» y a uno de sus nuevos singles, «Solara». Hasta aquí casi todo bien. Cierta frialdad, sonido algo bajo y una banda de músicos más que solventes que parecían tener la cabeza en otras cosas. La electrónica «Eye» dio paso a una «Bullet With Butterfly Wings» falta de fuerza, como una cerveza desventada y puesta al sol durante horas, algo que ocurrió con el resto de un repertorio con ciertas carencias, aderezado por momentos de puro AOR y punteacos onanísticos del señor Corgan. No todo fue malo, disfrutamos con la emocionante «Disarm» que puso algo de alma, junto a la bonita «1979», hubo un amago de enseñar las garras en «The Everlasting Gaze» y nos sorprendimos con la siempre convincente «Cherub Rock» o con el rescate de una cara B («The Aeroplane Flies High (Turns Left, Looks Right)») de los tiempos del colosal Mellon Collie and the Infinite Sadness (1995), por desgracia tan solo visitado en sus temas más populares. El conjunto no lo salvó la colección de hits inapelables tocados sin chispa, ni el intento de James Iha de hacer chascarros de complicidad. Como decía recientemente Ignatius Farray: «hemos disuelto mi grupo Petróleo y hemos creado una banda tributo a Petróleo que no toca canciones de Petróleo, pero hace versiones de Petroleo. La hemos llamado Petroleo». Pues algo así.
Manuel Pinazo
Quedaba lo que yo haría mientras, en el centro del remolino donde se debatían mis demonios atenazadores y mis ángeles desmembrados. Fuese lo que fuese, descansaría en la caja de Pandora de mi silencio más ensordecedor.
Bueno, pues resulta que tras asistir a “la jam final” de “Knights of Malta” (y qué sonido el del grupo anteriormente conocido como Smashing Pumpkins, damas y caballeros, para salir corriendo hasta Cobo Calleja sin mirar atrás), el bochorno era tal que lo mejor era esconderse entre los bailes y jaleos de una de las figuras clave del hip-hop actual: Vince Staples.
Conciencia y flow sin límites en una actuación que tuvo entregados a sus fieles, entre los que las pantallas mostraban a un Yung Beef mezclado con el público gozando totalmente a su bola. Bases poderosas y elásticas pertrecharon un show que nos dejó con ganas de más y culminado con la celebrada “Yeah right”, demostrando que la juventud talentosa del rapero no quedará al parecer sólo en el deslumbrante Big Fish Theory (17), su gran obra sin duda.
Raúl del Olmo
Lo de Vetusta Morla es cosa seria y no es casualidad que se hayan pateado todos los festivales patrios importantes los últimos meses, que sean cabezas de cartel del FIB este año o que ayer congregaran a tanta o más gente que The Smashing Pumpkins o The National en el escenario principal del Mad Cool. La gira de Mismo Sitio, Distinto Lugar (Pequeño Salto Mortal, 17) está siendo muy larga, pero ayer jugaban en casa como quisieron recordarnos y su concierto terminó siendo muy especial.
Su proyección sobre las tablas parece no tener techo, cada vez tocan mejor y Pucho es un frontman que transmite, no solo por su portentosa presencia escénica, sino por ser capaz de reclamar más bandas nacionales en el cartel o decir a las claras que cerrar Madrid Central es un atentado contra la ciudadanía y la salud. Ole sus huevos. El público en su bolsillo, y no por decir verdades como puños, sino por saber transmitir pasión en cada una de sus letras, que miles de gargantas corearon al dedillo. Nos hicieron disfrutar de un rico repertorio que arrancó con «Deséame Suerte» y transitó por toda su discografía. No faltaron “Te lo digo a ti”, “Consejo de sabios”, “Palmeras en la mancha”, “Golpe maestro”… Vetusta Morla están viviendo el mejor momento de su carrera. Y lo merecen.
Manuel Pinazo
Wolfmother nunca llegaron a ser lo que pretendían con aquel debut homónimo de 2005, pero lo que no se les puede negar a los australianos (bueno, a la postre a Andrew Stockdale y a quien le toque embarcarse en cada trabajo) es su capacidad de supervivencia sin inventar prácticamente nada y ofreciendo discos tan solventes como el aún cercano Victorious (16).
No nos vamos a engañar, pese a disfrutar de trallazos en vivo como “Colossal” o “Woman”, aquellos que estamos duchos en stoner y sonidos afines, sabemos sin duda que Wolfmother es un clarísimo segunda división, y que llegan hasta donde llegan lastrados por una forma que supera al contenido, si bien su rock puede hacer más mella curiosamente en las personas más ajenas a Kyuss, Monster Magnet o Fu-Manchu, por poner tres ejemplos.
Como fin de fiesta, tocaba asistir al electropop de Empire of the sun con una puesta en escena del todo espectacular. Para un enfermo de la comunidad synthwave como servidor, esto no era más que puro garrafón sin destilar, no les voy a decir otra cosa, pero la propuesta a esas horas de la madrugada se antojaba cuanto menos sugerente pese al tremendo cansancio acumulado tras tres jornadas exigentes y que me hizo disfrutarles a bastantes metros, descalzo y tumbado sobre la yerba, terminando casi traspuesto. Una siesta de madrugada que fue otro de los momentazos del festival, qué coño.
Raúl del Olmo
Fotos: Mad Cool (Instagram)
Lee aquí:
Mad Cool – Welcome Party
Mad Cool – jueves 11 de julio
smashing muy descafeinados
Que bueno lo de Petroleo, jaja!, me parto!, muy acertado. Es justo lo que pienso de los Pumpkins desde que volvieron, llevaran el nombre pero ya no son ellos.
qué bien me lo estoy pasando con vuestras crónicas
Genial artículo. Muy acertado todo.
Lo único, Vetusta no tocó Cuarteles de Invierno para mi disgusto…
Bueno… es que hay que ser consciente que no estamos en el año 2000, ni en 1996. El concierto de Smashing fue Notable.
Tocaron los hits esperados, es un repertorio de festival, pero también temas como un excelso Superchrist, GLOW, The Aeroplane Flies High, EYE, Tiberius, y 2 temas del último… vamos, además de los hits, cara B y temas menos conocidos también, suficiente para contentar al público festivalero que apenas conoce 2 temas, y a los acérrimos fans.
El problema? no hay la energía de hace 20 años. Pero es que ni nosotros como público tenemos la misma energía que cuando teníamos 20 años…
Smashing Pumpkins siguen sonando muy bien en directo, pero no esperemos volver a 1996, porque de eso hace ya muchos años, y ni ellos ni nosotros somos los mismos. Se puede disfrutar mucho de su directo si nos sacamos de la cabeza sus giras de hace 25 años, porque Billy ha madurado, es otro, y nosotros también. Y no puede mantener el ritmo en su voz de esos años.
Como sabréis, Billy Corgan tuvo una infancia MUY difícil, que no se la deseo a nadie, y en sus directos plasmaba toda esa rabia, y sacaba ese dolor y traumas a relucir… ahora, ya no vive en esa pesadilla, intenta ser un hombre feliz, y se dedica a lo que más le gusta: tocar, y disfrutar de su paternidad.
Debemos cambiar el chip. Esa época no volverá, y hay que aprender a disfrutar de poder tenerlos aún en activo… además, que demonios, su directo sigue siendo altamente disfrutable.
No sé chicos, a mí por ejemplo Superchrist, me convenció, everlasting gaze, GLOW, Tiberius… los hits está claro que no los canta con la misma pasión, es habitual en muchos grupos no encontrar mucha motivación en los viejos hits de siempre.
Un saludo.