Belle and Sebastian – How to solve our human problems (Matador Records)

Personalmente, me he tomado How to solve our human problems como un único disco de 15 canciones y he esperado a la salida del mismo, sin atender previamente a la división en tres EPs de los meses anteriores.

Evidentes y esperanzadores signos de recuperación vierte este trabajo (el cual se traduciría por “Cómo resolver nuestros problemas humanos”) con respecto a su anterior obra, el bastante irregular Girls in peacetime want to dance, en mi opinión. Por fortuna, Belle and Sebastian se han alejado (o al menos los han reducido) de los exagerados bucles discotequeros y las superficiales tendencias eurovisivas, de 2015, para concentrarse, de nuevo, en ese amable y apacible sentimiento musical que ejecutan como nadie. Sus seguidores pueden proseguir confiando en el enorme eclectismo controlado de los de Glasgow, si eso es lo que desean hallar en ellos, para este 2018.

Acerca de la portada, ya es sabido que los que asoman son varios de sus fans al estilo Nouvelle Vague, algo ya habitual lo de esta clase de cubiertas desde 1996, cuando nació el proyecto del clan de los escoceses camaleónicos. El título de la nueva obra, es tomado de un libro budista, escrito en los años 70, por un monje llamado Geshe Kelsang Gyatso, el cual orienta y reinterpreta todo su paginado para aconsejar al sufridor Occidente.

Como entrante del menú, una pista adjetival te la ofrece el título “Sweet Dee Lee” acerca de lo acaramelada y soñadora que se planta, al principio, este misma tonada a través de la sentida voz descriptiva de Stevie Jackson. Sin embargo, los fraseos posteriores de Stuart Murdoch como “el glamour se apaga a medida que pasa el tiempo” parecen hacer despertar a la realidad, todo ello arropado por filtrados rayos de bossa nova “popizada”.

La sustanciosa y profunda “We were beautiful”, la emotiva y estética “I´ll be your pilot” (dedicada por el mismo Stuart a sus dos hijos), los ecos pacíficos de “A plague on the other boys” y el rico minimalismo folkie-western de “There is an everlasting song”, resultan las cuatro terreno exclusivo del paladín de la melancolía “indie-pop” más extremadamente cuidada y enjoyada, como es el propio Murdoch.

Rebobinemos la cinta un instante para descubrir más matices sobre éstas canciones. En la primera de las expuestas, transcrita como “Eramos hermosos”, el inquieto bajo de Bobby Kildea y la suave «slide guitar» del propio Jackson secundan, con seguridad, la moción del rubio líder del grupo acerca de crisis a los 40. Como añadido, en éste y en el tercer corte (“Una plaga dentro de otros chicos”), la ágil y algodonada trompeta de Robert Henderson recuerda, sin poder evitarlo, a un ex-miembro fundamental de B.S. como es Mick Cooke. De todos modos, no hace falta citar las otras muchas melodías antiguas de la propia banda a las que nos retrotraen este cuarteto de nombradas ahora ya que, al final, se trata siempre de la característica huella de Belle and Sebastian, los cuales nos hacen imaginar tanto con sus letras como con su música que, al menos por unos escasos segundos, una agridulce belleza sea lo único que exista dentro de todas las personas.

El turno de sensibilidad vocal corresponde a la multi-instrumentista Sarah Martin durante el fino cristal de otoño pop-jazzero que es “Fickle season”  y también con la relativamente decidida y emocionante “The same star” (aunque ésta revela relatos acerca de conocer a la persona equivocada). La cuidadosa batería de Richard Colburn complementa a la perfección aquí la habitual delicadeza de ella. Sin embargo, en la aceptablemente modulada “The girl doesn’t get it”, con textos subliminales sobre falsos mitos sobre el amor y la política, la propia Martin demuestra que su faceta de corista, o también de segunda voz, es muy superior y con más adorable hechicería (otro ejemplo de ello es la propia “I’ll be your pilot” y luego comprobaremos más de esto mismo) a cuando ella misma se responsabiliza de la voz principal, aunque Sarah siempre se defienda dignamente en dicha labor.

Un inciso. A estas alturas de su carrera no es necesario recalcar apenas las influencias de Belle and Sebastian porque éstas son, sencillamente, innumerables tal como apunté en mi anterior artículo sobre ellos y es que la propia banda, en alguna entrevista de incluso hace mucho tiempo, no ha contestado directamente a esta pregunta acerca de la multitud de sus guiños y refracciones a los años 40, 50, 60, 70 y 80.

Everything is now”, la cual conduce principalmente el solvente teclista Chris Geddes, es un épico jardín de rosas a medio tiempo en su primera parte y sirve ésta, a modo de introducción instrumental en su casi totalidad (salvo la susodicha frase coral “Todo es ahora, todo es diferente”), hacia una continuación ya más avanzada en la posición numeral. En esta segunda acometida ya cantada de la misma melodía, el monarca revivalista, Mister Murdoch junto con Sarah, la enternecedora violinista de Blackburn, retoman juntos el mando vocal de las operaciones, las cuales van destinadas a coleccionar el mayor número posible de sofisticadas dulzuras y de ilimitadas caricias al servicio de nuestros oídos.

Continúan los atrayentes entrelazados de voces de los propios Stuart y Sarah en la agitada “Show me the sun”, con sus saltarines y desenfadados coros de “na-na-nas”, en contraposición a unos párrafos sobre incertidumbres y fe. También se mantiene el dueto alternado de ambos en la bien acompasada y con un bajo funky de vida propia, titulada «Poor Boy” (Dave McGowan ayuda lo suyo e impone su presencia como segundo “4 cuerdas”): en realidad, una historia de corazones quebrados. A lo que voy es que en estas dos composiciones, la banda rescata contagiosos y maestros compases de baile, algo que ya habían demostrado años atrás pero, insisto, sin desplomarse nuevamente en la desproporcionada “disco fever”(“desorbitada” para su caso concreto ¡cuidado!), de 2015, como con el “chumba chumba” indiscriminado de “Enter Sylvia Plath”. Lo expreso así para que se entienda la diferencia y acerca de direcciones que no deben repetir porque no encajan con el grupo, bajo mi punto de vista.

Cornflakes”, en el fondo, es muy prototípica de las preciosas melodías creadas por el guitarrista Stevie Jackson, es decir, amalgamando céfiros latinos con el rock and roll más básico. Como guinda, son extraños pero logrados los efectos que comanda el entrañable lugarteniente Jackson y que evolucionan desde ritmos más apagados hacia otros mucho más enérgicos e inquietantes, a lo largo de este “Copos de Maíz” (realmente habla sobre paseos por Glasgow). Después, varias vocalistas femeninas como son Celía García, Anna Miles y Therese Martín añaden una riqueza adicional a la “tristeza rítmica” de Belle and Sebastian, durante el  refinado soul de “Too Many Tears”.

En la postrera “Best Friend”, la muy sensual y convincente cantante Carla Easton (entre Duffy y The Supremes se mueve aquí ella) es, para la ocasión, la “mejor colega” del combo escocés y de tal manera, la permiten a la muchacha asir todo el peso vocal y también de la mitad de la bonita composición, muy al estilo Motown-60 ésta. El oyente deberá decidir si este tema, (el cual parece tratar de la siempre debatida amistad mujer-hombre y también de combatir la soledad) es merecedor de cerrar el álbum o de si se tuvo que concluir la lista plasmada con otra tonada más altisonante.

A pesar de la notable cota global lograda con How to Solve our Human Problems, el sexteto se ha quedado unos centímetros por debajo de igualar su propio supremo listón 1996-2006, compuesto por los If You’re Feeling Sinister, The Boy with the Arab Strap, Dear Catastrophe Waitress, The Life Pursuit y demás arcoiris expresivos porque, al fin y al cabo, es precisamente este sutil puente intermedio entre la lluvia y el sol, la alegoría más aproximada que define los sonidos y las narraciones de Belle and Sebastian, creo yo. Tras la consideración sobre este reciente CD de casi 70 minutos de duración (sin mácula la producción y los arreglos del mismo, por cierto), les sigo considerando una de las cinco mejores bandas pop de los últimos 25 años, sin ningún átomo de duda.

En su abanico de ornadas, talentosas e intensas fragilidades reside, precisamente, el amplio poder de seducción auditiva de Belle and Sebastian.

En entradas anteriores, tenéis el seguimiento del nuevo disco además de un artículo especial sobre la historia completa de la formación de Glasgow, todo aquí en Muzikalia.

 

4 comentarios en «Belle and Sebastian – How to solve our human problems (Matador Records)»

  • el 24 febrero, 2018 a las 1:49 pm
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    Me ha gustado mucho este artículo sobre los grandes belle and Sebastián, se agradece este tipo de artículos de bandas tan preciosistas.
    Gracias al autor y a muzikalia.

  • el 1 marzo, 2018 a las 2:06 pm
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    Celebro descubrir, a raíz de este artículo (gracias una vez más a Muzikalia en general y a Txus Iglesias en particular), que han reconsiderado el rumbo los Belle and Sebastian, ya que su anterior disco, como ha dicho el escritor y articulista, no encajaba mucho en el esquema del grupo. El hecho de querer variar, muchas veces hecho positivo, en su caso no convenía, ya que ellos ya son una variación del panorama circundante a nivel musical, y ya son estandarte, con sus discos, de un estilo único, incomparable e impagable a todas luces, que no precisa de desviaciones, y lo que pedimos y esperamos sus seguidores es que profundicen en el mismo en cada nueva entrega, y que sigan aportando nuevos matices y sonoridades en sus nuevas canciones, igualen o no a las de tiempos pretéritos. Un saludo a la familia de Muzikalia.

  • el 3 marzo, 2018 a las 9:15 pm
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    Un saludo para tí, melómano, muchas gracias por tu extenso y estupendo comentario sobre mi artículo y por tu opinión acerca de los fabulosos Belle and Sebastian, aquí en Muzikalia. 😉

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